La crisis de la carne: el consumo global se ha estancado y la producción de ternera se ha hundido
Andrés P. Mohorte
De entre las muchas tendencias asociadas al crecimiento económico de los países, una destacaba por su carácter transversal: el consumode carne. A más riqueza, más demanda de ternera, cerdo o pollo. Se trataba de una correlacióninvariable, pero que ha llegado a su fin. Durante los últimos años hemos asistido al pico de consumo de proteína animal, personificado en el estancamiento y posterior declive de la carne de vacuno.
Las cifras. Las ofreceBloomberg. El consumo de carne caeráun 3%en 2020 respecto al año anterior, el descenso más acentuado desde principios de siglo (cuando la enfermedad de lasvacas locassumergió a la industria del vacuno en una crisis sin precedentes). Se trata de un porcentaje muy influenciado por la crisis del coronavirus, pero uno que apuntala una tendencia ya observada años atrás. Década a década, el consumo de ternera se ha estancado en todo el mundo.
Producción. Una buena forma de observarlo es a partir dela producción. También ha superado su pico. 2019 representó un punto de no retorno. Fue el primer año desde 1961 en el que la producción de carne descendió a nivel internacional (en torno a los 340 millones de toneladas). Antes de la epidemia, la FAO yaprolongabala caída en 2020. La industria afronta dos años consecutivos en claro retroceso, una situación inédita y muy influenciada por la peculiar crisis del vacuno.
Sorpasso. En 1961, la ternera representaba el 39% de la producción mundial de carne, actor predominante en la industria frente al cerdo (35%) y al pollo (11%). Sesenta años después la situación se ha invertido (gráfico). El vacuno supone hoy el 20% de la producción global, frente al 35% del cerdo (el único que mantiene sus niveles) y el 34% del pollo. Es algo especialmente evidente en Estados Unidos: su población ha crecido un 40% desde 1980, pero su consumo de ternera tan sóloun 15%.
“Peak beef”. La carne de vacuno ha alcanzado así su pico, tanto en consumo como en explotación. Lejos quedan los crecimientos interanuales por encima del 1%, enterrados en los setenta. En los últimos diez años, la producción de ternera apenas ha crecido un 0,11%. Se ha estancado. Europa produce hoyun 26% menosde carne de vacuno que en 1991; Rusia, un 55% que en 1992; y Canadá y Argentina, dos países de profunda tradición cárnica, un 41% y un 16% menos que a mediados de los ‘00.
¿Por qué?Es un cambio de tendencia. Dos factores paralelos. Por un lado, una mayor toma de conciencia sobre los riesgos parala saludasociados al consumo de carne roja. Y por otro, el advenimiento de las carnesblancas. El ocaso de laterneracoincide con el advenimiento del pollo (y mantenimiento de cerdo), cuya productividad y rentabilidad (grandesplantas industrialessin necesidad de pastos, menores costes asociados a su alimentación) lo han colocado enla cimadel consumo de carne.
El futuro. Hasta ahora, la demanda de carne siempre había dibujado una curva al alza gracias al desarrollo de los países pobres, muy en especial China. Eso podría estar a punto de cambiar. El país afronta ya suirreversibledecadencia demográfica, lo queha congeladosu volumen de producción e importación (su número de cabezas bovinas se mantiene en torno a los 100 millones). Su apetito de ternera parece a las puertas delestancamiento, como ya sucediera con otros países asiáticos.
Y la industria no puede descontar un crecimiento exponencial en el otro gran mercado de clase media aún por explotar, India, dadas sus particularidadesculturales.
Medio ambiente. A corto plazo, buenas noticias para el planeta. La industria bovina representa un tercio de las emisionesde metano, y el consumo de carnegenerauna enorme huella medioambiental. Su declive ha supuestoun descensodel 1,2% en el volumen de tierras dedicadas al pasto. Ycomo vimosen su momento, la suma conjunta de pasturas, granjas y cultivos dedicados al alimento de animales ocupan casi un 30% de la superficie global de la Tierra, conel impactoque ello conlleva.
En este contexto, una parte de los actores de la industria ya han hechosu apuestapor la carne falsa. Una que requiere de másguisantesy de menos (muchas menos) vacas.
Imagen:Kyle Mackie