Ni ritos chamánicos ni propiedades curativas: de dónde surge el “rito del sapo bufo” de Nacho Vidal

Andrés P. Mohorte

Cuesta subestimar el podermeméticode2020.

En lo que llevamos de año hemos sido testigos de unainsólitaguerra entre clanes de Granada; de la derivacaníbalde las ratas urbanas; de lainstauraciónde la policía del amor; delbautizode recién nacidos con pistolas de agua; de ganadores de la lotería que hanguardadosus boletos durante meses; delhombre-lagartoen la Barceloneta; deprotestasenAnimal Crossing; de lasrevilletas; de los perros en alquiler parapaseo; y de las autoridades colombianas utilizando a los enterradores de Ghana en una campaña deprevención.

¿Qué nos queda por vivir a estas alturas?Nacho Vidal. Nos quedaba Nacho Vidal. Practicando rituales chamánicos. Matando a un fotógrafo. Corriendo elDakar. Dentro la entradilla más increíble del siglo:

El texto anterior abrela noticia de Levante-EVM, el medio que ha publicado la exclusiva. Los hechos son los siguientes. Durante la madrugada de ayer la Guardia Civil detenía a Nacho Vidal y a dos supuestos cómplices por el presunto homicidio imprudente deJosé Luis Abad, un fotógrafo especializado en  moda y de relativa celebridad en el sector. Abad había muerto el 28 de julio. Supuestamente, lo hizo mientras Vidal y sus colaboradores practicaban elrito del sapo bufo.

La causa oficial del fallecimiento fue el infarto de miocardio. Las extrañas circunstancias que rodearon su deceso movilizaron a sus familiares y a las fuerzas del orden, que iniciaron una larga travesía de once meses tratando de encajar todas las piezas de un puzzle, a la postre, inaudito. Vidal ha tenido que testificar ante un juez acusado dehomicidio imprudente. Ha perdido su pasaporte y tendrá que pasar por el juzgado con frecuencia.

Inevitablemente, la historiaha copadola conversación en redes sociales y medios de comunicación. Los ingredientes son perfectos. Un actor porno en franca decadencia post-profesional, un oscurorito chamánicodestinado a desenganchar a un fotógrafo de su adicción a las drogas, viajes astrales procedentes del desierto de Sonora, un año de laboriosa investigación policial. La clase de bomba explosiva que sólo la España confinada, eternamente surreal, podría producir.

Una que, además, esconde un misterio, un exotismo: el sapo bufo y el ritual místico con el que Nacho Vidal, supuestamente, podría matarte.

Historia de una gran mentira

Punto número uno:sapo bufoes una descripción muy genérica para una amplia familia de anfibios (bufonidae) entre los que se encuentra el sapo común europeo, el batracio corpulento, achapado y regordete que podemos hallar en nuestros jardines cuando la humedad arrecia. No hay nada demasiado especial en este elemento. Todos ellos (más de diecisiete subespecies) producen, a través de sus glándulas parotoides, un veneno llamado “bufotoxina”.

Y aquí termina el relato ordinario de los hechos.

Sucede que el veneno liberado por cada especie de sapo bufo difiere. Uno de los más potentes lo segrega el sapo del desierto sonorense osapo del río Colorado, cuyo hábitat natural, como su propio nombre indica, se encuentra a mitad de camino entre México y Estados Unidos. Al producir 5-MeO-DMT y bufotenina, el anfibio es capaz de protegerse de sus predadores. Es sabido quepuede conducira serios episodios de parálisis, llegando a la muerte, en perros, gatos y serpientes de cascabel.

Un veneno tan potente sólo puede producir efectos aún más alucinantes una vez consumido por un ser humano (hasta un cuarto hora deviaje). Es la lógica detrás de su inhalación, un procedimiento de conocida peligrosidad (taquicardias, pérdidas del conocimiento) por su componente tóxico. Pero uno preñado de un relato místico durante los últimos años (“la molécula de Dios”, asociada a propiedadesafrodisíacasy psicodélicas similares a las de la ayahuasca) que se remonta al inicio de los tiempos y a las culturas milenarias de Mesoamérica.

¿Es así? No. Tres expertos en medicina naturistapublicaron una brevepero exhaustiva investigación sobre los orígenes de su consumo. Sus conclusiones fueron bastante rotundas.

