El mayor argumento contra el uso de mascarillas frente al coronavirus está en serios problemas: no parece que nos hagan más descuidados
Javier Jiménez
Si hubiera que escoger una, solo una, de las grandes polémicas de la pandemia, creo quela de las mascarillas sería la polémica clave. No sólo porel ruido que levantóel hecho de que el Gobierno dijera que “no eran necesarias”, sino por lo rápido que cambió de criterio para pasar a hacerla obligatoria. El debate fue, es y ha sido inmenso; pero lo más preocupante es que,como explicamos en su momento, muchos de los argumentos no tenían apoyo empírico directo.
Eran intuiciones que se iban recogiendo de otras situaciones o campos de estudio, pero que nadie sabía si se podían aplicar a este caso. El más importante de todos (por las consecuencias que se podían derivar de él) esla ideade quelas personas que usaban mascarillas podían acabar compensando riesgos; es decir, que, imbuidos por una sensación de falsa seguridad, podían acabar teniendo más conductas de riesgo que las que no las usaran.
Erauna hipótesis razonablea tendiendo a lo que sabíamos de otros métodos profilácticos, peroahora sabemos que probablemente también fuera falsa.
La “compensación de riesgos” en la vida real
Al menos, eso se deduce deuno de los primeros experimentos que se han hecho sobre el temaaprovechando la situación de confinamientos, cuarentenas y medidas obligatorias que azota a todo el mundo. Un equipo de la Universidad Humboldt de Berlín decidiórealizar un experimento de campo en la capital alemana para investigar si las mascarillas provocaban una disminución del distanciamientosocial y hasta qué punto ese posible efecto es un problema cuando el uso de las mascarilla se hace obligatorio.
Los investigadores visitaron distintas tiendas de la ciudad de Berlín antes y después de la introducción de la obligatoriedad de la mascarilla. Para ver la dinámica de interacción, en la mitad de los casos los experimentadores portaron mascarillas y en la otra mitad, no. Tomaroncasi 500 medidas sobre la distancia social en las colas de los distintos establecimientos.
Las mascarillas parecen aumentar el distanciamiento social
Sus conclusiones, pese a los lógicos problemas metodológicos derivados de la situación,son muy interesantes y les permiten concluirqueno encontraron evidencia de que el enmascaramiento obligatorio tenga un efecto negativo en el mantenimiento de la distancia social.
Es más,según los datos del estudio, las máscaras aumentan significativamente el distanciamiento y el efecto no cambia si el uso es obligatorio o no. Por otro lado, sí que detectaron que la relajación de las restricciones en las tiendas sí tuvo un efecto negativo en el distanciamiento social. Algo que sin duda tienemuchas implicaciones a la hora de configurar los procedimientos de desconfinamiento.
No cabe duda de que se trata solo de un estudio parcial en una coyuntura socio-sanitaria muy determinada. Sería interesante analizar el efecto a largo plazo y con más participantes; además, sería interesante realizar estudios más largos para confirmar que, efectivamente, la compensación de riesgos no afecta a los ciudadanos en epidemias de este tipo. Pero no debemos llevarnos a engaño, es *un resultado clave en un entorno en el que estábamos faltos de ellos Un resultado que apunta a que los argumentos frente a las mascarillas están cayendo por su propio peso.