Ama a la obra, odia al autor: la caída en desgracia de J.K. Rowling entre los fans de Harry Potter
Andrés P. Mohorte
¿Se puede separar la obra del autor? Es una pregunta que haavivadoinfinidad dedebatesdurante losúltimosaños. La respuesta depende de un frágil equilibrio entre la acusación elevada contra el artista y la relevancia de sus trabajos. En el caso de J.K. Rowling, creadora deHarry Potter, el segundo elemento de la ecuación es inconmensurable. ¿Pero qué hay del primero?
Anti-trans. El pasado fin de semana, Rowling compartía un artículopublicadobajo el siguiente titular: “Creando un mundo post-coronavirus más igualitario para las personas que menstrúan”. La autora subrayó lo que, a su juicio, era un conceptoabsurdo: “Personas que menstrúan. Estoy segura de que solíamos tener una palabra para esa gente. Que alguien me ayude. Wumben?”. Un juego de palabras con “woman”.
Rowling, así, se alineaba con las tesis del feminismo radical. La “mujer” no es un constructo cultural, no depende del génerosino del sexo. Es biológico. No existen las “personas que menstrúan”, sino las “mujeres que menstrúan”.
‘People who menstruate.’ I’m sure there used to be a word for those people. Someone help me out. Wumben? Wimpund? Woomud?Opinion: Creating a more equal post-COVID-19 world for people who menstruatehttps://t.co/cVpZxG7gaA
Polémica. Rápidamente, Rowling fue acusadade TERF, “trans-exclusionary radical feminist”, término del quese burlópocas horas después. Uno de los debates másdivisivosdel feminismo rota en torno al “sujeto político” de la feminidad. Rowling, junto a otras portavoces ampliamentecensuradasdentro del movimiento, defiende una idea exclusiva y reduccionista de este. Dependiente delsexo, negando el carácter abierto del género.
De ahí la agria reacción de gran parte de sus seguidores.
El contraste. No es la primera vez que Rowling esacusadadetransfobia. A finales del año pasado otrotuitprovocó otra airadapolémica. En esta y otras ocasiones, las declaraciones de Rowling han provocado que muchos seguidores de Harry Potter reaccionaran, por ejemplo,donandoa fundaciones pro-trans el equivalente al dinero invertido en sus libros, agrandando la brecha entre fans y autora.
Un contraste agudizado por la temática general de su obra, con un explícito ybinariosentido moral (bien absoluto vs. mal absoluto), y por tanto inspirador para toda clase de causas.
Tendencia. Rowling se ha convertido de un tiempo a esta parte en una figura controvertida entre los admiradores de la saga. Es una paradoja, dado que ella misma la creó. Gran parte de la animadversiónsurgede su interés por reescribir oreinterpretarel carácteridentitariode Harry Potter. Los libros no ahondan en cuestiones identitarias, no se preocupa por tales desigualdades.
Pese a ello, Rowling ha intentadoa posterioriimprimir una mayor diversidad racial a sus personajes, algo que ha espoleado inclusosu propio meme, en el que la británica se inventa cada vez más enrevesadas y alocadas asociaciones y hechos (como que los magos defecan en sus ropa interior y luego “eliminan” la prueba del delito).
¿Es importante?Sí, en tanto que refleja una dinámicacultural recientey con amplia penetración: los autores ya no hablan a través de sus obras, sino también a través de las redes sociales. Y a menudo la distancia entre su figura pública y lo que expresan mediante su arte es enorme, al menos a ojos de sus seguidores. Rowling tan sólo es el último ejemplo de un proceso de revisión de las opiniones y la vida personal de los artistas.
Imagen: Joel C Ryan/AP