Hacia un nuevo éxodo, esta vez urbano: San Francisco ha perdido el 10% de su población en un año
Andrés P. Mohorte
Es una de las historias más emblemáticas de la pandemia. Confinados en sus casas, millones de personas descubrieron que las condiciones de su vivienda, el lugar en el que residían, no se adecuaba a sus expectativas. Muchos optaron por marcharse a sussegundas residencias. Otros regresaron al pueblo. Y algunos más optaron por buscar una nueva ciudad en la quevivir mejor, propulsados por las ventajas del teletrabajo.
Es un relato. Pero uno respaldado por algunos datos.
En San Francisco. La ciudad con los alquileres más caros del mundo (más de 3.000€ por un apartamento más bien pequeño) es testigo de ello. Más de90.000 personasse trasladaron a otros municipios entre los meses de marzo y noviembre del año pasado. Es un 10% de la población (San Francisco es una ciudad pequeña, de apenas 900.000 habitantes; el área metropolitana de la bahía sí es gigantesco), porcentaje nada desdeñable.
Algo que coincide con el repunte de viviendas disponibles en el mercado, tanto de alquiler como de compra:hay un 96%más que antes de la pandemia. San Francisco se está vaciando.
De lo particular. ¿Son circunstancias puntuales o es una tendencia global? Quizá una mezcolanza de ambas. San Francisco sufría antes de la pandemia una crisis de vivienda histórica. Durante décadasatrajo a milesde trabajadores extraordinariamente cualificados acreedores de sueldos muy altos, fruto de su relación con las grandes tecnológicas. La suma deestrictas regulacionesurbanísticas,grupos de poderorganizados (barrios plagados de viviendas unifamiliares) ypisos turísticoshizo el resto.
La ciudad jamás ha construido tantas viviendas como ha necesitado, disparando los precios. Ingenieros de Google con sueldos superioresa los 100.000€optaban por vivir en caravanas.
A lo general. Pese a sus particularismos, San Francisco sí opera como puntal de lanza de una dinámica internacional. Basta repasar lo que estásucediendocon el precio de los alquileres en otras grandes ciudades: en Nueva York ha caídoun 19%de un año para otro; en Madridun 8,6%; en Barcelonaun 12%; en Los Ángelesun 16%; en Londres entreun 8%yun 34%en función de las estadísticas; y en la propia San Francisco un 24%. En algunos sitios, como en Londres, sabemos que se debe al éxodo urbano: ha perdido a700.000 residentesen un año.
La explicación. Los precios están bajando por el mismo motivo por el que escalaron durante décadas: por la presión demográfica. Donde antes hubo presión y escasez de oferta hoysucede lo contrario. Más pisos vacíos equivale a más caseros desesperados por colocar sus apartamentos a precios menos exigentes. También a un buen puñado de dueños de apartamentos dedicados al turismo que han visto cómo sus ingresos desaparecían de la noche a la mañana fruto de las restricciones.
Era previsible. Sabemos desde hace un tiempo que las grandes ciudades se han convertidoen trampas perfectaspara trabajadores jóvenes y precarios. No acceden a los puestos cualificados que permiten grandes salarios pero sí sufren los alquileres desmesurados y el elevado coste vital. Era natural que algunos aprovecharan la disyuntiva para marcharse. El teletrabajo ha facilitado el “éxodo”, muy en especial para ciudades que,como ValenciaoMálaga, tienen precios más baratos y mejor nivel de vida.
Pudiendo elegir, ¿dónde te instalarías? Es una pregunta cada vez más creciente para trabajadores y ciudades medianas que, al fin, pueden competir con las grandes metrópolis. Ya sea en forma de subsidios directosde 100.000€, como vimos a cuenta de algunas ciudades estadounidenses; o en forma de alquileres más baratos,menos contaminacióny menos quebraderos de cabeza logísticos. Factores que, sumado a la epidemia, han revertido una tendencia histórica.
Imagen:Christopher Michel/Flickr