Demasiado blanco para traducir un poema: la polémica por el discurso de Amanda Gorman
Andrés P. Mohorte
Una persona acaparó todas las miradas durante la investidura de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos de América: Amanda Gorman. La joven poeta, negra y de 23 años, recitó frente a las escalinatas del Capitolio una breve pieza titulada “The Hill We Climb”, siguiendo la tradición iniciada por Kennedy medio siglo atrás. Las palabras de Gorman causaron sensación, acaso por la resacadel asaltovivido unos pocos días antes. De la noche a la mañana, la poetisa se convirtió en una celebridad.
Traducciones. Tanto que su trabajo ganó la atención de los editores de medio mundo. Comenzaron las tareas de traducción. Hasta que se toparon con una barrera infranqueable: los privilegios. La raza, el género, el origen social, etcétera. Sucedió primero en Países Bajos, donde la editorial depositaria de los derechos del poema, Meulenhoff, encargó la traducción a otra joven y brillante autora de incipiente reconocimiento internacional,Marieke Lucas Rijneveld. Craso error.
La reacción. La noticia fue recibida con escepticismo, cuando no abierta hostilidad, por algunos activistas neerlandeses. Ente ellos Janice Deul.Una columnaen Volkskrant, uno de los periódicos más leídos del país, definía la elección de Rijneveld como “incomprensible”, al cumplir sólo dos de los tres requisitos indispensables para respetar el espíritu del poema: que su autora fuera joven, mujer y negra. “No estoy diciendo que una persona negra no pueda traducir una obra blanca y viceversa”,argumentaba, “pero no este poema de esta autora sobre el asunto Black Lives Matter”.
Lo paramos. Como quiera que los escándalos del pasado han acostumbrado a la industria a colocarse la venda antes que la herida, tanto Meulenhoff como Rijneveldse desvincularonde la empresa de inmediato. “Estoy impactada por la polémica y entiendo a quienes se han sentido ofendidos por mi elección (…) Me hubiera dedicado muy felizmente a traducir la obra de Amanda, afrontando la gran tarea de respetar su fuerza, tono y estilo. Sin embargo, soy consciente de que estoy en una posición que me permite pensar y sentirme de ese modo, mientras que otros no”.
Traducido: reconozco mis privilegios y entiendo que hay otras traductoras minoritarias, es decir, negras, que no disfrutan de ellos. Turno de la penitencia. No habría traducción al holandés por su lado.
Otro caso. Era cuestión de tiempo que el gran teatro de la representatividad llegara a otros idiomas. El siguiente ha sido el catalán.Universrecibió el encargo de traducir el poema y se lo trasladó a Víctor Obiols. Comorevelaría él mismofue una decisión de corto recorrido. La agencia de Gorman vetó a Obiols, para su gran indignación: “Quizá creen que solo porque sea mujer y negra una potencial traductora al catalán, seguramente con raíces en la Àfrica occidental, criada en Catalunya, tendrá mucho en común con una afroamericana de Los Ángeles, modelo, y licenciada de Harvard”.
Muy blanco. La Vanguardia hablócon la editorade la editorial catalana, Ester Pujol. Sus palabras revelan un profundo celo por parte de los agentes estadounidenses para no incurrir enprivilegioscensurables: “[La agencia pide] a una mujer joven, activista, poeta, con experiencia como traductora y, preferentemente, negra (…) En el momento en el que vemos que Amanda Gorman se convierte en un icono con aquel poema tan potente, una joven negra, en un momento en que EEUU está viviendo una situación muy compleja, hemos de ver el modo de gestionarlo”.
Curiosamente, la versión en castellano, traducida por Nuria Barrios, blanca, no tuvo problema alguno. El único motivo es que se entregó y editó semanas antes de que estallara la polémica en Países Bajos.En Ara, Obiols fue más rotundo que Pujol: “Soy un damnificado de esta situación. Aunque no tenga un perfil de activista, estoy totalmente en contra de las actitudes racistas y lo he defendido a lo largo de los años. Una cosa es denunciarlas, cosa que me parece bien, y otra es esta caza de brujas”.
Un relato que llega.No es la primera vezni será la última que un producto cultural se ve preñado del relato sobre representatividad que domina las esferas culturales estadounidenses. Lo llamativo aquí es su traslado al contexto europeo, distinto. No sólo se trata de lasdistintas categoríasraciales empleadas en Estados Unidos (llegando al extremo deconsiderar “no blancos"a los españoles), sino también de los agravios históricos sufridops por los afroamericanos. Unacuestión sensible allícuyos matices se pierden al otro lado del charco. El éxito de Gorman sólo se entiende, de hecho, por este peculiar contexto.
Un relato disonante en Europa. En especial en una traducción.
Imagen: Reuters