Algo está cambiando en el fútbol: la ola de apoyo a Josh Carvalho, primer jugador abiertamente gay
Andrés P. Mohorte
¿Cuántos futbolistas en activo son abiertamente homosexuales? Hasta ayer, la respuesta era “cero”. Hoy Joshua Cavallo, jugador del Adelaide United, seha convertidoen el primero. “He estado luchando contra mi sexualidad por más de seis años, y estoy feliz de dejarlo atrás de una vez”, explica en su comunicado. No son palabras habituales dentro del deporte rey, caracterizado por una política “don’t ask don’t tell” pese a la reciente ola de concienciación en materia de derechos LGBT.
La respuesta. Cabría esperar pues un silencio similar al generalizado durante las últimas décadas frente al comunicado de Carvalho. No ha sido, no está siendo así. “Tienes todo mi apoyo”,escribe Raphaël Varaneen su perfil de Twitter. “Enorme respeto para Josh por hacer esto. Es valiente y comparte un importante mensaje, todo el mundo merece ser como sí mismo al margen de todo lo demás”,expresa Jordan Henderson, capital del Liverpool. Similares mensajes han compartido las cuentas oficiales delEverton, elBarcelona, elTottenham, elChelseao elUnited.
Hey@JoshuaCavallo, I don’t have the pleasure to know you personally but I want to thank you for this step that you take. The world of football is far behind and you are helping us move forward.https://t.co/pe8xdJl15i
Duda pendiente. ¿Por qué Cavallo es el primero y por qué en 2021? En gran medida porque ningún otro futbolista LGBT había declarado su condición sexual con anterioridad. “Sufrí mucho al no poder fijarme en alguien (…) Sé qué se siente cuando estás entre las sombras, vives una doble vida y mientras a la gente que te quiere”,explicaen su comunicado. Piqué, quizá el futbolista más consciente de su imagen pública dentro del deporte, lo expresade otro modo: “Quiero agradecerte este paso. El mundo del fútbol va muy por detrás y tú nos ayudas a avanzar”.
Anónimos. El mensaje de Cavallo acumula a esta hora 21.000 compartidos y 100.000 “me gusta”, además de copar la portada de los principales diarios deportivos. Y todo ello pese a tratarse deun futbolista anónimoenrolado en un club menor del panorama mundial. Su protagonismo es significativo del largo camino que aún debe recorrer el fútbol. Sólo un futbolista de primer nivel ha reconocido públicamente su homosexualidad. Se trata de Thomas Hitzlsperger. Lo hizo cuandose hubo retirado.
Otros nombres menores del fútbol internacional también han confesado su condición sexual en el pasado, si bien su relevancia, ya fuera por no haber llegado alescalafón profesionalo por haber transitado en el relativoanonimato, es minúscula.
Hacia adelante.En el pasadohan sidonumerosaslas figuraspúblicasdentro del fútbol que sehan posicionado, ya fuera de forma jocosa o deforma seria, frente al colectivo LGBT. Cualquier contacto con un vestuario o con la cultura interna del deporte a cualquier nivel, amateur o profesional, revela una homofobia rampante. Hasta ahora, los únicos avances que había dado el fútbol habían llegado de la mano de las instituciones (esosbrazaletespromovidos por algunos clubes, campañas de lospatrocinadores, un lenguaje cada vez más abierto por partede la UEFA).
La relevancia.Como vimosa cuenta de Pablo Alborán, la sexualidad no-normativa de un famoso, de un ídolo de masas, es importante. Porque despeja prejuicios y sienta precedentes. En el fútbol, como en tantos otros espacios de la esfera pública,imperauna “presunción de heterosexualidad”. Tus preferencias sexuales son las dominantes, salvo que se demuestre lo contrario por la vía de la confesión pública. Una confesión que pocos o muy pocos están dispuestos a hacer, en tanto que atenta contra los usos culturales y los ritos predeterminados en dichos espacios.
Lo expresabahace unos años y de forma más clara el capitán del Watford, Troy Deeney:
Cavallo ha dado ese paso. Y lo ha hecho por todos los demás: tanto los futbolistas LGBT aún temerosos de su condición sexual; como una cultura, la del fútbol como deporte y ecosistema social, aún congelado en el tiempo.