El origen del “sapo” como elemento asociado a viajes cósmicos y prácticas ancestrales es difuso, pero es posible trazarlo a partir de la publicación deBufo alvarius: The Psychedelic Toad of the Sonoran Desert, libro donde un tal Albert Most, conocedor de las investigaciones científicas relacionadas con los potenciales efectos de la bufotenina y 5-MeO-DMT,explicaba cómo extraerel veneno de los sapos e inhalarlo posteriormente. En su alucinado panfleto, Most fundaba la “Iglesia del Sapo de la Luz”, sentando las bases de la liturgia esotérica. Fumar bufotenina se convirtió en unsacramento.

Como quiera que obtener aquellos sapos tan específicos (sur de Arizona, norte de Sonora) era complejo, y dada la inherentepeligrosidada su consumo (durante los años siguientes se registraron casos de personas lamiendo directamente las ranas recién extraídas de los ríos, práctica muy poco recomendable), la práctica resultó minoritaria, pero quedó para siempre embadurnada una mística espiritual proveniente de los pueblos precolombinos, en especial entre los círculosnew age.

De hecho, la frecuencia de las palabras “bufo alvarius” y “5-MeO-DMT” fue absolutamente minoritaria en las principales publicaciones científicas hasta bien entrado el siglo XX. Sólo a partir de los ochenta, y fruto del incipiente consumo pregonado por Most, y muy en especial a partir de la pasada década, las citas se dispararon. ¿Por qué? Según los autores, por el interés de unaorganización civilmexicana volcada en proteger la herencia cultural de los pueblos indígenas de Sonora. A partir de 2011, utilizaron al sapo como una herramienta que aglutinara a tribus dispares.

La bufotenina se convertiría así en un escudo para los pueblos indígenas de Sonora, en una tradición inventada que realzaría su imagen y permitiría visibilizar de forma más efectiva su lucha y su particular cultura. En palabras de la propia organización responsable (Fundación OTA.C):

Era un hilo conductor tenue, no explicitado por parte de las tribus, pero suficiente para atar un relato común sobre su pasado y su legado. ¿En qué consistía aquel “secreto”, aquella “medicina”? No se sabía. Campo abonado para la imaginación. Más aún cuando la Fundación inició una colaboración con un médico (Rettig Hinojosa)para rehabilitar"de la adicción a la metanfetamina a algunos de sus miembros a partir de aplicaciones de OTAC (terapia ocupacional)". Se trataba de una prueba piloto. Pero que traspasó a los medios como una “práctica ancestral”, atrayendo a miles de curiosos dispuestos a adentrarse en los confines de la sustancia:

A partir de ahí el relato en torno a la medicina del sapo escapó totalmente a su control. Lo que comenzó como una forma de canalizar mediáticamente las reivindicaciones culturales y económicas de los indígenas de Sonora se transformó en una tendencia, en un proceso de “apropiación” que lo ha arrastrado a “espacios rituales, terapéuticos y psiconáuticos”. Fumar bufotenina se convertiría en un supuesto marchamo de identidad de supuestos descendientescomca’ac,yaquiomayos.

La mezcla de unas mitológicas propiedades curativas (sin soporte científico) y deuna teórica relaciónde mayas u olmecas con los sapos introdujo a Vidal en el “rito”. Así lo explicabaen 2017: “Me sacó una pipa con cristal, me la puso en a boca y fumé sin saber muy bien qué iba a pasar, sin saber qué esperar. Me dijeron que abriera los brazos, que mirara al sol, fumé con todas las ganas que podía y fue no acabar el humo y de repente… desconecté. Desconecté de una manera increíble”.

Es decir, todo es pura fabulación, el “ritual chamánico” que ha terminado con la vida de Abad sólo se sustenta en la imaginación. Pese a que se puede rastrear cierta presencia cosmológica y mitológica de los batracios en algunas culturas pre-colombinas, “aún existengrandes interrogantesen torno a la relación que pudo haber existido entre las culturas del Desierto de Sonora específicamente con el bufo alvarius utilizado como psicoactivo”. ¿Rituales chamánicos? No tan rápido.

Tras analizar un amplio volumen de códices precolombinos y escritos de misioneros y conquistadores, los autores del trabajo son claros: “Nuestros resultados demuestran que no existe evidencia literaria sobre la tradición del uso ritual debufo alvarius(…) Concluimos que los rituales organizados en el último tiempo son producto de una invención. La secreción no tiene propiedades medicinales confirmadas por ningún estudio estándar, así que no es posible considerarlo como un medicamento”.

El rito que no es, el sapo que no sana, el chamán ex-estrella del porno que podría terminar en la cárcel. El 2020 que no cesa.

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