De segunda vivienda a residencia fija: la epidemia está incentivando un éxodo urbano en España

Andrés P. Mohorte

Desde el primer día, el confinamiento realzó la imagen de la España vacía entre la mayoría de la población. Enclaustrados en sus pisos interiores de 50 metros cuadrados, muchos españoles envidiaron la cuarentena en apariencia más libre, más aireada, más luminosa de quienes aún vivían en el pueblo. En provincias. Esta ideafue recogidapor los medios de comunicación y pordiversos autores. E incluso se ha trasladado con lentitud al mercadoinmobiliario.

¿Pero cuánto tiene de real?

Mudanzas. Algo hay. Lo ilustraeste reportajede La Vanguardia, donde se repasan las oscilaciones en el padrón de varios pueblos costeros o de interior. En puntos tan distantes como Ger (Cerdanya) o Torredembarra (Tarragonés) el número de vecinos se ha disparado. El patrón es común: familias de Barcelona que convierten a su segunda vivienda, vacacional, en su residencia fija. En Torredembarra, el 60% de los 750 nuevos vecinos vienen de la capital, y el 60% contaba ya con una propiedad.

Al alza. Algunos datos. Ger, Meranges e Isòvol (tres municipios próximos de la Cerdanya próximos entre sí) sumaban 833 habitantes a mediados del año pasado. Hoy son más de 930, muchos de ellos padres con hijos que han revitalizado la escuela local. En Fontanals, el número de vecinos ha superado los 480, frente a los 444 de 2019; en Puigcerdà, las altas superan ya las 250 desde marzo. Cruïlles, Cambrils, Cadaqués. El aumento de vecinos supera hasta en un 20% el de años previos.

Ha sido una tónica transversal a Cataluña. Y a otros puntos de España.

¿Por qué?Las causas son comunes en toda la geografía peninuslar. “En medio del confinamiento estuvimos dando vueltas a la opción de buscar un espacio más grande, un sitio más tranquilo”, explica una familiaen La Voz de Cádiz. Residentes en Madrid, acaban de mudarse al Puerto de Santamaría. Otros testimonios apuntalan las mismas ideas: alquiler más barato, mejor calidad de vida, oportunidad de teletrabajar, domicilios ya en propiedad más amplios y cómodos:

General. En la tendencia predominan los destinos de playa, segunda residencia por antonomasia de la familia media (desde EsteponahastaGalicia), pero también el interior. Son numerosos los ejemplos de familias que aprovechan el teletrabajo para abandonar la gran ciudad y volver al pueblo. Unvolveren ocasiones figurado, deshaciendo el camino que emprendieron sus abuelos décadas atrás, pero en otras, como esta pareja quese ha mudadoa Teruel, literal.

Este reportajede Hoy Extremadura recoge otros testimonios, como el de un joven biólogo (26 años) que ha cambiado su piso de Madrid por una casa en Valencia de Alcántara. El confinamiento y el teletrabajo ha ofrecido una oportunidad de oro a los neorrurales. Lo verbaliza a la perfecciónesta parejade Ferrol que ha adquirido un terreno a las afueras para construir su propia casa, más amplia, más abierta:

¿Se mantendrá?Es la gran pregunta. Durante las últimas décadas, ciudades como Madrid han absorbidohasta 100.000españoles por año, mientras que otras, como Teruel, Soria, Cuenca o Ávila, han perdido hasta el 20% de su población desde 1970 (en todas ellas el 50% desus nacimientosya residen fuera de la provincia). Es decir, los motivos que explican el vaciamiento de la España rural son estructurales (alentados por un modelo de estadomacrocefálico). Cuestiones más profundas que la coyuntura de 2020.

Dos claves: que el mercado de la vivienda fluctúe realmente hacia propiedades más grandes ymás baratasen ciudades pequeñas; y que el teletrabajo (en su pico de abril hasta el 30% de la economía española) llegue paraquedarse. Sólo con ambas será posible eléxodo urbano.

Imagen:Daniel Armengol/Flickr

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