El arriesgado plan de Reino Unido contra el coronavirus: inmunidad de grupo y sin distancia social
Andrés P. Mohorte
Durante la rueda de prensa en la que esbozó su plan maestro para combatir al coronavirus, Boris Johnson pronunció siete palabrasque estremecierona medio Reino Unido: “Muchas familias perderán a sus seres queridos”. La clase de retórica que un dirigente utiliza en un contexto bélico. Pero también un resumen acertado para la arriesgada estrategia que su gobierno quiere plantear contra la epidemia.
Excepción. Reino Unido no seguirá el camino de Italia, España o Francia. No cerrará escuelas. No restringirá eventos multitudinarios. No recomendará medidas extremas de distanciamiento social. En su lugar, el ejecutivo de Johnsondeseaque su población desarrolle un concepto habitualmente dedicado a las vacunas: “Inmunidad de grupo”. O que una amplia mayoría pase el virus y se inmunice.
Estrategia. La lógica de Johnson y sus asesoressigue así. Dado que detener la pandemia es imposible, es preferible controlar su desarrollo. Durante la fase inicial de contagios, el gobierno desea que los británicos sigan haciendo vida normal y que el grueso de la población de bajo riesgo, la mayoría, se infecte (en torno al 60% o la 80% como mínimo).
Contraída la enfermedad, el gobierno recomienda pasar siete días en casa. Y superada, volver al puesto de trabajo y alpub. Entre tanto no se clausurarán restaurantes o bares, y tampoco se incentivará el teletrabajo. De regreso a la vida social, los británicos recuperados no podrán contagiarse de nuevo y no podrán transmitir el virus a los demás.
Escenario lejano. Johnson aspira a combatir al coronavirus en el largo plazo, en lugar de las batallas inmediatas planteadaspor ItaliaoChina. A meses vista, el grueso de la población habrá pasado el virus, la economía no se habrá detenido en seco y los británicos habrán desarrollado anticuerpos para plantar cara a la enfermedad cuando regrese, como se espera, en futuras oleadas estacionales. ¿Buena idea, no?
Riesgo. Es aquí donde entran las siete inquietantes palabras de su rueda de prensa: “Muchas familias perderán a sus seres queridos”. La teoría es sólida, pero cuestión distinta es la práctica. Reino Unido aspira a controlar el flujo de contagios, pero existen muchas probabilidades de que fracase, poniendo en altísimo riesgo a losgrupos de riesgo(ancianos, inmunodeprimidos, otros enfermos) y colapsando igualmente los hospitales.
Es decir, pueden perder el control de la pandemia. Exactamente lo que el resto de países está evitando a toda costa.
Debate. La inusual estrategia británica ha espoleado un intenso debate entre los expertos. Richard Horton, director de la revista médica The Lancet,respondió asíal anuncio:
Otros han sido más benevolentes. “El gobierno está intentando cuadrar un complejo equilibrio entre no alarmar a la población, no dañar a la economía y controlar la epidemia”,ha explicadootro epidemiólogo. Como mínimo, la estrategia de Johnson ha ganado la atención de la opinión pública, si bien desde el escepticismo o lavirulenta críticapor pasiva y peligrosa.
Una razón de peso para dudar: ni siquieracomprendemosbien cómo se desarrolla la inmunidad al COVID-19.
Marcha atrás. ¿Hasta qué punto Johnson podrá sostener el órdago? Por lo pronto, la Premier Leaguedecidiósuspender unilateralmente la competición, pese a que el gobierno no lo contemplaba. Trasun aumentode 200 casos en un día, el gobierno rescindió parte de sus ambiciosos planesy filtróa la prensa la cancelación de “reuniones masivas”, como conciertos o espectáculos deportivos, para el fin de semana que viene.
Los hogares de la tercera edad ya han sidocerrados; las elecciones municipales de Londres,aplazadas; y la policíaha adquiridopoderes para arrestar a todos los infectados no en cuarentena. Es decir, puede que la gravedad de la pandemia sobrepase los optimistas planes de Johnson mucho antes de lo previsto.
Imagen: Simon Dawson/AP