Maniquís y aficionados de cartón: el béisbol de Taiwán ofrece un camino para reanudar el deporte

Andrés P. Mohorte

Como tantos otros eventos de masas, el deporte se ha visto gravemente interrumpido por la crisis del coronavirus. La mayor parte de competiciones occidentales se han visto interrumpidas,suspendidaso aplazadas indefinidamente. Ahora, en pleno proceso dedesescalada, los organizadores desean recuperar el tiempo perdido. La cuestión es cómo conjugar las competiciones con las necesarias medidas de distancia social.

Taiwán ofrece un ejemplo.

Béisbol. Hace dos fines de semana, su liga de béisbol taiwanesainaugurósu temporada con un mes de retraso a causa de la epidemia. Lo hizo siguiendo un estricto protocolo de seguridad y con los estadios cerrados al público. En su lugar, durante el primer partido,un nutridogrupo de 500 maniquís y aficionados de cartón poblaron las gradas. Una estampa surreal ideada por los directivos delRakuten Monkeys.

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Desangelado. Las directrices de la Liga impiden el acceso de los aficionados al campo. Sólo un puñado de periodistas, los jugadores, el resto del plantel técnico y las animadoras tienen permitido el paso. “Es diferente”, explica uno de los comentaristas de la competiciónaquí, “pero estamos intentando hacerlo tan cercano como debería ser, tan normal como podamos. También es muy diferente para los jugadores”.

Ellos se ven menos afectados. ESPN recogeaquíalgunos de sus testimonios: “Nos gustaría que los aficionados vinieran al estadio y animaran, pero tenemos suerte, dado que no hemos parado la temporada”.

Protocolos. Taiwán ha sido uno de los países más exitosos en la contención de la pandemia. Su receta es similar a la de otros países asiáticos: prevención temprana y trazabilidad de contactos mediantetecnología. Tales precauciones se han extendido a sus competiciones deportivas, que han vuelto a disputarse bajo estrictosprotocolos:

¿Ventajas?El parón de las competiciones ha generado hambre de deporte. El béisbol taiwanés se puede beneficiar de su regreso: más decinco millonesde espectadores siguieron los primeros partidos porredes sociales, entre ellos apasionados estadounidensesdesesperadospor llevarse cualquier simulacro de su deporte favorito a la boca. La liga quiere aprovechar el momento para vender sus derechos a televisiones internacionales.

También en fútbol. Vivimos tiempos extraños. Otra prueba: durante las últimas semanas algunos aficionados al fútbol han volcado su atención en dos ligas exóticas, labielorrusay latayika. Ninguno de los dos países ha considerado necesario suspender las competiciones, si bien se celebran a puerta cerrada. De repente, periódicos y páginas españolas han promocionado, difundido yretransmitidosus partidos.

Riesgos. Por lo demás, en Europa, aún no está claro cómo regresarán las competiciones. El modelo de Taiwán, con maniquíes en las gradas o no, ofrece una pista: grupos controlados, sedes fijas, contactos y viajes limitados. Lo que parece improbable es que los aficionados regresemos a nuestros asientos a corto plazo. ElAtalanta-Valenciadel 19 de febrero fue uno de los principalesfocosde contagio en Italia y España.

El alcalde de Bérgamo lodefiniócomo una “bomba biológica”. Lejos no andaba.

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