Miguel López

El mercado de la música en streaming ha crecido tanto que cuando llega la hora de promocionar el lanzamiento de un nuevo álbum musical ya nos nos quedamos en una simple promoción por las redes sociales. Ahora inclusose urden estrategias para exprimir todos los métodos posibles de hacer crecer los ingresosen servicios como Spotify o Apple Music.

Es el caso de la canción ‘Yummy’ que lanzó Justin Bieber el pasado mes de enero. El artista publicóinstrucciones de cómo jugar con los servicios de contenidos onlinepara aumentar los beneficios desde su Instagram. Y en esas peticiones la ética puede llegar a brillar por su ausencia, porque se pide literalmente a los fans que compren la canción varias veces.

Las instrucciones ya se eliminaron de la cuenta de Instagram de Justin Bieber, pero algunos usuarios de Twitter las publicaron ygracias a ellospodemos repasar qué es lo que el artista (o alguien de su equipo) pedía con el objetivo dellevar ‘Yummy’ al número uno de la lista de más escuchados.

Los fans de los artistas como herramienta para manipular las estadísticas

IM SCREAMING!!!! And his fans have time making full threads about Selena yet they should feed him. Patheticpic.twitter.com/q7utjr1eBU

Las instrucciones de iTunes son las más simples: comprar la canción en la iTunes Store y luegocomprarla de nuevo varias vecesdesde la web oficial de Justin Bieber.

En el caso de YouTube, Justin pedía que se escuchase la canción desde su enlace original y no se resubiera el vídeo en canales alternativos para así poder acaparar todas las visitas en el canal oficial.Se pedía que no se saltaran los anuncios y que el vídeo no se silenciaraya que de ser así no contaría como una visualización.

Además, en las instrucciones también se indicaba que los fans no pulsaran el botón de repetir para escuchar la canción de nuevo y que en vez de eso recargaran la página completa (de este modo parecía que se había hecho una visita más). También se pedía quecerraran la sesión de sus cuentas de YouTubepara que así pareciera que otra persona había escuchado la canción y no el mismo usuario.

En Spotify las instrucciones también tenían cierta complejidad. Justin pedía a los suscriptores del servicio quecrearan una lista de reproducción con sólo la canción ‘Yummy’ en ella, y que la dejaran reproducir varias veces activando la repetición. Como en el caso de YouTube se pedía que no se silenciase, y que se reproduzca a un volumen bajo dejándola en marcha toda la noche.

En ese caso el objetivo era ser elsinglenúmero uno en las listas estadounidenses, así que se llegaba al punto de pedir a aquellos usuarios de fuera del país que utilizaran Spotifya través de una cuenta estadounidensecreada a través de unVPN.

Lo que buscaba Justin era utilizar a sus fans más acérrimos para, en cierto modo,hackearlas estadísticas de escucha en las que se basa Spotify para colocar las canciones en las listas de más escuchados. A mayor cantidad de escuchas hechas por mayor cantidad de usuarios, mejores datos de audiencia y más ingresos. Y de la misma forma, hacer algo muy similar en YouTube y resto de plataformas.

La reacción a estas instrucciones no fue muy buena por parte de los usuarios, podemos verlo bien enlas respuestas al tuitque sigue mostrando las imágenes del Instagram de Bieber. Es un caso bastante directo de manipulación de estadísticas, aunque no es el primero.

No son sólo los artistas: algunos ejemplos de cómo los fans también se organizan

LET’S GET@Harry_StylesTO #1KING DESERVES #1 😍Keep streaming with a US IPOutside US, you can use VPN to help in streaming😊@MrsAnneTwisthttps://t.co/85NNCmgMIc

Un Tumblr llamadoHarry Styles Promo Teamhizo algo muy parecido en 2017, aunque en este caso fue algo que vino directamente de los fans y no del propio artista. Lo reflejaronen The Vergeen ese entonces: querían que la mayor cantidad de gente posiblese instalara un VPNpara así escuchar el último álbum de Harry en Spotify desde direcciones IP de los Estados Unidos. Eso permitió que dicho álbum entrara en la lista de los más escuchados del país fácilmente.

Un año más tarde, fans del grupo surcoreano BTSiniciaronuna campaña similar. Varios de ellos se organizaron para crear cuentas estadounidenses de Spotify,cuyas credenciales se iban compartiendo mediante gruposenSlacky otros servicios de mensajería. Y sí, aquí también entraron en juegolas VPNpara todos aquellos que estaban fuera de los Estados Unidos. Hubo grupos que llegaron a presumir de haber compartido más de 1.000 cuentas.

Antes de la explosión del streaming, la audiencia de un artista sólo podía medirse con las ventas de los discos o digitales que amasaba. Podías escuchar ese disco mil veces en tu casa, pero lo único que contaba era esa compra. Pero ahora que las suscripciones online están a la orden del día, tanto los artistas como los internautas tienenel poder de influir en esas estadísticaspara conseguir más ingresos o llegar a las listas TOP más fácilmente.

Las canciones son ahora más cortas, ara que así se escuchen más veces y reporten más ingresos

Otro ejemplo que lo demuestra es que las cancioneshan ido acortándosea lo largo de los últimos años. Si una canción es más corta pero te gusta mucho, la escucharás más veces. Más escuchas implica más dinero ingresado desde los servicios de streaming. La consecuencia de todo esto: esas listas fácilmente manipuladaspueden dejar de reflejar con fiabilidad la realidad de esas escuchas.

Naturalmente,la industria ya ha reaccionado a este fenómeno. Billboard, responsable de una de las listas de éxitos más seguidas,ha calificadoestas manipulaciones de “costosas, inapropiadas y carentes de ética” y se ha unido junto con decenas de compañías para combatir esta práctica. Su intención para el futuro: detectar y aprender a anular el efecto de estas prácticas en las listas de éxitos finales.

¿Cómo? Pasando a detectar esas escuchas repetidas que se hacen de madrugada, o buscando las cuentas falsas creadas por los fans para anularlas o requerir que sean confirmadas por humanos.Países como Corea del Sur incluso ya han legislado al respecto,declarandolas manipulaciones ilegales en 2016 y contratando a personas que vigilan constantemente las estadísticas.

Imagen |Sebastian Vital