Javier Pastor
Promesas incumplidas. Eso es lo que ha ocurrido en estos últimos años con tecnologías y productos que nos prometieron de todo y que se quedaron en el intento.
Algunos nos quisieron vender las maravillas de los móviles modulares, de los bots de mensajería o de la impresión 3D, pero lo cierto es queni esas ni otras muchas tecnologías han logrado cuajar. Hemos querido repasar lo que ha ocurrido desde 2014 o 2015 en el segmento, y aquí tenéis los grandes fracasos tecnológicos de estos últimos años.
Magic Leap
La realidad aumentada es el futuro. O lo era.Es lo que prometíaMagic Leap, la misteriosa startup que logró crear una expectación absolutamente increíble en un ámbito en el que ninguna empresa —Apple incluida— había logrado disipar las dudas.
La realidad aumentada no parecía tan revolucionaria a la vista de lo que nos habían ofrecido las empresas que apostaron por ella, pero Magic Leap parecía tener algo especial. Muchos inversores lo creyeron, y los fundadores de la empresalograron recaudar 2.300 millones de dólaresy convertirse en una de las empresas con más proyección de cara al futuro.
Lo que prometieron, no obstante, fue muy distinto de lo que acabaron ofreciendo. Con su primer producto, las Magic Leap One Edition, se comprobó que la propuesta de la empresano tenía apenas nada de diferencial. Las ventas fueron un desastre y volvieron a consolidar el fracaso de una industria, la de la realidad aumentada, que sigue sin plantear revoluciones.
Teclados de mariposa de Apple
Apple debía tener poderosas razones para cambiar los teclados de sus MacBook, porque el caso es que jamás hubo demasiadas quejas al respecto —de hecho lo que solía haber eran elogios—.Lo hizo al integrar los primeros teclados de mariposa (‘butterfly’) en sus equipos, un cambio que fue aplicando a todos sus portátiles gradualmente y que acabó siendo uno de sus grandes fracasos en hardware en los últimos años.
El problema es que esos teclados fallaban mucho más de lo asumible. Trascrear patentesen este sentido, la implementación de los teclados de mariposa fue un pequeño desastre que causó queincluso los más fieles usuarios de Applecriticaran problemas de unos teclados en los que de repente algunas teclasdejaban de funcionarsin razón aparente.
La empresa de Cupertino acabó aceptando la derrota, primero con unprograma de reparación gratuitay luego con el lanzamiento delos MacBook Proa finales de 2009. Aquellas máquinas por fin recuperaban el sistema de tijera ydaban por concluido un experimento que hubiera sido mejor no haber realizado. Si funciona, dicen, no lo toques.
Google Daydream
Larealidad virtual se volvía accesiblecon las mágicas Google Cardboard, aquellas gafas cartón que permitían que cualquiera con un móvil pudiera disfrutar de experiencias sorprendentemente decentes en este segmento. La revolución que muchos prometieron parecía posible.
Google pareció creer en esa revolución también, porque en octubre de 2016 llegaba Google Daydream, la versión “Premium” de aquellas Cardboard. Seguían dependiendo del móvil, peroofrecían un acercamiento más pulido a esos contenidos y experienciasque planteaban la alternativa a soluciones basadas en el PC como las Oculus Rift.
Aquello pronto demostró ser un farol de Google, que apenas sí volvió a mostrar interés en un segmento que tampoco crecía como se había esperado. En octubre de 2019, tres años después de aquel lanzamiento,Google hacía desaparecer las gafas Daydream de su tienda online. Aunque los contenidos seguían disponibles y la realidad virtual avanzaba en otras alternativas, Google la descartaba casi de forma total a nivel estratégico. Eso sí: al menosliberaron el códigode Cardboard algo más tarde. Algo es algo.
Wii U
La Nintendo Wii había sido todo un soplo de aire fresco para la industria de los videojuegos, así que cuando Nintendo presentó laWii Useis años después, en 2012, todos pensábamos queaquello podría ser un nuevo bombazo.
