En su imparable camino hacia el título de Mejor País, Japón ya tiene a un graduado en estudios ninja
Andrés P. Mohorte
Son infinitos los motivos por los que Japón causa tanta fascinación entre el resto de almas humanas. Ya sea por su peculiar cultura delordeny latradición, por loantiquísimode sus empresas e instituciones, por sufanatismoe irracionalesobsesiones, por sus prodigiostecnológicoso, simplemente, porque tienencuras-robot, el mundo observa sus peculiaridades con una mezcla de asombro y admiración.
Ahora acaban de sumar un hito más a su interminable lista.
Estudios ninja. Resulta que en 2017 la Universidad de Mie, en el centro del país, diseñó, aprobó y puso en funcionamiento laprimera titulacióndedicada en exclusividad a los estudios ninja. Nada que pudiera sorprender si tenemos en cuenta el gusto ancestral de Japón por lo ancestral, tan arraigado a su identidad. El curso consistiría en una mezcla de clases teóricas, análisis histórico y actividades prácticas.
Primer graduado. Tres años después, el centro yapuede presumirde su primer licenciado en estudios ninja. Se trata de un fanático del asunto llamado Genichi Mitsuhashi de 45 años. Como estaba previsto, Mitsuhashi pasó largas horas investigando documentos históricos y cuadrando análisis teóricos, culminados en una tesis doctoral. Pero tambiénpracticando: “Leí que los ninjas trabajaban como granjeros por la mañana y se entrenaban en artes marciales por la tarde”. Pura supervivencia.
Así que montó un huerto, mejoró su técnica de lucha y, junto a su sapiencia teórica, lo agitó todo en una batidora que le ha permitido titularse como el primeracadémicosobre lo ninja.
Estudio. Hubo algo de obsesivo en su inmersión histórica. “Ofrecemos clases históricas y cursos en habilidades ninja, pero no esperaba que se implicara hasta este punto”, viviendo como un ninja real,ha explicadouno de sus profesores. La institución recibe alrededor de tres estudiantes al año. Pocos, pese al acuciante interés internacional. Se trata de un título teórico sobre los ninja, advierte, no un curso para convertirse en uno.
Obsesión. Es una advertencia necesaria. En 2018, la ciudad de Iga, hogar de la universidad y célebre patria de los ninja,tuvo que aclararalgo sorprendente: no había carencia de ninjas y no pensaba contratar a ninguno nuevo. Una radio estadounidense había difundido que, ante elenvejecimientode Japón, se estaban quedando sin ninjas, trabajadores turísticos de la ciudad. Y que por tanto, Japón abría las puertas de tan mística profesión a alumnos de todo el mundo.
En cuestión de días el departamento de turismo de la ciudadrecibiócentenares y centenares de correos, entre ellos quince de España. Todos querían ser un ninja.
También en Japón. El fenómeno brota del interior del país. La cultura ninja seha apoderadopoco a poco de Japón. Hace algunos años, una compañía de seguridad tuvo un tremendoimpactopublicitario vistiendo a sus trabajadores de ninjas. El turismo en torno a Koto e Iga disfruta deunboomsin apenas precedentes. Y junto a la titulación ofrecida por la Universidad de Mie, hay una cincuentena deninjutsu, escuelas ninja.
Con todo y con ello, no todo el mundo observa el futuro de lo ninja con buenos ojos. El así llamadoúltimode ellos, Jinichi Kawakami, suelelamentarque sus habilidades y tareas han quedado difuminadas en un pastiche pop con no demasiada relación con la realidad histórica. Quizá su nuevo y flamante licenciado, Mitsuhashi, revierta la tendencia.