Nadie hacía caso a los códigos QR hasta que llegó COVID-19: atentos a su “modo Foursquare” como aliado del rastreo de contactos
Javier Pastor
Puede queno hayáis escaneado muchos códigos QR en el pasado, pero eso está cambiando. De repente el uso de estos pequeños códigos bidimensionales se está convirtiendo en la norma tanto en los negocios de hostelería como en cada vez más y más escenarios de nuestro día a día.
La pandemia de COVID-19está haciendo que el uso de los códigos QR crezca de forma notable, y este singular sistema que fue creado hace 25 años se ha convertido en un aliado clave para minimizar contagios y fortalecer la distancia social.
No toques, escanea
Lo estamos viendo cada vez más en todos los negocios de hostelería, donde las tradicionales cartas para consultar el menú han dejado de proporcionarse en formato físico yse ofrecen ahora a través de un código QR.
El cliente llega, escanea ese código y se le redirige a una página web en la queese menú digital se convierte ahora en el método para poder elegir los platosque se van a pedir.
La idea no es nueva, pero lo cierto es que en la mayoría de los casoslos códigos QR habían pasado sin pena ni gloriapor nuestra vida hasta ahora. A pesar de sufacilidad para generarlosy leerlos —hay decenas de aplicaciones de terceros que lo hacen, yalgunos móviles integran de forma nativa esa opciónen su aplicación de cámara— su uso no se había popularizado hasta ahora.
Solo países como Japón —quizás porque nacieron allí— los habían adoptadode forma destacable, pero la pandemia de COVID-19 ha hecho que se hayan convertido enuna útil herramienta para minimizar los riesgos de contagio.
Responsables de empresas que proporcionan estos servicios dejan claro esecrecimiento imparable de su uso. Nils Engelking, cofundador de Egoditor, una empresa que trabaja con todo tipo de negocios para que generen e impulsen el uso de códigos QR, lo confirmaba enuna entrevista en Wired.
Este producto ha visto cómo el registro de restaurantes a su serviciose ha multiplicado por 25 respecto a febrero, y lo mismo ha pasado con los hoteles, que han multiplicado por siete esos registros.En Emprendedorescitaban el caso de Carta360, una empresa que proporciona servicios digitales para negocios de hostelería y que ha visto crecer la demanda de sus servicios entre un 200 y un 300% en las últimas semanas.
En España estos códigos QR también han multiplicado su uso, y los estamos viendo de forma habitual no solo en restaurantes u hoteles —que permiten así mostrar información sobre sus servicios e instalaciones— sinotambién en emplazamientos como museos, comercios u oficinas de turismo.
La de Jávea, por ejemplo, muestra en su exterior diversos códigos que permiten descargar folletos, mapas, guías y material promocional variado que normalmente esta oficina (y otras muchas) proporcionaban en papel. Los ejemplosse multiplicanen toda España y en todo el mundo, donde los códigos QR se han convertido en la alternativa de facto a la hora de proporcionar información que los usuarios pueden consultar desde sus dispositivos móviles fácilmente.
El uso de estos códigos estápropagándose también en el ámbito de las redes sociales.TwitteryWhatsAppya ofrecían esa opción para añadir a nuevos contactos, e Instagramacaba de anunciarque abandona sus propios códigos QR antiguos,llamados Nametags, y comenzará a usar códigos QR que ya se podrán escanear con cualquier otro móvil y escáner de códigos, y no solo desde la aplicación de Instagram.
Instagram se aparta así de su estándar propio en este sentido, algo de por ejemplo Spotifytambién hacíaal tenertanto códigos propiospara compartir músicacomo códigos QRpara ese propósito, aunque de momento este servicio pareceimpulsar sus propios códigosaunque tenga también soporte para el conocido estándar tradicional.
Códigos QR como ayuda “a lo Foursquare” para el rastreo de contactos
Otra de las aplicaciones de estos códigos es la que está comenzando a implantarse comoaliada del rastreo de contactos. En algunas aplicaciones que hacen uso de la tecnología Bluetooth para detectar contactos también se usan códigos QR, pero con otro propósito.
Es el caso de Australia. Allí el Gobierno de Nueva Gales del Surha actualizadosu aplicación de rastro de contactos para incluir un escáner de códigos QR que se ha integrado en una prueba piloto y que sirve para que todo tipo de clientesse registrencuando visitan diversas localizaciones.
La idea essimilar a la que proponen desde hace años redes sociales como Foursquare: marcamos dónde hemos estado y eso permite a los rastreadores de contactos tener un repositorio de datos. En caso de que alguien contagiado confirme que ha visitado esa localización, se puede avisar a quienes la visitaron en el pasado para que comprueben si pueden haber estado expuestos.
Se persigue así contar con una extensión del rastreo de contactos a través de la tecnología Bluetooth de nuestros móviles, y como en ese casodepende de la participación voluntaria de los ciudadanos. Uno de los responsables de la plataforma indicaba que estos registros “son seguros, ahorran tiempo y ayudan a los funcionarios en la tarea del rastreo de contactos”.
Además, aseguraba, todos los datos que se recolectan permanecen en una base de datos del servicio durante 28 días “con el único propósito del rastreo de COVID en caso de un rebrote”.
La idea de hechose ha extendido a Nueva Zelanda, donde la aplicación oficial, NZ COVID Tracer, se unirá a la obligatoriedad de que todosprácticamente todos los negocios del país muestren un código QR-que debe ser distinto si están presentes en distintas ubicaciones- para poder ayudar en este tipo de registro de visitantes.
Inglaterra tambiénestá planteando esta ideaen una versión actualizada de su aplicación de rastreo de contactos, yotros paísescomoIndia, Corea del Suro Singapurtambién la han implementado.
California, en Estados Unidos, utiliza también este sistemadesde hace mesesmediante la aplicación TrackCOVID, y puede que este tipo de medida gane más y más popularidad como compañera del rastreo vía Bluetooth. Es más que probable que esogenere nuevos debates sobre la potencial invasión a la privacidad, pero la idea es desde luego coherente con la estrategia del rastreo de contactos.
Imagen |Unsplash