Lamentablemente no fue así: las ventaspronto demostraronqueel producto cojeabay no lograba triunfar ni siquiera entre los fans habituales de Nintendo. Algunos títulos de éxito lograron disfrazar la situación, pero nunca la ocultaron del todo.
El fracaso acabó siendo sonado para una consola que no logró demostrar lo que Nintendo quería, pero queal menos sentó las bases para una vuelta a la carga espectacular. Cuando muchos daban por defenestrada a Nintendo, la empresa logró sacar unaNintendo Switchque ha vuelto a demostrar por qué Nintendo sigue siendo mucha Nintendo.
Project ARA y los móviles modulares
Cuando Motorolainició la andaduradel llamado Project Ara que Googlese apropió, convirtió a este proyecto enuna de las ideas más llamativas de los últimos añosen el terreno de la movilidad.
De repente sería factibleconstruir un móvil por piezas, como hacemos con los PCs, algo que teóricamente alargaría la vida útil del móvil al poder sustituir solo aquellas partes de él que dejaban de funcionar o podían hacerlo mejor. Elprodigioso Fairphoneadoptaba tambiénesa personalidad modular, aunque su principal reto era el de ofrecer un smartphone ético que nunca acabó de triunfar —lo sigue intentando— a pesar de sus buenas intenciones.
Sin embargola idea fracasó: los avances técnicos se produjeron, pero el ritmo al que lo hacían erademasiado lento y con ciertas limitaciones. Hoy en día hay algunos móviles con cierta personalidad modular (los Moto Zson los más conocidos), pero la idea en general no parece haber cuajado entre el gran público.
Theranos y la revolución biotecnológica
La idea de Theranos, como contaba nuestro compañero Javier Jiménez, “era sencilla pero revolucionaria: crear un dispositivo manual que permitiera haceranálisis de sangre en tiempo real”.
Aquellagran promesa de la biotecnologíaconvirtió a su creadora,Elizabeth Holmes, en la “mil millonaria hecha-a-sí-misma más joven del mundo”, gracias a una valoración de 9.000 millones en una empresa que mantenía un secretismo enorme.
Aquello acabó explotando: los tests de sangre que habían prometido el oro y el moro eranpoco fiables y poco válidos, y los que funcionaban lo hacían con tecnología de Siemens. Aquello fue una gigantesca pantomima, una falsa revolución que lo prometió todo sin demostrar nunca nada.
Baterías revolucionarias
Si hay un problema con esa tecnología móvil que nos rodea esa es la de laautonomía de las baterías. Esos dispositivos compactos no pueden contar con grandes baterías, y a pesar de las mejoras en eficiencia a todos nos extraña cómo la tecnología básica de baterías no ha cambiado demasiado en los últimos años.
Hemos vistotodo tipo de desarrollosque prometíanduplicar o triplicarla capacidad o densidad energética de las baterías con lasustitución de algunos de sus materiales, pero la realidad es que ninguna de esos proyectos —u otros quesolucionaban otros problemas— ha acabado implantándose en masa.
De hecho lo único que hemos logrado en estos últimos años ha sidobeneficiarnos de la carga rápidao de la tecnología de carga inalámbrica disponible en algunos de nuestros dispositivos. Son mejoras sensibles, desde luego, pero el gran problema de basesigue existiendo, y todos esperamos que un día u otro tengamos por finuna tecnología de bateríasque suponga una verdadera revolución.
Mensajería a base de bots
El éxito aplastante de la mensajería instantánea como medio de comunicación hizo que hace dos años apareciera una nueva e interesante vertiente para aprovechar el fenómeno:los bots integrados en clientes de mensajería.
Estos bots eran algo asícomo la “versión texto” de los conocidos asistentes de voz. Herramientasa menudo sorprendentesy prometedoras que permitían interactuar con diversas plataformas y productos a través de comandos escritos, y no de voz.
