Los cientos de idiomas y sistemas de escritura del mundo, en un precioso mapa de 1741

Andrés P. Mohorte

Elsiglo XVIIImarcó un punto de no retorno para el conocimiento humano, muy especialmente el occidental. Diversas disciplinas iniciaron su largo recorrido moderno, al albur de la Ilustración y del rico circuito de ideas que componía la Europa de la época. Una de ellas, como tantas otras, fue la lingüística, cuyo recorrido se adentraba en la Antigüedad y el Medievo, pero que disfrutó de una revitalizada atención.

Naturalmente, los hijos de la Ilustración interpretaron el mundo que les rodeaba desde los mismos prejuicios que sus futuros aprendices. En el caso de los idiomas, por ejemplo, se prestó una especial atención a la lingüística comparada, en gran medida desde una posición de superioridad o partiendo de supuestos mitológicos, como un árbol genealógico común (lalengua adánica, perdida tras la Torre de Babel) en los que unos idiomas tendrían determinadas prevalencias sobre otros.

Fue el caso deGottfried Hensel, lingüista alemáncuyo mayor legadoacadémico fueun precioso mapa(1741) sobre las distintas lenguas que poblaban los continentes conocidos por aquel entonces. Hensel presentaba los idiomas conocidos junto a pequeños extractos delPadre Nuestro, cada uno en su sistema de escritura y siguiendo la tipografía más oriunda de cada región (algo especialmente visible en las lenguas germánicas y su inmortal gótica, legada hasta nuestros días).

El trabajo de Hensel no es particularmente valioso por lo preciso de su contenido, sino por lo original: hasta entonces, ningún lingüista se había propuesto sintetizar en una sola obra todas las lenguas del planeta, mucho menos con sus respectivos alfabetos y sistemas. El mapa, cuya estética estípicamente dieciochesca, representa un viaje por lo desconocido. Las lenguas de África apenas aparecen, más allá del árabe o el amárico, y su dibujo identifica más bien a grupos étnicos. Es algo consustancial al conocimiento (y los prejuicios) que Europa tenía del continente.

Similares apreciaciones pueden realizarse para Asia, donde el sistema deescritura japonésse asemeja en absoluto al que realmente se utilizaba. Algunas traducciones, como las del cirílico, tampoco son correctas. Pese a todo, Hensel realizó un gran trabajo documental, tirando de fuentes secundarias y terciarias. El conocimiento académico iba al alza, pero seguía siendo limitado en manos de los investigadores de la época. La biblioteca digital de la Universidad de Cornellpermite explorar su trabajoa fondo. Sin embargo, mucho más recomendablees la labordeJakub Mariandigitalizando los pergaminos de Europa, África y Asia.

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