No pasa nada si sigues llamando “Holanda” a Países Bajos. Los idiomas funcionan así

Andrés P. Mohorte

Millones de telespectadores se toparon ayer con una desagradable sorpresa: Holanda había dejado de ser Holanda. Tanto los rótulos oficiales como los comentaristas del partido que enfrentaba a su selección contra Ucrania hablaban insistentemente de “Países Bajos”. Allá donde antes hubo “jugadores holandeses” sólo quedaban “neerlandeses”, en un requiebro léxico de inigualable ortopedia. La transformación saltó a las redes sociales, donde a esta horasigue disparandolas pasiones.

El porqué. “Holanda” y “Países Bajos” siempre habían operado en nuestro idioma de forma intercambiable. También en el resto de Europa.A finalesde 2019 el gobierno neerlandés lanzóuna campañapublicitaria destinada a reforzar la marcaPaíses Bajosen todo el mundo. Cualquier mención a Holanda quedaría proscrita desde los órganos oficiales del estado, y se impulsaría el uso deNetherlandsen cualquier ámbito público.200 millones de eurosdespués, no quedaba rastro de Holanda.

El problema. Sucede que los idiomas funcionan al margen de los deseos y designios oficiales.La campaña buscaba, por ejemplo, que los presentadores de Eurovisión o los comentaristas de fútbol dejaran de referirse al país como “Holanda”, de tal modo que los televidentes abrazaran paulatinamente el uso de “Países Bajos”. Lo primero fue sencillo, lo segundo no tanto. Puede que sí en países de hablas germanas, donde “Netherlands” rima mejor con la melodía natural del idioma; pero no en aquellos de lengua romance, donde “Países Bajos” o “Paesi Bassi” resulta artificial.

¿Qué sucede? Que los idiomas no mutan por obra y gracia de una orden ministerial, sino por el uso de sus hablantes. Y el uso de “Holanda” está ampliamente asimilado por la población española. Las resistencias son feroces. Algunos ejemplos:

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Los exónimos. ¿Significa esto que decir “Holanda” es censurable? No. Todas las lenguas están plagadas de exónimos, atajos que los hablantes de un idioma utilizan para referirse a los topónimos de otro, fruto de las barreras fonéticas que encuentran en el camino. Alemania es unode los más evidentes: el nombre oficial del país esDeutschland, pero nosotros recurrimos a la denominación ancestral utilizada para los alamanesde Suabia. Se trata de otra provincia propia del país, mimetizando la relación de Holanda con Países Bajos (sin que a nadie le escandalice).

Otros ejemplos. Los hay a patadas, como recuerdaeste hilo. Marruecos sólo hace referencia a la ciudad y provincia deMarrakech, por lo que la forma correcta de mencionarlo debería ser “Magreb” (al-Maġrib), cosa que nadie hace; Suiza es en realidadSchwyz, un pequeño cantón del que el país toma su nombre; el nombre “Albania” no guarda relación alguna con el título oficial del estado, Shqipëri,cuya etimologíano tiene nada que ver con el origen de nuestra palabra (una tribu iliria); mientras que nosotros mismos llamamos “castellano” a la lengua de todos los españoles.

Viva Holanda. Tomamos la parte por el todo permanentemente. Los holandeses también. El uso “Holland” como sinónimo de “Netherlands” no es infrecuente en el país, y muchasde sus cancionesde apoyo a su elección hablan explícitamente de “Holland”. En rigor y en pureza es cierto que sólo dos pequeñas provincias de la muy pequeña nación son “Holanda”, y que otras, como Frisia o Zeelandia, presentan atributos culturales ohistóricos marcados. También es innegable que el nombre oficial ha sido y siempre será, a partir de ahora aún más, Países Bajos.

Y no pasa nada. Porque todos sabemos a qué nos referimos cuando decimos Holanda (al país, no a la provincia), por lo que hay poco margen para la confusión. La acepción “Holanda” como calco de Países Bajos data de la Edad Media, cuando los condados homónimos eran los más poderosos de la región, y el impulso hoy por el gobierno neerlandés viene marcado por (lógicas)sensibilidades locales. Y pese a todo, es normal que te salgaHolandaantes quePaíses Bajos. Sólo es un exónimo.

Imagen:Javift14

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