Más grandes, peligrosos y contaminantes: ya hay quien pide prohibir los SUV en las ciudades

Andrés P. Mohorte

Dos tendencias han conquistado a un tiempo el mercado urbano y las políticas de las grandes ciudades: los SUV por un lado y la movilidad sostenible por otra. Un proceso silencioso, en paralelo, y en el que ambos polos del debate jamás se han tocado. Hasta ahora. El crecimiento del segmento SUV ha llenado las calles de vehículos enormes, mezcolanza de los clásicos utilitarios y de las variantes 4X4. Todo ello en un periodo de lenta reconversión urbana hacia el peatón, la bicicleta y el transporte público.

El choqueera inevitable.

¿Qué?Un ejemplo: el año pasado la celebración del Frankfurt Motor Show, una de las ferias más importantes de Europa, congregaba a fabricantesy a milesde manifestantes. Uno de sus lemasera nítido: “Asesinos del clima”. Días atrás, la muerte de cuatro peatones en un solo accidente, provocado por un SUV, motivabauna protestaen Berlín contra los SUV. Ciudadanos corrientes y políticos, comoel presidentedel distrito Berlín-Mitte, entonaron unamisma canción: es hora de prohibirlos en la ciudad.

Para los sectores volcados en la defensa de la movilidad sostenible, el SUV, en todas sus variantes, es un problema a atajar.

¿Por qué?Por las conclusiones arrojadas por algunos estudios. Se sabe, por ejemplo, que las proporciones de los SUV hacenmás probableque un peatón sufra lesiones más letales en la parte superior del cuerpo. También que los accidentes protagonizados por un SUV hacenun 11%más probable que alguna de las personas implicadas fallezca. El porcentaje es más drástico para los peatones:otros investigadoresatribuyen a los SUV una mortandad potencial un 70% más elevada que los turismos tradicionales.

Es decir, si te atropella uno de ellos, el riesgo de fallecer es más elevado.

Tendencia. Pese a que la siniestralidad en las ciudades ha bajado durante las últimas décadas, los accidentes protagonizados por un SUV han aumentado (un 81%en Estados Unidos entre 2009 y 2016). Una cifra lógica si pensamos en su popularidad. En España, los SUV representanya el 26%de la cuota de mercado. Las cifra son similares en el resto de países europeos: el segmento pasó de ocupar el 7% del mercado continental en 2009al 36%en 2018. Son la punta de lanza de la industria.

Clima. Es la otra gran cuestión: ¿son los SUV más contaminantes que otros vehículos? La pregunta no admite una respuesta sencilla, porque depende de numerosos factores. Sabemos que el número de coches en España que superan los120 gramosal kilómetro de CO2, una de las franjas marcadas por la Unión Europea, se ha disparado durante los últimos años, alcanzandocifras récorden 2019. Esto no se debe exclusivamente a los SUV, sinoal dominiode los gasolina frente a los diésel.

Lo cierto es que la regulación europea,como explicannuestros compañeros de Motorpasión, ha generado un incentivo perverso: pese a que obliga a los fabricantes a no superar los 95 g/km de CO2, ha introducido exenciones en función del peso medio de la flota. ¿Resultado? Se ha favorecido la comercialización de vehículos más más grandes, y por tanto más contaminantes. Es decir, los SUV.

¿Veredicto?Cuerpo a cuerpo, su volumen les obliga a emitir más CO2, pero no necesariamente más partículas o NOx, muy variables en función de la tipología del vehículo (gasolina o diésel,tradicionalmenteen detrimento de estos últimos), o de su fecha de producción (máseficientes). Estas últimas han sido identificadas durante el último lustro comolas principalescausantes del deterioro de la calidad del aire, y de su consecuente impacto en la salud de los peatones. Sin embargo, el aumento del CO2 tiene externalidades más perniciosas en materia medioambiental y de sostenibilidad. Y los SUV, por ahí, sí sonun problema.

Imagen: Boris Roessler/DPA

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