En Italia, votar a la extrema derecha ha tenido una consecuencia directa: más crímenes de odio

Andrés P. Mohorte

Mucho antes de que los partidos de extrema derecha ganaran posiciones electorales en la mayor parte de Europa, Italia llevaba años votando a formacionesde corte xenófoboy populista. Sucedía que la Lega Norte camuflaba su discurso antimigratorio bajo una pátina de independentismo padano y una enmienda general al sistema italiano.Su ascendenciaen los gobiernos locales se puede trazar a varias décadas atrás en el tiempo. De 2008 en adelante, Italia se llenó de alcaldes de la Lega.

Y en el camino, algo cambió.

Más agresividad. Lo ilustraun trabajoelaborado por el investigador Alessio Romarri y resumido por él mismoen este artículode Nada es Gratis. Conforme la extrema derecha fue accediendo a las instituciones y a los centros de poder en el interior de Italia, el número de delitos de odio registrado por las autoridades y por las organizaciones civiles se disparó. Dicho de otro modo: a más alcaldes de la Lega le siguieron más agresiones verbales o físicas a las comunidades migrantes.

Los datos. Romarri parte de dos variables distintas (todas las elecciones municipales celebradas en Italia entre 2008 y 2018; y todos los delitos de odioregistrados exhaustivamentepor Lunaria, una ONG, ante la falta de cifras oficiales gubernamentales). En sus palabras:

El resultado es una correlación positiva. En aquellos municipios donde un político de extrema derecha llega a la alcaldía la probabilidad de que se produzca un crimen de odio es cinco veces más alta que en las localidades donde no. El trabajo controla distintas variables, entre ellas el volumen de agresiones xenófobas registradas con anterioridad tanto en los municipios afines a la extrema derecha como en los que no. ¿Pudiera ser que simplemente fueran ya más proclives y que la elección de un alcalde de, pongamos, la Lega, no cambiara gran cosa?

No, explica Romarri:

La intuición. Es algo que ha sobrevolado el debate político europeo desde el resurgimiento de la extrema derecha. ¿Acaso su discurso antimigratorio, en la mayoría de las ocasionesrayano en lo xenófobo, no podría servir para legitimar y normalizar conductas agresivas y censurables en la esfera pública? Al fin y al cabo si un representante público y potencial presidente de un país expresa determinadas ideas nada de reprochable tiene reproducirlas en casa, en el trabajo, en un restaurante.

Gran parte de los “cordones sanitarios” elaboradospor los políticos europeosen distintos países bebíande esta lógica, además de ciertos referentes históricos aún por olvidar. Votar o servirse del apoyo de formaciones de extrema derecha les refrendaría no sólo frente a su base de votantes, sino ante el conjunto de su sociedad. Ensancharía el horizonte de lo posible, incluyendo un discursos e ideasindeseables.

La explicación. Hay cierta literatura sobre “la erosión de las normas sociales” fruto del voto a partidos extremistas.Otro estudioha mostrado cómo la elección de Donald Trump provocó que más estadounidenses se sintieran menos cohibidos a la hora de expresar ideas racistas. Que el mayor cargo público del país redundara en ellas con frecuencia minimizaba el rubor que una persona pudiera tener antes de emitir una opinión xenófoba (elasalto al Capitolioofrece una lección sobre el impacto de las palabras de un cargo electo en ese abanicode lo aceptable).

El Brexit. Algo similar ha sucedido en Reino Unido. Al voto favorable al Brexit le han seguidoaños de incrementode los crímenes de odio, espoleados por una campaña amparada en ideasxenófobas. Comose expresa aquí, el éxito del referéndum “alteró la norma social dominante, revelando que las ideas anti-inmigración eran más prevalentes de lo que se creía”. De forma un tanto paradójica, esto propulsó los delitos de odio en ciudades favorables a la Unión Europea. Votantes xenófobos antaño cohibidos y reprimidos dejaron de sentirse como tal.

Similares análisisse han elaborado en Alemania, al albur de Alternativa para Alemania, grupos neonazisincluidos. Los cuatro países presentan el mismo patrón: el triunfo electoral de la extrema derecha o de los discursos xenófobos genera el caldo de cultivo idóneo para más crímenes.

Advertencias. El análisis de los municipios italianos parece corroborar estas ideas, aunque debe ser interpretado con cautela. El propio Romarri lo advierte en sus conclusiones: la calidad de los datos es insuficiente, ya que depende del trabajo de organizaciones no gubernamentales mucho antes que del recaudo sistemático y estandarizado de las autoridades. Una mayor precisión y exhaustividad en el registro de los “crímenes de odio”, amén de sus distintas variables, contribuiría a análisis más finos.

Imagen: Angelo Carconi/AP

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