La Estación Espacial Internacional es un criadero de nuevas especies de bacterias candidatas a marcianas

Anna Martí

La microbiología cruza fronteras como las cruza el ser humano, no per se (que sepamos) pero sí de la mano de la exploración espacial. Aquí hemos hablado de quelos microorganismos habían sobrevivido años en el espacioy, dado su potencial, la idea ahora esque puedan servir para cultivar plantas en Martey otros entornos extremos (para la vida tal cual la conocemos).

En febrero de este año, precisamente, hablábamos dela asombrosa capacidad de resistencia de estos microorganismos, a colación delos resultados del experimento MARSBOx(Microbes in Atmosphere for Radiation, Survival, and Biological Outcomes Experiment). En ese momento se vio que ciertas especies de hongos y bacterias podrían aguantar temporalmente en la superficie de Marte (extrapolando su resistencia a altas radiaciones en la estratosfera), pero lo que ahora han descubierto soncuatro nuevas especiesen la EEI, y por supuesto ya están pensando en su utilidad.

El hallazgo: tres especies nuevas

Los microorganismos sonlos seres vivos más resistentes que conocemos(sin entrar en las formas de vida acelulares, como virus y priones, que no todo el mundo considera como vivas). Las bacterias termófilas aguantan altísimas temperaturas, los halófilos extremos viven estupendamente en altas concentraciones de sal e incluso, como decíamos, hay especies de bacterias que aguantan la radiación, comoDeinococcus radiodurans.

No en vano, a estos organismos se les llamaextremófilos. El récord de temperatura lo tienela cepa arqueana 121, cuyo nombre ya indica la temperatura a la que no sólo sobrevive, si no que es capaz de reproducirse.

Sabiendo esto (y teniendo en cuenta que su estructura es bastante distinta a la de nuestras enormes células eucariotas) no es raro que nos parezcan seres bastante marcianos. Y la idea es que, literalmente,acaben siéndolo.

La resistencia de las bacterias en el espaciolleva años estudiándose, pero lo que ahora han visto enuna investigación recientees que de las cuatro especies de bacterias que identificaron en ocho de las superficies de la EEI,tres son nuevas. Son especies del géneroMethylobacterium, perteneciente a las proteobacterias y primas hermanas de lasRhizobium, en ambos casos conocidas por ser fijadoras de nitrógeno.

Las metilobacterias se han detectado ya en ambientes extremos en la Tierra, siendo conocidas por los problemas de infeccionesen hospitales(sobre todo por su capacidad de crear biofilm) y, en contra posición, comoposible mecanismo de defensa ante fitopatógenosen plantas como los tomates. Y en relación a esto último están las ideas de los investigadores que han descubierto esas nuevas especies.

Según explican en el trabajo, la especie identificada era la deMethylorubrum rhodesianumLas otras tres, designadas como IF7SW-B2T, IIF1SW-B5, y IIF4SW-B5, con motilidad y forma de bastón, parecen estar emparentadas genéticamente con la especieMethylobacterium indicum. Dado que, como decíamos, el géneroMethylobacteriumestá implicado directamente en la fijación de nitrógeno, la solubilización de fosfatos y la defensa ante fitopatóegenos, y relacionándolo con el hecho de que estén tan campantes viviendo en el espacio, los investigadores creen que podrían ayudar acriar plantas en Marte. Eso es, un poco a lo’The Martian'.

Una posible contribución con un largo camino a recorrer

A muy, muy grandes rasgos, lo que nos diferencia de esa patata que cualquier agricultor cultiva (o el propio personaje Mark Watney) es que ella es nuestro alimento y que el suyo, el de la patata, se lo crea ella misma, por así decirlo. Las plantas son autótrofas, es decir, fabrican lo que necesitan para su metabolismo a partir de sustancias inorgánicas, por ello no necesitan en su nutrición otros seres vivos como sí nos pasa a nosotros, heterótrofos.

Este mini-recordatorio de aquellas clases de Biología sirve para enlazar precisamente con un elemento inorgánico que ya hemos mencionado: elnitrógeno. Las plantas no toman el nitrógeno atmosférico (N₂) como sí toman el oxígeno (O₂), sino que lo hacen en forma de compuestos como el amoniaco o nitritos/nitratos (es decir, asociado a hidrógeno u oxígeno).

Quienes facilitan esa conversión son esas bacterias fijadoras de nitrógeno, cualidad que tienen los géneros que hemos mencionado,incluyéndose las nuevas especies. Eso sí, teniendo en cuenta que en la Tierra el porcentaje aproximado de nitrógeno enla atmósferaes del 78%. En laatmósfera de Martees del 3%, así que ya partiendo de aquí las condiciones son bastante distintas.

Hay que recordar, además de las diferencias atmosféricas, que como Bruce Bugbee (responsable de un laboratorio de fisiología de los cultivos en la Universidad Estatal de Utah) apuntaba aTechCrunch, el suelo de Marte es muy rico en óxidos de muchos elementos, como el hierro, lo cual no favorece el crecimiento de plantas. Además, se sabe que es muy básico (en cuanto a acidez), lo cual tampoco favorece el desarrollo de vegetales.

En todo caso, no deja de ser asombroso que se hallen nuevas especies (¡ynuevas rutas metabólicas!) en un entorno como la Estación Espacial internacional y eso deja muy vivo su estudio. Sobre todo de cara a cómo nos afecta la presencia de bacterias en el espacio exterior, teniendo en cuenta nuestra curiosa relación con ellas (las necesitamos para vivir, pero también nos pueden matar).

En este sentido, lo que el año pasado se estudió es siel espacio podría hacerlas súper-resistentes. Afortunadamente, se comprobó que no, quelos microorganismos que se crían en el espacio de momento no son más resistentesquelos “supermicrobios” que ya tenemos aquí(y que cuestionan el futuro de nuestros queridos y necesarios antibióticos).

Así, es interesante ver que no descuidamos el desarrollo de estos organismos, diseñados bastante mejor para aguantar en el espacio que nosotros, por mucho que nos emperremos. Incluso ya vimos quelos hongos pueden ser un escudo para astronautas. Que venga Marvel y lo vea.

Por supuesto, lo de cultivar plantas en Marte y echarles una especie de abono nitrificante (con la esperanza de no llevarnos allí losproblemas terrestres, vaya) es algo que por ahora sólo plantean. Los propios investigadores necesitarán muchos más experimentos para probar que las nuevas bacterias sean la clave parala agricultura espacial. Algo que, desde luego, a Mark Watney le habría venido bien tener.

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