La ideano era nueva(en IRC se usaban hace más de dos décadas) pero de repente todas las grandes de la tecnologíaapostaron por esos botsde mensajería.
Y sin embargo todos (WeChat,Skype,Facebook Messenger) acabaron fracasando: para ciertas cosas, parece,la gente prefería seguir hablando de viva voz. La revolución de los bots no fue tal en el mundo de la mensajería.
Wearables que acaban cansando
La aparición de Pebble en el firmamento tecnológico fue una de las más sonadas de los últimos años. La empresa quenos hizo soñara todos con la revolución de los wearablesinició la fiebre de los relojes inteligentes, pero también las pulseras cuantificadoras salieron reforzadas.
Aquel proyectonos quiso convencerde que al igual que al ordenador le sustituyó el móvil, al móvil le sustituiría el reloj. No fue así, y pronto se comprobó que muchos de estos wearables estaban demasiado limitados por sus propias dimensiones: en realidad eran másaccesorios de nuestro smartphoneque otra cosa. Muchos acabaronretirándosedel mercado.
Es cierto que el fenómeno de los werables no ha desaparecido —que se lo digan alApple Watcho aFitbit—, pero lo cierto es que una vez más las promesasno se cumplieron. La idea era fantástica, pero todo este tiempo ha demostrado que estos productos, aunqueinteresantes y populares para ciertos escenarios(el deporte y sobre todo la salud, poco a poco más presente en ellos), no son probablemente la revolución que los fabricantes nos quisieron vender.
Google Glass y un mundo de gafas inteligentes
Todo erarepugnancia y fascinaciónen lasGoogle Glass. Ver a aquellos paracaidistas emitir en directo su salto a través de este producto en junio de 2012 fue espectacular, y aquellas gafas conectadas parecían casi un producto de ciencia ficción por todo lo que hacían y tenían… para bien o para mal.
El proyecto estrella de Sergey Brincapturó la imaginaciónde la industria y los usuarios, ysolo poder probarlas durante unos minutosse convirtió para muchos en un acontecimiento. La posibilidad decontar con información accesiblea golpe de comandos de voz o táctiles o de grabar vídeo y sacar fotos de forma tan llamativa nos atrapó.
Aquella primera revolución de la realidad aumentadase quedó en nada. Elelevado precio de las gafasse unió a la preocupación por los desarrollos que podrían aprovecharla y sobre todo por cuestiones de privacidad (“eh, ¿me estás grabando con esas gafas?"). Las gafas de Google están teniendo ahorauna segunda oportunidad, pero ya sin plantear esa revolución masiva.
Kinect nos quiso levantar del asiento
Cuando Microsoftcomenzó a comercializar Kinectlo hizo con la intención de ir un paso más allá de lo que había ido Nintendo en su espectacular Nintendo Wii.
El sistema de control de gestos parecía poder ir más allá de la propuesta de los japoneses, y Microsoft apostó tanto a Kinect que se equivocó en la apuesta.Ni los juegos lograron cumplir con la promesa, ni tampoco otros desarrollos paralelos pero incluso más interesantes (rehabilitación de pacientescon lesiones, por ejemplo).
Kinect acabó siendouna condenaen ellanzamiento de las Xbox Oneoriginales, y aquella revolución que planteaba Microsoft para que jugáramos de pie y con gestos no fue mucho más allá de lo que nos proponía Wii Sports. Microsoft se dio cuentademasiado tardedel error, ypara entonces la PlayStation 4 ya le había roto la cintura. Microsoft, claro, tuvo que volver a jugar sentada.
Spectacles y otra amenaza a la privacidad
Cuando Snapchatanunció las Spectacleslo hizo con un enfoque fantástico. Esos pequeños clips de 10 segundos grabados con uncurioso formato circular(adiós al modo retrato y apaisado) parecían ser la solución perfecta para una industria que seguía sin acertar en este tipo deescenarios del livestreaming.
