¿Cómo está yendo el pasaporte de vacunación en Francia? Con protestas semanales de 200.000 personas
Andrés P. Mohorte
Como hemos vistoen alguna ocasión, Francia arrastra una larga tradición antivacunas. Mucho antes de que el coronavirus monopolizara nuestras vidas, el gobierno francés habíahecho obligatoriasonce vacunas distintas para los menores de dos años fruto de los recurrentes brotes de sarampión, una enfermedad que se creía erradicada. Quizá en previsión de resistencias populares, el ejecutivo de Emmanuel Macron optó por la estrategia del palo y la zanahoria para inmunizar a su población.
El palo no sería la obligatoriedad. Sino el pasaporte covid.
La situación. Desde mediados de julio, Franciaexige la pautade vacunación completa para numerosos eventos. ¿Quieres acceder a un estadio de fútbol? Tendrás que acreditar tu inmunidad frente a la enfermedad. ¿Te apetece un concierto? Lo mismo. ¿Cenar en tu restaurante favorito? O vacuna o nada. Se trata de una políticatanteadaporotros gobiernosy porla Unión Europea, en especial en materia de viajes, pero aplicada con especial celo en Francia.Como vimos, se trataba de la auténtica “nueva normalidad”.
Protestas. Una que crea ciudadanos de primera y de segunda. Este hecho no se le ha escapado a miles de personas aún sin vacunar, ya sea por voluntad propia o por otros factores, en Francia. El pasado fin de semanaunas 160.000 personasse manifestaron en contra de la exigencia de gobierno en París y en otras 200 localidades del país. Se trata de la séptima semana de manifestaciones en contra del pasaporte de vacunación. A finales de julio se alcanzó un picode unas 200.000personas exigiendo su derogación. Naturalmente, con su raciónde disturbios.
La lógica. “No somos ratas de laboratorio”, explicaba uno de los manifestantes hace unas semanasa RFI. Muchos de los participantes son antivacunas, siguiendo la ya tradición local, pero también hay conspiracionistas u organizaciones vinculadas a loschalecos amarillos, en una suerte de gran teatro antisistema. En las marchas seentonan cánticospor la libertad y la “verdad”. Algunas de ellas han contado con la participación de líderes políticos, como Florian Philippot, fundador de Los Patriotas, una escisión más radical del partido de Marine Le Pen.
Las cifras. No es un asunto menor. Estados Unidos e Israelsaben perfectamentequé sucede cuando un amplio porcentaje de tu población (superior al 30% para ambos casos)no quiere vacunarsebajo ningún concepto. La posible inmunidad de grupo se complica. Francia va, de momento,bien: su ritmo de vacunación no se ha ralentizado y ronda ya el 58%, aún lejos del 69% de España pero también lejos del estancamiento estadounidense o israelí (en torno al 50%). Si hay grandes bolsas de población reacias a la vacuna, aún no se ha topado con ellas.
PARIS - Manifestation contre le#PassSanitaire: importante mobilisation pour le 6eme samedi consécutif en plein été.« Liberté, vérité ! »#Manifs21aout#manifestations21aoutpic.twitter.com/ByN1cMUF1L
El problema. En paralelo, Macron ha impuesto la vacuna obligatoriamente a algunos grupos poblacionales o sectores profesionales.Como se apuntaen este análisis de Foreing Policy, la apuesta del gobierno es arriesgada: al hacer del pasaporte de vacunación la única forma de acceder a la vida “normal”, se arriesga alienar a una gran parte de su población de cara a futuras elecciones. Inevitablemente, políticos como Le Pen han aprovechado la aspereza de las medidas para criticarle (aunque sin llegar tan lejos como acusarle de “dictador”, como sí hiciera Philippot).
Haría bien Macron (y el resto de Europa) en no recurrir al estereotipo del antivacunas conspiranoico: comoeste reportajesobre el terreno de Le Monde revelaba hace algunas semanas, hay más “franceses normales” entre los protestantes que excéntricosy “lunáticos”, como hicieran algunos cargos del gobierno. Sus protestas (un control más estricto del estado sobre libertades adquiridas, una paternalización de la esfera pública) van más allá de la vacuna en sí misma y son legítimas. Apelan a algo más que la mera conspiración. Ypor eso tienen potencialelectoral.
Imagen:Jordan Bracco/Flickr