La UE pide no experimentar con animales en la lucha contra el covid. Y muchos científicos se oponen

Andrés P. Mohorte

El pasado mayo, el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea (EC-JRC) publicabauna recomendacióncontrovertida: en aras de obtener un tratamiento para la covid-19, los estados de la UE deberían priorizar proyectos que no incluyeran experimentación animal. Los anticuerpos monoclonales, potencialmente cruciales contra la enfermedad, tendría que obtenerse a partir de “librerías de virus bacteriófagos”, no mediante el uso de, por ejemplo, ratones.

La justificación. En su comunicado, la Comisión se remitía auna directivade 2010 en la que se establecían las líneas maestras de la experimentación con animales. Siguiendo los principios de “sustitución y reducción”, la EC-JRC consideraba que los anticuerpos monoclonales podían y debían producirse mediante técnicas “in vitro”. Tales técnicas eran ya “mejores o iguales” a las “in vivo”, lo que hacía innecesaria la utilización de seres vivos. Esta ha sido la política de la UE desde hace años.

La polémica. ¿Es así? Dos artículos (1,2) de Nature publicados poco después de la recomendación parecían dar la razón a la EC-JRC. Los anticuerpos animales podían ser sustituidos ya por anticuerpos no-animales “en todas las aplicaciones conocidas”. Sucede que no hay consenso científico al respecto. Y si bien los anticuerpos obtenidos a partir de librerías de virus son útiles, su utilidad es aún limitada, siendo insuficiente a la hora de combatir la covid-19.

Es lo que argumenta un grupo de científicos españoles del CSIC enuna cartatambién publicada en Nature y que rebate los argumentos de la Comisión.

El argumento. Se puede leer un resumen en españolaquí. En esencia, consideran que “ambas técnicas deben complementarse, pero que una no puede aún sustituir a la otra”. Es decir, que los anticuerpos monoclonales útiles contra la covid-19 sólo se pueden obtener mediante su desarrollo previo en ratones. Al menos de momento. Y que priorizar el uso de “librerías de virus” frente a la experimentación animal limitaría la efectividad del tratamiento a corto plazo.

Validación que, hoy por hoy y para el caso que nos ocupa, no existe.

La clave. Pese su aspecto técnico, la disputa podría hipotecar nuestra capacidad para tratar la enfermedad. Los anticuerpos monoclonales son interesantes porque pueden ser dirigidos de forma específica contra distintos tipos de virus o bacterias. Su estudio a partir de modelos animales resulta crítico, según los científicos españoles, porque permite entender “con precisión” la respuesta inmunológica que generan. Y que posteriormente se puede trasladar a pacientes humanos.

Caso práctico:Donald Trump. En su tratamiento, desarrolladopor Regeneron, recibióun “cóctel"de monoclonales para atajar la enfermedad. Tal cóctel consistió en la combinación de dos anticuerpos distintos: el primero obtenido a partir de una persona contagiada por el coronavirus y ya recuperada, el segundo generado a partir de un ratón sobre el que sereplicóel sistema inmunológico humano.

El fondo. Se trata de una técnica experimental, pero que ofrece resultadosinteresantes. Comosintetizauno de los firmantes, Lluis Montoliú, “la tecnología todavía no está lista para poder reemplazar completamente la generación de monoclonales”, por lo que “el uso responsable y regulado” de animales sigue siendo necesario. “La recomendación de la Comisión (…) es prematura y no se ajusta al conocimiento científico actual”.  Nuestros compañeros de Xatakale entrevistaronen profundidad.

El uso de animales lleva siendo objetode discusiónen la comunidad científica desde hace años, y toda nueva aplicación es objeto depolémica. De ahí que la Comisión lleve años recomendando su sustitución. Sucede que hoy, en un momento crítico para el desarrollo de una vacuna o un tratamiento contra la enfermedad que ha paralizado al mundo, la disputa y sus consecuencias morales ha cobrado una importancia crucial.

Imagen:Commons

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