35.000 muertos y 46 ºC a la sombra. Así fue la penúltima gran ola de calor que arrasó Europa

Esther Miguel Trula

Las agencias meteorológicas ya han alertado de una nuevaola de calorque subirá las temperaturashasta los 40 ºCen España y parte de Europa. Hay motivos para alarmarse, como siempre que el termómetro sube a niveles tan extremos, pero se espera que este verano no sea tan duro como el que vivimos en 2003, en el que distintas canículas dejaron un reguero de muertos y un colapso social de magnitudes nunca vividas por los europeos en cientos de años. Los registros oficiales no marcabanun verano tan caluroso desde 1540.

Si crees que se trata de un fenómeno anecdótico, espera a conocer las consecuencias de aquel ambiente abrasador.

Un asesino silencioso

Es difícil hacer un riguroso recuento de muertes dado que muchos países   no llevaron un registro central sobre el impacto sanitario (entre ellos Alemania o España). En los sitios en los que pudo hacerse un recuento, como Francia o Barcelona, se establecióun 25%más de fallecimientos que las mismas fechas del verano del año anterior: si en la ciudad condal se contabilizaronunos 2.000muertos más de los previstos, en Francia la cifra oficial se estableció en14.802.

Algunos estudios aseveran que el saldo final en toda Europa como consecuencia de la catástrofe fue de70.000 muertos, aunque otros rebajan la cifra considerablemente. Según elthink tankestadounidense The Earth Policy Institute (EPI), y sólo contando registros de ocho de los principales países europeos, las muertosascendieron a 35.000.

Por hacernos una idea, las catástrofes naturales se cobran de media,unas 65.000 vidas al año. La suma de todas las catástrofes. En todo el planeta. Puede que el calor no sea una catástrofe con efectos tan visibles como los terremotos o los tornados, pero son tan letales y dañinos como estos.

El tipo de muerte y la población en riesgo en caso de ola de calor difiere de los resultados de las olas de frío. Además de a algunos incautos temerarios que hacen esfuerzos físicos bajo el sol inclemente, la principal víctima de las altas temperaturas suelen serlos ancianos, en cuyo caso muchos de ellos habrían muerto en las semanas o meses siguientes por otros síntomas.

La soledad es otro factor crucialen este tipo de muertes: el tipo de vivienda tipicamente europea está más preparada para guardar calor que para expulsarlo, de manera que, a medida que avanzan los días de altas temperaturas, se rompe el ciclo de enfriamiento, aumentando una espiral de calor en la casa. Como muchos ancianos viven solos, no fueron capaces de adaptar sus casas a esta condición, en un círculo vicioso fatal. Sus cadáveres podían permanecer desatendidos durante días.

Según un recienteinformedel Instituto de Salud Carlos II, la mortalidad media diaria atribuida al calores inferiora la del frío, pero el cambio climático podría provocar queaumente la frecuencia, intensidad y duración de las olas de calor. Si a eso le sumamos el envejecimiento de la población europea y la epidemia de soledad, el calor se convertirá en los próximos años en una emergencia sanitaria más relevante que las olas de frío.

¿Y cómo vivieron los europeos aquella ola del 2003?

En París los cadáveres se apilaban y descomponían con tanta celeridad que el alcaldecreó un operativo de emergenciapor el cual se alquilaron decenas de camiones frigoríficos permanentemente conectados y vigilados en un párking por agentes de seguridad en los que almacenar los cuerpos. Al ser verano y estar muchas personas de vacaciones, los familiaresno regresaríana la ciudad hasta varias semanas después, con lo que nadie podía reclamarlos.

El calor no sólo mata a personas, también a animales: la federación de avicultores francesa contabilizócientos de miles de muertes imprevistas de pollos, cerdosy otros animales en cuestión de semanas, lo que llevó a un desajuste en la oferta de carne y leche. Según los testigos de la época, la escasez hizo subir el precio de estos productos hasta un 35% extra. También se detectaron toneladas de peces muertos a las orillas del río Rin, por su incremento de la temperatura.

Los periódicos titulaban noticias comoEuropa agota los ventiladores en una ola de calor africanoy los científicos alertaban de que los glaciares alpinos habían perdidoun 10% de su masaen apenas unas semanas. Varios trabajadores que operan con uniformese pusieron en huelgatanto para poder ir en ropa corta como para que se les instalase el aire acondicionado, un gasto añadido.

Tanto en España como en Francia hubo variosincendios forestalesdirectamente atribuidos al calor o avivados por su efecto, y el primer ministro francés acudió a Bruselas para pedir dinero del fondo de solidaridad europeo para sufragar los gastos derivados de los mismos. Alemania perdió un 15% de sus cosechas patateras, Italia un 30% de las de maíz y Francia más del 60% de su pienso.Según las asociaciones de agricultores europeos, hablamos de pérdidas de €13.000 millones.

Según experimentos multimodelos de distintas regionales, la probabilidad de que suframos olas de calor extremas en Europaha aumentado en un factor de 5 a 10en los próximos 40 años, ysegún la Organización Meteorológica Mundialel número de muertes continentales anuales por este fenómeno podría doblarse en las próximas dos décadas.

Sobra decirlo, pero ahora que llega el calor, evita salir de casa durante las horas centrales del día, baja las persianas y bebe mucha agua.

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