De los mitos y leyendas de pasar horas delante del ordenador hay pocos que creerse

Javier Jiménez

Vuelve otoño y vuelven las obligaciones en el trabajo, la universidad, los colegios e institutos. Vuelven inevitablemente las ocho, diez o doce horas diarias sentados frente al ordenador.

Desde hace tiempo,la OMS lleva alertandode queel sedentarismo es ya una de las nuevas pandemias del siglo. Y esto, unido al uso intensivo (y a veces problemático) de las nuevas tecnologías, hace que existauna gran preocupación social por pasar mucho tiempo delante del ordenador. Pero, ¿hasta que punto debemos preocuparnos? ¿es realmente ir a la oficina una actividad de riesgo? Veamos que nos dice la ciencia

Estar sentado te está matando

Hace un par de años, se hicieron muy populares infografías como “Por qué estar sentado te está matando”, artículos titulados “Estar sentado es el nuevo tabaco” y, en general, un montón de información sobre ‘estar sentados’ bastante alarmante.

No sin algo de razón, la verdad. La primera idea que suele venir a la mente es el ‘síndrome de la clase turista’, pero más allá de eso hay bastantes estudios (Ekblom-Bak, 2010oPatel, 2010) sobre los problemas de pasar sentado todo el día. Problemas que, pese a las a lasalarmantes cifras que proponen algunos,se vuelven serios solo si los combinados con unos hábitos de vida sedentarios y poco saludables.

No, estar sentado no es te está matando, mucho.

Solo la inactividad física es el cuarto factor de riesgo de mortalidad más importante a nivel mundial yprovoca el 6% de todas las muertes. Eso son3.200.000 personas de muertes anuales por escasa actividad físicay constituye la principal causa en un 21%-25% de cánceres de mama y colon, un 27% de casos de diabetes y hasta un 30% de cardiopatías isquémicas.

El ‘estar sentados durante mucho tiempo’ en realidad tan solo esun hábito que nos dificulta salir de la trampa de la vida sedentaria. Nada más. Como dice van Uffelen (2010) en la revisión sistemática más importante hasta la fecha “se han encontrado evidencias limitadas que apoyan una relación positiva entre estar sentados de forma ocupacional y los riesgos a la salud. La heterogeneidad de los diseños de los estudios, de sus medidas y sus conclusioneshacen difícil establecer conclusionesdefinitivas en este momento".

La clave, como todo en salud, es el equilibrio y la moderación. De la misma forma queestar sentado ‘de forma ocupacional’ no es peligroso si llevamos una vida sana, hacemos ejercicio y consumimos una dieta equilibrada; tampoco viene mal trabajar de pie de vez en cuando. Cosas tan sencillas como andar todos los días unos 20 minutos reducenentre un 16 y un 30% el riesgo de muerte prematura.

Por lo demás, poco puedo añadir a la genial pieza deJavi Pastorsobrelos “standing desks” o mesas para trabajar de pieque se publicamos hace unos años.

Las pantallas el enemigo número uno de… ¡nuestros ojos!

Ya hace unos añosque se comercializan filtros para reducir laluz azulque emiten las pantallas, pero seguramenteel lanzamiento de gafas pret-a-porter en grandes cadenas de ópticasha acabado por popularizar la idea.

No es ninguna locura, ya en 1978,Mainster se dio cuentade que se podían usar las lentes (en este caso las intraoculares) para filtrar las bandas del espectro que fueran perjudiciales para la retina. Hoy, treinta y muchos años despuéstodas las lentes intraoculares llevan filtros ultravioleta incorporados.

La cuestión es si la ‘luz azul’ es peligrosa y si merece la pena crear filtros para ella. Ésta (sea artificial o natural) tiene dos grandes ‘consecuencias’, una a largo y otra a corto plazo.

En el largo plazo, se lleva discutiendo durante la última década la relación entre la exposición a la luz azul y el desarrollo dedegeneración macular relacionada con la edad(DMAE), la pérdida progresiva de visión central y agudeza visual que dificulta, por ejemplo, leer o enhebrar agujas.Sparrow, Nakanishi y Parish (2000)relacionaron la luz azul con el inicio de mecanismos de apoptosis (muerte programada) celular sobre elepitelio pigmentario retininal. Desde entonces, aunque podemos encontrar estudios que ven clara la relación entre DMAE y la luz azul (Taylor y colegas, 1992oCruickshanks y colegas, 2001) y otros que no la ven tan clara (Darzins y colegas, 1997oMcCarty y colegas, 2001); tenemos cierta evidencia clínica en pacientes operados de cataratas que apunta a que esta relación es clara (Pollack, 1996oWang, 2003).

