Hawaii ha descubierto la vida sin turistas. Ahora el 65% de sus habitantes no quiere que vuelvan
Andrés P. Mohorte
Durante años, las ciudades y regiones más turísticas del planetahan tratadode cuadrar el círculo del turismo, casi siempre sin éxito. Muchos de sus habitantes deseaban recuperar espacios urbanos o naturales que consideraban suyos, ahora masificados. Pero al mismo tiempo dependían de los generosos réditos económicos del turismo. Y en este dilema de apariencia irresoluble llegó 2020. De la noche a la mañana, los turistas desaparecieron de medio mundo. ¿Mejor que no vuelvan?
Quizá sí.
El ejemplo Hawaii. Con más de10 millonesde turistas anuales para una población de apenas un millón, Hawaii es uno de los destinos turísticos más masificados del planeta. La cuestiónha ocupadodurante años los desvelos de sus habitantes y de sus gobernantes. En abril, el coronavirus detuvo el flujo de visitantes de forma drástica. Desde entonces se ha recuperado sólo a duras penas. En noviembre,una encuestade la autoridad turística local testó el pulso de la población sobre el vacío turístico.
Era bienvenido.
Los datos. Al menos el 65% de los encuestados, todos ellos residentes en el archipiélago, no desea que los turistas regresen a sus islas. A corto plazo es una cuestión crucial porque determinará las políticas y restricciones aplicadas por el gobierno en materia de visitas y protocolos sanitarios. El 62% de los cuestionados considera que es imposible reanudar el turismo de forma “segura”. Comose analiza aquí, los datos, si bien puntuales, reflejan un creciente descontento local frente a la industria turística.
El dilema. La idea de un vaso a rebosar de agua lleva rondando el debate público hawaiano desde, al menos,el año pasado. Como expresa el presidente de Marketing Management, una empresa de consultoría centrada en el turismo de Hawaii: “En 2019 tuvimos el mismo impacto económico que en 1989, pero varios millones de visitantes más (…) La gente veía atascos, veía que sus vidas estaban siendo afectadas. Es simplista decir que teníamos demasiados turistas. Una descripción más precisa sería que no gestionamos el turismo demasiado bien”.
Descontento. La ancestral cuestión es, ¿puede una isla tan dependiente del turismo acolchar su decreciente impacto? La industria representa el 21% de su PIB (a modo de contraste: en Españano superabael año pasado el 12%). El hundimiento de las visitas ha provocado que la tasa de desempleo se dispareal 10%, la más elevada de Estados Unidos. Cuestionados sobre una apertura que recupere el tejido “comercial y laboral” del archipiélago, los hawaianos tienen opiniones más moderadas. Sólo el 49% se opone.
La gestión. Ante todo, el coronavirus parece haber dado a Hawaii un respiro. Tiempo para pensar. En similar situación se encuentran ciudades abarrotadas de turistas, como Barcelona y Venecia.Como vimoseste verano, tanto la una como la otra tantearon la posibilidad de establecer cupos al volumen de visitantes o una regulación más estricta para los alojamientos turísticos. Su problema de fondo es similar: ¿cómo cribas a unturismo “de calidad"que conviva en armonía con la población al mismo tiempo que disfrutando del mismo maná económico?
Islandia. Para Hawaii, el referente más inmediato quizá sea Islandia, otra isla remota de pequeña población destinataria de millones y millones de visitas anuales. A mediados del año pasado y en un contexto de descenso del número de turistas,el país descubrióque el precio a pagar por “controlar el turismo” era una recesión en ciernes.Su solucióna medio y largo plazo sigue la tanteada por algunas ciudades europeas,como Ámsterdam. Cribar a los visitantescualitativos. O sea, a los más ricos.
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