La Gen Z había encontrado su tatuaje-símbolo generacional. Hasta que descubrió que era nazi

Andrés P. Mohorte

El advenimiento de la cultura digital ha reformulado para siempre las identidades colectivas. La Gen Z, posterior a lamillennial, ofrece un ejemplo perfecto. Nunca antes millones de jóvenes de todo el mundo socializaron en idénticos espacios (TikTok, Instagram) bajo líneas estéticas y referentes culturales parejos. El fenómeno ha permitido crear una “conciencia generacional”, una suerte de vínculo transversal a todos (o casi todos) los jóvenes del mundo.

¿Qué mejor que un tatuaje para refrendarlo?

Elección nazi. La idea surgióde unatiktokerestadounidense, @smoothavocado, en un vídeo ya retirado de la plataforma. El tatuaje en cuestión sería una Z atravesada por una línea horizontal. Al fin y al cabo se trataba de la generación Z, ¿no? Sin saberlo, la joven había dibujadounwolfsangel, un símbolo heráldico de larga ascendencia en los países germano parlantes… Yresignificadopor los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Adornó, entre otros, los emblemas de las SS.

Polémica. El vídeo se viralizó de forma inmediata. Hasta el punto de que miles de usuarios tanto de TikTok como de Twitter (en su mayoría anglosajones) abrazaron con entusiasmo el tatuaje. Muchos de elloscompartieronimágenes de microtatuajes en la parte trasera del cuello, y otros de reconocida influencia, como @ameliexrose,se subieronal proyecto. Un símbolo ya indisociable del nazismo se había convertido, de repente y sin querer, enel emblemade la Gen Z.

Críticas. A las pocas horas el bumerán dio la vuelta. Otra usuaria de TikTok,@kcmbrly, compartió el vídeo original desvelando el significado oculto de la Z. Las redes se llenaron de chistes y mofas. La ideóloga del tatuaje, @smoothavocado, borró la publicación, protegió su cuenta y publicóotro vídeomostrando su arrepentimiento. “[El tatuaje] iba sobre amor y unidad”, explicaba entre lágrimas. Para entonces numerosos usuarios yahabían puestoel grito en el cielo.

Los mismosinfluencersque habían promocionado la idea, como@ameliexrose, retrocedieron sobre sus pasosy advirtieronsobre el carácter nazi del tatuaje. A esta hora son centenareslos vídeosde TikTok donde se alerta sobre el símbolo y sobre el riesgo de tatuárselo.

El olvido. Dos causas paralelas explican la confusión. Por un lado, la necesidad de toda generación joven de forjarse una identidad bajo símbolos oestéticas comunes. La socialización internacional promovida por Internet ha destruido los nichos (¿alguien se acuerda de las tribus urbanas?) y las ha sustituido por líneas más o menos parejas. En este contexto, la idea de un tatuaje que aúne a un tiempo el orgullo generacional y sirva de lema contestatario parece consustancial a nuestra era.

Por otro, el olvido, explicable por el paso del tiempo. Si una tercera parte de la población europea recuerdavagamenteel Holocausto, si hasta un 35% de los millennials estadounidenses no sabe (PDF) lo que fue Auschwitz, si inclusoun 42%de los jóvenes austriacos minimiza el número total de judíos exterminados por los nazis, ¿por qué un símbolo reapropiado por los nazis debería disparar todas las alarmas? Lo más probable es que elwolfsangelpase desapercibido entre la mayoría.

Compromiso. El accidente no pasa de la (graciosa) anécdota. Lo cierto es que las mismas encuestas que ilustran cierto olvido también evidencian que la abrumadora mayoría de jóvenes (más del 75%) saben qué fue el Holocausto, aunque sea en sus líneas básicas. Y que las nuevas generaciones, muy especialmente la Z, tienen un compromiso político (en las antípodasde las simpatías nazis) muy agudo.Superioral de sus antecesores. Pese al tatuaje.

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