Lo más probable es que los Juegos Olímpicos se celebren. En contra del 60% de los japoneses

Andrés P. Mohorte

Se aproxima el verano y las incertidumbres sobre los Juegos Olímpicos de Tokio no hacen sino aumentar. Hace un mes el gobierno japonés declaraba el tercer Estado de Emergencia desde que comenzara la epidemia. Algunas de las ciudades más grandes del país,como Osakao Tokio, sufren un rebrote severo. El Ministerio de Salud ha registrado durante las últimas semanas un número decontagiosyhospitalizacionesrécord. El ritmo de vacunación es muy bajo: sóloel 2,77%de la población cuenta con una dosis.

Y sólo quedan 70 días para que comiencen los JJOO.

Por la cancelación. Lo que ha generado unlógico nerviosismoentre la mayoría de japoneses. La última encuesta elaborada por el diario Yomiuri Shimbun es significativa: el 60% de los consultados desearía que los Juegos se suspendieran. Otras han apuntado en la misma dirección. Hace algunas semanas, un sondeode TBSelevaba el porcentaje al 65%. En abril,otro trabajoelaborado por una agencia de noticias colocaba en el 70% a los japoneses favorables a la cancelación o el aplazamiento.

Caso omiso. Nada que perturbe al Comité Olímpico Internacional. Desea seguir adelante con la cita y lo expresacon regularidad. Su vicepresidente, John Coates, se ha mostrado “preocupado” por las encuestas japonesas pero ha reafirmado su compromiso con la celebración, así como el del propio primer ministro nipón, Yoshihide Suga. Sucede que Suga comienza a sentir el aliento de la opinión pública. Su popularidad se ha desplomado y este fin de semanatuvo que aclararque la salud de los japoneses era “lo primero” y que jamás la supeditaría a los Juegos.

La prueba. Entre tanto, el COI ha ensayado dos pruebas de atletismo para poner a prueba su protocolo de seguridad.El primero, una media-maratón, fue un éxito, sin apenas público y sin positivos entre los participantes. El segundotuvo lugarayer dentro del estadio. Tampoco hubo público, lo que no impidió que un centenar de japoneses se manifestaran en las afueras del recinto en protesta por la celebración de los Juegosy exigiendosu inmediata suspensión. A este respecto el COI también ha sido claro: si por algún improbable casual no se pudieran celebrar,no habríaaplazamiento.

Tokyo 2020/2021 desaparecería para siempre.

Todo o nada. El gobierno japonés afronta así un dilema cada vez más complejo. La organizaciónafronta yaunos sobrecostes superiores a los €5.000 millones. Sin el retorno económico previsto por la celebración y retransmisión la pérdida sería aún más grande. Pero al mismo tiempo tanto la situación epidémica como mediática presionan por la suspensión. Los dos mejores tenistas de Japón, Kei Nishikori y Naomi Osaka (#2 mundial),han manifestadosus dudas sobre la conveniencia del evento. Y cuesta imaginar a alguien más interesado en su celebración.

A medio gas. En este impás, las autoridades niponas, obligadas a cubrir sus compromisos con el COI y con sus ciudadanos, han optado por unos Juegosdisminuidos.Se disputarán, sí, pero no se permitirá el acceso a visitantesextranjeros. Pese a que la vacuna no será obligatoria, el COIha cerradoun acuerdo con Pfizer para inmunizar al mayor número de atletas.Se realizaránpruebas PCR diarias; se crearán burbujas en la Villa Olímíca para evitar cualquier contacto exterior; y se reducirá el volumen de espectadores (locales) gradualmente (hasta cero, por lo que el gobierno se puede despedir de los$800 millonesde recaudación previstos).

Unos Juegos Olímpicos extraños y a medio gas. Hijos de su tiempo. Si llegan. Todo apunta en esa dirección, tantolas palabrasdel primer ministro como del COI. Pero la voluntad de los japoneses es clara (en contra) y también la de los opositores al gobierno. Hoy mismo el líder del primer partido de la oposición, Yukio Edano,ha abogadopor su suspensión ante la posibilidad de compaginar la protección de las vidas de sus ciudadanos y la celebración de un evento global al que asistirán hasta 10.000 deportistas.

Imagen: AP

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