La inmensa fortuna de Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, explicada con granos de arroz
Andrés P. Mohorte
¿Cuánto dinero tieneJeff Bezos? Hay una forma muy directa de responder a la pregunta: 181.000 millones de dólares,según Forbes. La cifra es mareante. Al escapar a todas las escalas económicas que la mayoría de los humanos utilizamos en nuestro día a día, cuesta encontrarle sentido y acomodo, un marco referencial en el que comprender su auténtica dimensión. Sucede con otras muchas fortunas. La suya es la más grande, aunque últimamente cierto emprendedor de ideas alocadasle pise los talones.
Otra forma frecuente de explicar la riqueza de Bezos: mediante comparaciones.Por ejemplo, $1,3 millones de su bolsillo equivalen, en relación a su fortuna total, a $1 del estadounidense medio. Es un 48% más rico que la monarquía británica. También tiene más dinero que el PIB total de Ucrania, Marruecos, Ecuador o Eslovaquia. Y gana $2.489 al segundo,mucho másque la mayoría de trabajadores al mes.
Sucede que gran parte de estas comparaciones redundan en conceptosigualmente abstractos, en proporciones macroeconómicas cuya verdadera escala no siempre es comprensible. ¿Cómo entender, pues, la inmensidad de la fortuna de Bezos (a día de hoy, de nuevo ytras sucesivas permutascon Elon Musk, el hombre más rico del mundo según el listadoen tiempo realde Forbes; la forma de calcular la fortuna de cada unoes variableen función de dónde tengan invertido su dinero)?
Con granos de arroz, se respondió en su fuero internoHumphrey Yang,youtuberytiktoker. Yang otorgó un valor de $100.000 a cada grano de arroz. Y a partir de ahí trazó sencillas multiplicaciones para descubrir cuántos granos equivaldrían a la fortuna de Bezos. $1.000 millones, menos de un 1% de su riqueza, se convertía en un hermoso puñado de arroz. Para llegar a los $120.000, Yang necesitaría muchísimo más cereal.
Así que cogió el coche, se marchó a un supermercado, compró dos sacos gigantescos de arroz y comenzó a pesar puñados uno por uno. El resultado final es impactante. Yang creó una respetablemontaña de arrozlo suficientemente profunda como para tragarse medio teclado de ordenador. A su lado, los $100.000 originales, e incluso el puñado de $1.000 millones se convierten en sumas ridículas.
El experimento de Yang se viralizó con rapidez por su componente físico. No se trata de difusas comparaciones con el PIB de un país cuya dimensión apenas conocemos, sino de granos de arroz, reales como la vida misma, presentes en las cocinas de todo el mundo. Impacta a primera vista porque conocemos el valor de un puñado de arroz, estamos familiarizados con él. Y Bezos tiene una proporción descomunal de ellos.
De ahí que cuando se desprende de grandes sumas de dinero tan sólo pierda una minúscula proporción de su fortuna.Lo vimos hace algunos díasa cuenta de su largo listado de multas de aparcamiento. Durante los últimos tres años acumuló más de 500 sanciones, por un valor totalde $18.000. Una suma inasumible para el resto de los mortales, pero que a él le permitió saltarse la normativa a cambio de aparcar frente a su casa.
Sucede algo similar con sus donaciones. El mes pasado anunció que entregaría$10.000 millonesa luchar contra el cambio climático, en torno al 10% de su riqueza. Es una suma importante, aunque a día de hoy sus donaciones siguen lejos de las empeñadas por Bill Gates o Warren Buffet, los dos multimillonariosque más dineroentregan a causas (el 2,6% y el 3,9% de su fortuna). Y lo que es más relevante, choca con lagran huellamedioambiental de Amazon.
El ejemplo de Bezos es llamativo por lo rápido de su transformación. A finales de los noventa las oficinas de Amazon no era el gigante del comercio en el que se ha terminado convirtiendo, sino un proyecto personal de Bezos cuyas oficinas oscilaban entrelo decadente y lo cutre. Su particular ascenso en un plazode treinta añosha convertido a Bezos en el paradigma de las riquezas digitales del siglo XXI, y lo ha puesto en el epicentro de la conversación globalsobre el 1%y las desigualdades económicas.
Un periodo de tiempo que le ha permitido convertirse en el hombre más rico de su tiempo, y en uno de los más ricos de toda la historia (en términos relativos). O visto de otro modo, en un empresario capaz de inundar tu cocina de granos de arroz.