Netflix bate records en las nominaciones a los Oscar 2020: su influencia sigue extendiéndose por todos los rincones de la industria

John Tones

Ya solocon las nominaciones a los Oscar 2020 en la mano, tenemos un ganador claro: Netflix.Sus apabullantes 24 nominaciones la colocan por delante de cualquier otra productora, seguida de 23 nominaciones de Disney (más centrada en los premios técnicos, eso sí, aunque suyas son’JoJo Rabbit’y’Le Mans ‘66’) y de 20 sorprendentes nominaciones de Sony, que ha llevado a las quinielas algunas de las películas más elogiadas del año, como’Érase una vez en Hollywood',‘Dolor y gloria’,‘1917’o’Mujercitas’.

El record de nominaciones no lo tiene una película de la plataforma, sino ‘Joker’, con nada menos que 11 nominaciones.Le sigue muy de cerca, sin embargo, ‘El irlandés’ con 10, cantidad que también suman ‘Érase una vez en América’ y ‘1917’. Las siguientes en el escalafón tienen 6 nominaciones, donde empatan ‘Historia de un matrimonio’ (esta también de Netflix), ‘Jojo Rabbit’, ‘Mujercitas’ y ‘Parásitos’.

Es decir, es un año importante para Netflix, que redondea asíotro record pasado de la temporada de premios: 17 nominaciones en los Globos de Orodel 5 de enero. Sin embargo, la plataforma solo sumó un premio: para Laura Dern como Mejor Actriz de Reparto en’Historia de un matrimonio'. Como siempre, las entregas de los premios matizan los logros que se alcanzan en las nominaciones, pero eso no quita ni un ápice de mérito a la plataforma, que ha llegado aquí no sin polémicas a su paso.

Pero… ¿cómo hemos llegado a este punto?

Cuando’Roma' de Alfonso Cuaróninició el desembarco de Netflix en las producciones “de calidad” (acompañada en 2018 por el western de los hermanos Coen ‘La balada de Buster Scruggs’, nominada a tres Oscar y ganadora del Mejor Guión en Venecia),solo los más visionarios pudieron darse cuenta de que estábamos ante un cambio de paradigma. Masivamente reconocida por la crítica como una de las películas del año (aunque como siempre, hubo voces disidentes), era incluso más “artística” de lo que necesitaba ser. Dicho de otro modo: era una declaración de intenciones. Netflix estaba proclamando que no necesitaba hacer la superproducción másartiedel año, pero que si se ponía, podía hacerla.

Pero lo cierto es que muchos vieron ‘Roma’ como simplemente eso:una demostración de poder, una exhibición de que podían hacer lo que les viniera en gana. Entenderlo como un gesto presuntuoso fue lo que posiblementedesató las iras de Spielberg(aunque él produce series para Apple TV), ygeneró una pequeña discusióncon otros directores y la propia Netflix. Cannes, por su partese mostró inflexiblea la hora de modificar sus reglas para admitir a Netflix -sucedió tanto con ‘Roma’ como con ‘El irlandés’- en su palmarés (la ley francesa impone un plazo de 36 meses desde el estreno de una película en salas hasta estar disponible en un servicio de streaming)

Netflix ha toreado el lento proceso de exhibición escalonado de los estrenos, donde cada peldaño tiene sus tiempos.

Netflix ha ido solucionando los problemas que se ha encontrado a golpe de talonario (y no hablamos solo de los 40-60 millones de dólares que invirtió para promocionar ‘Roma’ en la carrera a los Oscar). Por ejemplo,no podía tener nominaciones a Mejor Película si la producción no había sido exhibida, como mínimo, una semanaen un teatro de Los Angeles. Lo solucionó trazando un entramado de relaciones con pequeñas salas independientes que no han tenido problemas en saltarse las sagradas ventanas de exhibición. Que es lo que, primordialmente, ha llevado a Spielberg a clamar por “la muerte del cine”: Netflix ha toreado el lento proceso de exhibición escalonado de los estrenos, donde cada peldaño (de la exhibición en salas al mercado doméstico) tiene sus tiempos.

La actitud desafiante de Netflix, claro, tampoco ayuda a apaciguar los ánimos: para proyectar ‘El irlandés’, alquiló durante un mes el icónico Belasco Theatre, en el corazón de Manhattan, entre cuyos hitos históricos figura haber presentado al mundo a un joven Marlon Brando sobre el escenario. En noviembre, Netflix transformó el teatro en un cine y exhibió la película de Scorsese al estilo clásico de Broadway: una sesión de noche al día, con matinales los fines de semana.Un guiño a la época dorada del cine que en Hollywood posiblemente se percibe como recochineo: estos salvajes recién llegados de la televisión demuestran más respeto por las formas clásicas que cualquier gran productora.

Pero también Netflix tuvo que ceder (solo en parte): para llegar a más salas:con ‘Roma’, por ejemplo, propuso una ventana de exclusividad de un mes en salas, aunque la mayoría de ellas se siguieron negando a bajar de los noventa días. Antes de ello, con la primera película que había distribuido Netflix en 2015, ‘Beasts of No Nation’, había sufrido unboicot de cuatro grandes cadenasde cines estadounidenses por negarse a respetar la ventana habitual de 90 días antes de empezar a exhibir el film en su pataforma. El boicot ha seguido con ‘El irlandés’.

Aún así, con esa semana en cines de Los Angeles era suficiente para que ‘Roma’ fuera nominada a los Oscar, queno modificaron sus exigenciaspara que una película fuera nominada (tuvo hasta que meter baza el Departamento de Justiciade Estados Unidos).La película de Cuarón, no obstante, no ganó el Oscar a la mejor película, galardón que fue a parar a ‘Green Book’. Aún así, se llevó los premios a Mejor Película Internacional, Mejor Fotografía y Mejor Director. El camino estaba pavimentado hacia el record de este año, más industrial que artístico (que, por otra parte, es lo que posiblemente más molesta a Spielberg).

El triunfo de ‘El irlandés’

Netflix sabe que un nombre de prestigio puede hacer más por su entrada en el prestigioso panteón de los premios que cualquier maniobra comercial. Por eso se puso en contacto con Martin Scorsese, que llevaba tiempo queriendo adaptar el libro ‘I Heard You Paint Houses’. Un proyecto cuya producción había abandonado Paramount cuandolos gastos se dispararon por la tecnología de rejuvenecimiento que había que aplicar a su casting de estrellas. Cuando Netflix se hizo cargo del proyecto, los gastos no dejaron de subir, hasta alcanzar 159 millones de dólares de presupuesto.

Entre esos gastos disparatados, los rumores de que los efectos visuales no habían quedado tan bien como se esperaba y la duración de casi cuatro horas, todo parecía predecir un tropiezo, perolas críticas fueron unánimente positivasy hablaron de la mejor película de Scorsese en décadas. Paradójicamente, Scorsese ha sido siempre uno de los eternos abogados del cine clásico (en contraposición incluso a los éxitos superheroicos), yla maniobra de Netflix con el Belasco Theatreparece dirigirse en ese sentido.Netflix no va a ceder a las presiones de las distribuidoras, pero le ha dado a ‘El irlandés’ el trato de clásicoque cree que merece.

Si estamos ante un cambio de paradigma auténtico o no está por ver. En el último cuarto del año pasado exhibió en cines, de forma limitada, muchas de sus producciones, antes de queun mes después pasaran a la plataforma.Comparado con el beneficio que le dan en su propia plataforma, los ingresos por recaudación en salas es una nimiedad, pero compensa: Netflix ha batido record de nominaciones en los Oscar de este año. ¿Cuál podría ser el siguiente paso?