No obstante,por desgracia para las ópticas y los fabricantes de lentes, el cristalinofiltra bien este tipo de luze incluso mejora con la edad, cuando los ojos van cogiendo progresivamente cierta tonalidad amarilla. Necesitaremos años para conocer mejor el asunto, peroen principio en ojos sanos no parece haber mucho de lo que preocuparse.

Por desgracia para las ópticas y los fabricantes de lentes, el cristalino filtra bien este tipo de luz.

Las consecuencias a corto plazo pueden ser más interesantes. En 2003, Steven Lockley, un neurocientífico de la Universidad de Harvard, descubrió quela exposición a la luz azul teníaefectos sobre la síntesis de la melatonina- la “hormona del sueño”.

Eso tiene consecuencias positivas y se recomienda su uso en colegios, hospitales e incluso durante la conducción. Pero también tienesu lado negativo:nos puede provocar insomnioy, una vez puestos, nos puede provocar un desajuste que, hablando en plata, nos deje hecho polvo.

¿Nos hace más tontos el ordenador?

Este es uno de los grandes temas científicos, médicos e incluso filosóficos de estos años: la posibilidad de que el uso de Internet (y del ordenador, por extensión) nos esté afectando cognitiva y emocionalmente. Hace justo un año,Michael Harrispedía en Slateque le devolvieran su capacidad de atención.

La idea fundamental es que tantolos cambios de ritmo y contextocomo los chutes continuos de informacióntienen un impacto en nuestra concentración. Ese impacto originaría diferencias individuales porque lo lógico es que afecte a unos más que a otros y para unas tareas más que otras. Así que no sólo estaríamos hablando de un problema atencional individual, sino deuna posible nueva brecha de desigualdad social.

Tampoco es una idea estrafalaria. Sabemos que lacarga atencional cambia al trabajar con links, pero personalmente creo que es el problema serio es de entrenamiento. En términos generales, la atención, como cualquier otra competencia humana, es algo que se entrena y se desarrolla.No podemos pretender correr ‘maratones atencionales’ si no estamos preparados para ello. Y por supuesto, el hecho de que hace años lo estuviéramos no quiere decir que hoy tengamos que estarlo también.

No podemos pretender correr ‘maratones atencionales’ si no estamos preparados para ello

En la actualidad, hay una presión social y laboral muy importante que hace que muchas personas tengan que dedicar mucho tiempo a una serie de actividades relacionadas con las nuevas tecnologías e internet que requieren de unas capacidades atencionales determinadas (focalizar rápida y brevemente, leer en transversal, cambiar de temas o contextualizar sin problemas). Lo que pasa es queesa misma presión hace que descuidemos otras facetas distintas: las habilidades atencionales clásicas como, por ejemplo, leer Madame Bovary de una sentada.

El problema es, pues, de entrenamiento personal y no de un decaimiento social provocado por el ordenador. Internetni provoca adicciónni machaca los “centros neuronales de la atención del cerebro”. Así que si lo que queremos es recuperar nuestra capacidad de concentración, habría que moderar nuestro entusiasmo ‘melancólico’,dejar de quejarnos del ordenador y plantearnos seriamente que igual lo que pasa es que estamos algo fondones. Psicológicamente hablando.

¿Me compro un cactus para evitar las radiaciones?

Yo tenía un cactus llamado Jimmy. Me lo compré hace muchos años cuando, en una tienda de ordenadores, me convencieron de que las radiaciones eran peligrosas y Jimmy me protegería de ellas.

No hace falta decir que me timaron.Ya hemos habladode que las “ondas o radiaciones electromagnéticas” que emiten los ordenadores, los móviles y, en general, todos los aparatos electrónicos de consumono son peligrosas. Pero, ¿es cierto que los cactus, bajo esa apariencia de estólida sencillez, son bestias devoradoras de ondas y radiaciones?

Pobres cactus, nadie piensa que también podrían tener Hipersensibilidad Electromagnética.

Comole explicaba Mario Herrero a América Valenzuela"toda radiación que impacte en él será absorbida… pero lo mismo ocurre con la carne de ternera, por ejemplo, y todavíano he visto el mito de que colgar un filete del monitor sea recomendablepara la salud".

Por otro lado, las ondas viajan en línea recta y, en todo caso,habría que interponer el filete de ternera entre la pantalla y el usuariopara que la idea tuviera sentido. No descarto que éste fuera el verdadero origen del carpaccio: con lojas de ese grosor se puede ver la pantalla perfectamente.

Pasar las horas delante del ordenador no es peligroso

Al menos, no en sí mismo. Vivimos una época de fuertes contradicciones en la que nos piden una cosa mientras nos exigen otra completamente distinta. Por eso hay que tener claro que no hay soluciones mágicas ni malos malísimos.Si queremos una vida en la que trabajar sentados no sea peligroso, simplementetenemos que ponernos a ello.

En Xataka |Mitos y realidades tras dos meses trabajando de pie