La fiebre por compartir que nos han contagiado las redes sociales hacían que este dispositivo se planteara como una solución perfecta especialmente para un público joven que las acogió con entusiasmo.La demanda parecía ser espectacular… hasta que dejó de serlo.
Las Spectacles acabaron por no interesar prácticamente nada.Las ventas fueron mínimasy lasnuevas amenazas que planteaban a nuestra privacidadfueron uno de los motivos de un dispositivo quequizás llevaba el fenómeno de las redes socialesdemasiado lejos.
El malogrado DNI Electrónico
En España el Documento Nacional de Identidad (DNI) necesitaba una renovación que lo adaptara a los tiempos, y aquella ambición culminó con lacreación del DNI Electrónico (DNIe), que gracias a su chip inteligente prometía convertirse en medio perfecto de identificación y autenticación en todo tipo de escenarios.
La promesa acabó quedándose en casi nada. A pesar del impulso inicial y de la subvención de 300.000 lectores de DNIe, la tecnología funcionaba de forma limitada (navegadores obsoletos, verificaciones interminables) o,simplemente, no lo hacía.
Los problemas no se quedaron ahí, y hace unos meses pudimos comprobar como la seguridad que nos prometía esta plataforma no existía.El caos y las vulnerabilidadesprovocaron más confusión para acabar de enterrar —al menos, de momento— un documento que seguimos usando como hace 50 años:como si no tuviera el chip inteligente.
Amazon Fire Phone
Todos esperamos mucho de los gigantes tecnológicos, y durante años se habló de la potencialaparición de un smartphone propio de Amazon. Aquel dispositivo acabó apareciendo gracias allanzamiento del Amazon Fire Phone, pero aquel producto demostró ser un completo despropósito.
El producto estaba planteado para revolucionar la forma en la que compramos productos.Sus cuatro cámaras frontalesplanteaban una “perspectiva dinámica” que teníamuy pocas aplicaciones prácticas.
Aunque había ideas interesantes como el botón “FireFly” para reconocer objetos y ofrecernos su precio en Amazon,aquel producto estaba condenadopor unprecio demencialpara las prestaciones que ofrecía. Al final el Fire Phone no era más que un productopara que comprásemos aún más en Amazon,no para resolver ningún problema esencialen el mundo de la movilidad. La idea podría tener ahora unasegunda oportunidad, pero la empresa de Jeff Bezos tendrá que tener cuidado con su planteamiento.
Windows Phone ante el abismo
Hay quien cree que la plataforma móvil de Microsoft no está muerta y está de parranda, pero lo cierto es que el fracaso de sus numerosos intentos en este segmentoha sido estrepitoso, algo irónico si tenemos en cuenta que Microsoft lleva intentándolo mucho más que cualquiera de sus dos grandes competidoras.
Aquellos primeros pasos con Windows CE y Windows Mobile acabaron derivando a una estrategia en la que un Windows Phone bastante más capaz parecía tener cierto futuro. La compra de Nokia fueun craso errorpara una plataforma que prontointentaría un giro radicalcon el lanzamiento deWindows 10 y las aplicaciones universales.
Aquello no fue suficiente: la plataforma estaba aún muy verde en móviles, y a pesar de que la interesante idea de la convergencia tenía recorrido, la realidad era evidente:Windows en móviles no convencía a los usuarios de Android e iOS, felices con ecosistemas maduros y difícilmente alcanzables en cantidad y calidad delcatálogo software. Es difícil saber si Microsoft volverá a intentarlo, pero aquella particular revolución de las aplicaciones universalesha quedado aparentemente muerta y olvidada… aunque algunossigamosteniendo feen una nueva oportunidad.
