Los eructos de las vacas emiten mucho metano. Y hay quien quiere solucionarlo con mascarillas
Andrés P. Mohorte
Las mascarillas hanllegadoa nuestras vidas para quizá no salir jamás. Todos los gobiernos recomiendan su uso una vez salgamos del confinamiento. Pese a que su efectividad ha sidodiscutida, se trata de un instrumento de bajo coste que puede reducir potencialmente un riesgo enorme. De ahí su repentina ubicuidad, una a la que Occidente no estaba acostumbrado.
A corto plazo, la fiebre puede llegar incluso a las vacas. Aunque por motivos muy diferentes.
El metano. Una leyenda urbana ha sido repetida durante años: “Los pedos de las vacas son uno de los mayores responsables del calentamiento global”. La frase, como tal, es falsa. Aunque esconde parte de verdad. Por un lado, el sector ganadero es el responsabledel 14%de los gases que contribuyen al efecto invernadero. En ese proceso, losairesde las vacas representan un 39% del total. Un porcentaje significativo.
Ahora bien. Dos grandesperos: no emiten dióxido de carbono sino metano; y no se trata de flatulencias sinode eructos. El 95% de sus gases, fruto inevitable de sus complejos sistemas digestivos, proviene de su boca y nariz. Es aquí donde entran las mascarillas: ¿y si hubiera una forma de filtrar ese metano, de limitar su impacto?
La respuesta. La ofreceZelp, una empresa fundadaen 2017y dedicada a la fabricación de mascarillas para ganado. Como cuentaeste reportajede Bloomberg, su producto, en pruebas, aún no cuenta con el beneplácito de la investigación científica. En esencia, sus mascarillas absorben el metano y lo sintetizan en CO2 (un gasmenospotente amplificando el efecto invernadero) mediante pequeñas baterías solares.
¿Funciona?La ciencia aún no se ha pronunciado. En cualquier caso, algunos conglomerados del sector, comoABP, ya han aceptado probarlas. Idealmente, las mascarillas costarían unos 40€ la unidad y podrían incorporar un acelerómetro y un sensor GPS para monitorizar al animal y controlar su nivel de estrés. Las mascarillas, en versión beta, aún no son del todo cómodas.
Incentivos. ¿Qué llevaría a un ganadero a invertir en algo así?Algunosestados se han propuestoreducirsus emisiones, entre ellas las de metano. Futuras regulaciones podrían dirigirse al sector agropecuario (hay más de1.000 millonesde vacas en todo el mundo) y podrían penalizar a las empresas menos sostenibles (por ejemplo, medianteimpuestosa la carne).
La industria alimentaria, cabe remarcarlo, no es la delautomóvilni la delazúcar. La Unión Europea haintentadoregular específicamente las emisiones de metano de las granjas, pero se ha topado con una granoposiciónpolítica. Países comoDinamarcao Suecia han tanteado gravar el consumo de carne sin éxito, ante fuertesresistencias.
Cifras. A grandes rasgos, el impacto de la agricultura, pesca y otros usos de la Tierra en el efecto invernadero podría ascenderal 25%del total. En este proceso la carne tiene un papel fundamental. Las explotaciones ganaderas representanel 27%del uso global de la tierra, y el consumo de carne, no el delejanía, es el principal factor que explica la huella alimental de cualquier dieta.
*Imagen:Kirsty Megan/Flickr
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