La Gran Coalición debe morir: el principal legado de Merkel será el primero en caer tras su marcha

Andrés P. Mohorte

Dos palabras han dominado la política alemana durante los últimos dieciséis años: Gran Coalición. La alianza formal entre los dos principales partidos de país, la CDU y el SPD, ha definido de algún modo una era marcada por lamonopolíticaen materia económica y exterior. También ha forjado el rumbo de la Unión Europea post-recesión, con sus visibles ydiscutidas consecuencias. Y ha venido a simbolizar, de algún modo, el poder del centro político en una era de creciente polarización ideológica.

Todo eso parece a punto de acabar.

La posición. Alemania acude a las urnas este domingo sumergida en un mar de dudas. Sólo hay una certeza: la Gran Coalición parece fuera del arco de posibilidades. La ha descartado repetidamente el candidato socialdemócrata, Olaf Scholz, y hasta hace muy vicecanciller delúltimo ejecutivode Merkel, el canto de cisne de la GK (Große Koalition). La descartó cuando accedió a la candidatura,en agosto de 2020, y la ha rechazado hastael último minuto, no sin ciertasambigüedades.

Scholz es elcandidato preferidopara encabezar gobierno (al 47% según las últimas encuestas), aunque eso no le asegura ni la victoria electoral ni la posibilidad de formar un gobierno.

Who’s ahead in the polls in Germany?https://t.co/fmAlOgb5eROur current poll of polls:SPD: 25% (+5)CDU/CSU: 22% (-11)Greens: 16% (+7)FDP: 11% (+1)AfD: 11% (-2)Left: 6% (-3)+/- vs. 2017 result#btw21pic.twitter.com/69zHR1vdQ8

Las encuestas. La GK, símbolo de una era, afronta otro escollo: la aritmética parlamentaria. Las encuestas tampoco son benevolentes para con sus posibilidades. Las más optimistas entregan a la suma de SPD y CDUun 45% de los escañosen el parlamento, lo que obligaría a pactar con un tercer partido. Se trata de una anomalía: los dos grandes partidos siempre habían sumado más del 50% de los asientos en el Bundestag desde que Merkel iniciara su andadura al frente del gobierno. Al igualque en Españay otros países, el tradicional sistema de partidos tiene grietas.

¿Opciones?La más probable pasa por una “coalición semáforo” entre el SPD (rojo) los Verdes y el FDP (liberales, amarillo). Como explica The Economist ensu (duro) editorialsobre el fin de la Era Merkel, se trataría de un gobierno con grandes divergencias internas en materia social y económica. La opción preferida por la izquierda, como analizaThe Guardian aquí, es la rojo-verde-rojo: SPD, Verdes y Die Linke, post-comunistas. Similar al escenario que atraviesa España ahora mismo. Sucede que Die Linkeno tienetan estupendas perspectivas electorales como el FPD.

La última consiste en la “coalición Jamaica”, compuesta por la CDU (negro), los Verdes y el FPD. Sólo viable si la CDU recupera el terreno perdido en las encuestas (yparece ser que sí, a última hora).

Qué fue la GK. Sea como fuere, parece que Alemania se ha cansado de la Gran Coalición que tanto ha dominado la escena política nacional y europea (con hipotéticasexportacionesa otros países, como España). Tres de los cuatro gobiernos de Merkel (el I,el IIIyel IV) salieron adelante gracias a la involucración del SPD, a menudo a costa de sus propias perspectivas electorales. Juntos forjaron laspolíticas de austeridady estabilidad fiscal; y en tiempos de polarización e inestabilidad económica y social sirvieron de ejemplo centrista y pactista para Europa.

Adiós, Angela. Todo esto fue posible gracias a Merkel. Halcón durante la crisis del euro, benevolente durante la crisis migratoria, su figura ha amalgamado las dispares visiones de Europa y Alemania que tenía el electorado. Hasta que se agotó.Como analizael Financial Times, Merkel ha dejado un agujero electoral que todos los candidatos aspiran a rellenar desde el centro político. Sucede que no es fácil. Ni por perfil ni por el agotamiento delmerkelismoni por lacreciente polarización.

¿El legado?Tampoco por la herencia que deja tras de sí Merkel. La tercera gobernante más larga en la historia moderna de Alemania, Merkel ha tapado agujeros durante casi toda su etapa al frente del gobierno. Ya fuera el de la Gran Recesión, el de los refugiados o el de coronavirus. En el camino queda un sistema público desfasado y adusto (hasta The Economistle reclamamás inversión), un sector automovilísticoturbulento, unatransición verdea medio gas,una reformadel sistema de pensiones pendiente y una tibia posición internacional (Estados Unidos,Rusia, China).

También y quizá de forma más crítica, Merkel no ha sido capaz de frenar los impulsos autoritarios de Europa del Este. Es su gran deje, unomuy reprochadoendistintas tribunas. Dieciséis años después la imagen de Merkel ha terminado agotada dentro de Alemania. Y la primera víctima parece ser su mayor legado político: la Große Koalition.

Imagen: Markus Schreiber/AP

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