Impresoras 3D y la nueva revolución (doméstica) industrial
La posibilidad de que uno mismo pudiera programar una aplicación o juego a medida revolucionó nuestro mundo, pero a esa parte software le faltaba la parte del hardware: seguíamosdependiendo de los fabricantespara tener productos físicos con los que trabajar o disfrutar (u otras cosasmás polémicas).
Lasimpresoras 3D parecían poder cambiar todo eso. De repente cualquiera podía fabricartodo tipo de objetoscon una tecnología que llevaba esa capacidad a los hogares y que resultabatan llamativa como atractiva.
Esa revolución tampoco ha cuajado como pensábamos. Quizásnos entusiasmamos demasiadocon una tecnología que a pesar de sus virtudes tenía limitaciones importantes (materiales, velocidad, e incluso coste) para la mayoría de los usuarios para los queparecía poder plantear ese cambio. Las impresoras 3D siguen avanzando y demostrandocapacidades sorprendentes, pero algunos esperábamos (seguramentede forma equivocada) mucho más.
Nexus Q, la música no es tan social como pensabas
Puede que elNexus Qde Google no planteara una revolución tan enorme como otras plataformas, tecnologías y productos de los que hemos hablado con anterioridad, pero su idea desde luego era singular:de repente la música quería ser más social.
Esa era la arriesgada propuesta de un producto que era arriesgado también en todo lo demás. Aquel particular diseño cuasi-esférico y su propuesta hardware lo hacían desde luego atractivo y prometedor, perolas críticas le llovieron desde el primer momento.
De hecho el Nexus Q se convirtió en el que es probablemente en elfracaso más estrepitoso de Google a nivel hardware. Ha habido muchos otros en su software y servicios (se nos queda en el tintero Google+, por ejemplo), pero su precio y prestacionesno convencieron a nadie.Aún así aquel esfuerzo no fue estéril, porque los Chromecast recogieron el testigo con un éxito arrollador.
Bonus Track: estas tecnologías siguen sin demostrar todo lo que prometieron
A todos estos grandes francasos de tecnologías y productos que nos dieron mucho menos de lo que prometían se le unen algunas tendencias que a pesar de su proyecciónsiguen sin demostrar todo lo que plantean sus creadores y defensores.
Es el caso desde luego de lacadena de bloques. Las criptodivisas que ahora baten récords yvuelven a generar mucha expectacióneran en realidad solo parte de la promesa delrevolucionario blockchain, perosu validez práctica sigue siendo discutible. La cadena de bloques siempre ha tenido un futuro prometedor, pero de nuevo nos encontramos con una idea aparentemente fantástica que sigue sin demostrarlo de forma patente.
También nos sentimosdefraudados por la realidad virtual y la realidad aumentada, dos plataformas tecnológicas que han quedado demasiado encasilladas en el segmento de los videojuegos y que parecían tener mucho más potencial tanto en ellos como fuera de ellos. Los últimos avances de empresas comoApple, Google o Microsoft o Magic Leappermiten cierto optimismo, pero seguimos sin ver esa ‘killer app’ quenecesitan tanto la realidad virtualcomo laaumentada.
La tercera de esas grandes tendencias por las que muchosseguimos preguntándonos es la de la Internet de las Cosas, que plantea un mundo hiperconectado y en el que los beneficios para la sociedad son enormes. Un mundo en el que la tecnología se adelantará a nuestras necesidades gracias a millones de sensores que recolectarán información sin parar (más aún,con todo lo que eso implica). Por ahora la idea está relegada a ese segmento maker con plataformas diversas (a menudo incompatibles) que tratan de convencernos de un futuro que tampoco vemos de momento con claridad. Esperemos que no seaalgo así.
En Xataka |Estos son los tres fracasos más estrepitosos de Nintendo, y así fue como consiguió salir reforzada
Disney+ rebajado de 69,99 euros a 59,99 euros durante un año: oferta limitada hasta el 23 de marzo