La realidad aumentada ante el dilema de las promesas incumplidas

Javier Pastor

Primero fue la realidad virtual.Iba a ser la pera limonera. Algunos nos veían a estas alturas encerrados en casa, pero no por el coronavirus, sino porque estaríamos continuamente conectados a esos mundos virtuales. Muy a lo ‘Ready Player One’. Eso no ocurrió y la realidad virtual se ha convertido en un nicho del mercado del entretenimiento.

Con la realidad aumentada las expectativas eran aún más altas, Siguen siendolo, de hecho, pero han pasado varios años desde que la idea surgió y todos los han intentado triunfar en este segmento han fracasado.La realidad aumentada es por ahora poco más que fuegos artificiales, pero a pesar de ello sigue tratando de abrirse paso.

Una revolución que pudo ser y no fue (por ahora)

Puede que algunos recordéis aquel Google I/O de 2012.Sergei Brin aparecía en escena con unas Google Glassy avisaba al público de que tenían “algo especial para vosotros”. Ciertamente lo era, pero por si no os sabéis la historia, quizás queráis ver aquel vídeo de 11 minutos y medio. Creo que merece la pena.

En realidad laintroducción de esas gafas de realidad aumentadano parecía para tanto porque más que centrarse en el ámbito de la realidad aumentadaeran una herramienta para sacar fotos o vídeosy poder tener el asistente de Google siempre disponible.

El productose desinfló, inmerso en parte en el debate sobre la invasión de la privacidad, pero Google nunca acabó de abandonar sus Google Glass, queredirigió al ámbito empresarial.

El último modelo basado en Androidcuesta 999 dólaresy proyectan información mientras las llevamos puestas, algo que permite darles más utilidad en diversos escenarios. Google no publicita demasiado este producto, que ha quedado destinado a pequeños nichos de mercado —con algunas excepciones—y no es ni de lejos ese teórico producto para las masasque la empresa prometió en 2012.

Microsoft también lo lleva intentando bastante tiempo a través delas HoloLens, otro producto quetambién generó ese efecto ‘wow’ en sus demos. La fascinación parecía inevitable al ver en acción una tecnología que parecía llevarnos un paso más allá en el ámbito tecnológico, aunque fueraa un precio astronómico.

HoloLens tampoco ha logrado cuajar demasiado, y como ha sucedido en el caso de las Google Glass, Microsoft ha acabado destinando este producto a entornos industriales, empresariales eincluso militares. Las aplicaciones allí parecen más claras, pero una vez másvolvíamos a quedarnos sin revolución masiva. La revolución no parecía ni una a pequeña a escala.

La tercera de las grandes protagonistas en estos últimos ha sido la que más prometió y más decepcionó.Magic Leap y su absoluto secretismonos hicieron pensar que quizás ellos sí podían tener la llave para abrir esa caja de Pandora.

No la tenían: cuando por fin lanzaron su primer producto quedó claro quelas expectativas creadas habían sido absurdas: apenas vendieronunos pocos miles de unidadesy hace poco se supo que inclusobuscaban compradorpara una empresa que haacabado despidiendoa buena parte de su plantilla.

Tres grandes intentos, tres grandes fracasos. ¿Dónde ha ido a parar la realidad aumentada? Pues de momento no a las gafas, desde luego, sino a ese dispositivo que llevamos todo el día con nosotros.

La realidad aumentada encuentra refugio en nuestro móvil

Puede que todas esas empresas fracasaran en su intento de plantear esa revolución de la realidad aumentada, pero lo curioso es que quien realmente demostró parte del potencial de esta tecnología fue una pequeña desarrolladora de videojuegos.Se llama Niantic, y logró que todos habláramos de ese tema en el verano de 2016.

Fue entonces cuando esta empresa lanzóPokémon GO—antes ya habían dado muestras de su capacidad conIngress— un videojuego que hizo que la gente saliera a la calle con el móvil como única excusa.

Cazar monstruos virtuales le fue bien a Niantic aquel verano, pero aunque el fenómeno explotó entonces los ingresos no han parado de llegar, y de hecho recientemente anunciabanunos ingresos de récord en 2019. La fiebre Pokémon GO ha intentado ser trasladada a otros títulos que ciertamente han tenido recorrido, y ha demostrado queel móvil es un vehículo perfecto para tratar de mostrar las ventajas de la realidad aumentada.

Lo hemos visto desde luego con losesfuerzos de Google y Applepor ofrecer soluciones basadas en esta tecnología. Sus herramientas de desarrollo,ARCoreyARKit, han permitido que disfrutemos de aplicaciones y herramientas sorprendentes y que desde luego vuelven a causar cierta fascinación.

Lo han hecho desde luegotodas esas herramientasque añadenfiltros en tiempo realsobre nuestras fotos o vídeos —elfenómeno MSQRDlo demostró, Facebooksacó la chequerapara apropiársela tras su espectacular éxito— o las que proponen utilidades prácticascomo Google Translate y Google Lens.

¿Cuando el río suena, agua lleva?

El problema es que la fascinación no es suficiente. En muchos casos el efecto ‘wow’ pasa —no con Pokémon GO, una de las pocas excepciones—, y la utilidad práctica de la realidad aumentada se diluye. Como ocurrió con la realidad virtual,las expectativas han quedado ensombrecidas por la realidad: las herramientas y juegos son llamativos, pero acaban de ser la solución a ningún problema que tuviéramos.

Eso, claro, es lo que tratan de cambiar estas empresas.Google ha mostrado algunas pinceladascon la integración de la realidad aumentada en Google Maps: encontrar el punto de destino es ahora aún más fácil conesas flechas superpuestassobre el escenario real que nos indican hacia dónde dirigir nuestros pasos, por ejemplo.

Lo cierto es que las dudas sobre si la realidad aumentada puede o no ser una revolución siguen ahí. Es sospechoso que una empresa como Apple,poco dada a invertir en proyectos de forma arbitraria, haya puesto tanto énfasis en este ámbito.

Tim Cooktildóla tecnología de “gran idea” yla apuesta de Apple por es clara en iOS y iPadOS, y sus últimos iPad Pro cuentan por ejemplo conun sensor LIDARdestinado a este ámbito.

Hace años que de hecho se habla delas gafas de realidad aumentada de Apple, queteóricamentese convertirán en un wearable con la misma proyección —quizás más— que el Apple Watch.

Todas esas apuestas de las grandes hacen pensar que efectivamente algo tiene la realidad aumentada que debe ser potencialmente revolucionario. Es difícil que la tecnología hoy por hoy pueda convencernos de ese prometedor futuro: todo lo que vemos suelen ser más y más fuegos artificiales, pero está claro quecuando el río suena, agua lleva. O debe llevar.

¿No?