Qué ha pasado con Devermut, la pareja de influencers LGBT expulsadas de un bar “por bolleras”

Andrés P. Mohorte

Una noticiallenabalas portadasde los mediosde comunicación el viernes por la mañana:Devermut, una parejadeinfluencersa mitad de camino entre el activismo feminista y elbon vivantaspiracional, habían sido expulsadas de un bar nocturno de Conil. Según ellas, por besarse en público. A la acusación de homofobia le acompañaban diversos vídeos colgados en su perfilde Instagram, seguido por más de 700.000 personas. Un grupo de hombres les habría acosado “por bolleras” y los porteros del local les habrían echado a la calle de malas maneras.

“Después de besarnos y tener a 200 maromos mirando”, explicaban, “hemos avisado a los porteros y lo que han hecho es decirnos que quizá habíamos bebido demasiado. Un portero bajito fuertote mazado hasta ha intentado pegarnos, el nivel ha sido fuertote”. Acto seguido citaban al bar en cuestión,La Luna, una discoteca muy frecuentada en Conil. “Estas cosas nos pasan cada día a la comunidad LGBT. No nos habían echado nunca de una discoteca por lesbianas”,concluían.

A continuación reconstruían lo sucedido.Tras ser acosadaspor un grupo de hombres, una amiga de la pareja había intentado grabarles para registrar los hechos y exponer a los protagonistas. Al verlo, uno de los porteroshabría intentadoquitarle el movil “para luego intentar pegar"a Sara Giménez, una de las dos caras visibles de @Devermut. “Luego hemos ido a otro [local], pero han sido avisados de que habíamos sido echadas del primer esperpento y nada, nos han dicho que sí pero al momento no había sitio para nosotras”,añadían. La noche conileña, en su contra.

Si la historia ganó tracción en los medios se debe a la creciente popularidad de la pareja. Devermutnació en 2016como un canal de YouTube con un fuerte posicionamiento feminista y LGBT. Sus vídeos, en ocasiones con untono humorístico, en ocasiones conun tono activista, les permitieron crecer hasta los 280.000 suscriptores tres años después. Su posicionamiento dentro del colectivo LGBT, susnumerosas campañas, su facilidad comunicativay su interéspor las tendencias les granjearonun éxito paulatino. Uno trasladado a IG, donde tienen hoy unos 760.000 seguidores.

Y uno no exento de polémicas. En 2019criticaron la programaciónde Pride Barcelona por incluir a “señores que se visten de mujer”. Parte de su audiencia lo interpretó como un mensaje contrala comunidad trans. Unhashtag(#devermutisoverparty) se viralizó en Twitter y perdieron más de 2.000 seguidores en un puñado de días. La acusación de transfobiales ha acompañadodesde entonces, insertada en lagran batalla internadel feminismo sobre la cuestión trans. Ideas aparentemente reforzadas poruna línea de ropadonde la feminidad se entiende a partir de los genitales y porcomentarios posterioresen sus redes.

En paralelo, Devermut han expandido su perfil público saliendo del activismo y delcontenido aspiracionaltan característico de Instagram. Durante los últimos meses han publicado pequeñas explicaciones visuales, al modo de losvídeos cuadradosde PlayGround tan exitosos cinco años atrás, en el que desgranan cuestiones de actualidad. Uno muy compartido versa sobrela situación en Afganistán. En un puñado de imágenes resumen de modo didáctico y simple cómo se ha llegado a la situación actual, en un ejercicio más periodístico que ideológico.

Una denuncia de ida y vuelta

Aquella publicación, y otras dedicadas a asuntos candentes de la actualidad comoOnlyFans,Sudáfrica,Naim Darrechio laexistencia de OVNIs, les han permitido salir del nicho feminista y proyectarse hacia una audiencia más global. Todo ello intercalado con un contenidomás personaly enfocado a sus vivencias y con publicaciones de carácter reivindicativo, feminista y de marcado carácter LGBT. Lejos de ir en detrimento de su popularidad, tan poliédrico perfil ha realzado su fama,sumando más seguidores… Y también más detractores en el camino.

Este proceso ha culminado ahora en la polémica de Conil. Tanto para lo bueno como para lo malo. La denuncia de Devermut saltó rápidamente a algunos medios por la celebridad de la pareja. Pero al mismo tiempo colocóel foco mediáticosobre ellas, fiscalizando y analizando cada recoveco de la historia. Una que estaba menos atada de lo que aparentaba.

La discoteca ha tenido que publicar las imágenes de las cámaras de vigilancia de esa noche para desmentir lo que han dicho punto por punto.https://t.co/3QP7RfVo7wpic.twitter.com/yHWMAknH9l

A las pocas horas de publicar su acusación, el local de Conil negaba cualquier tipo de actitud discriminatoria por parte de sus porteros. Muy al contrario,señalaba a la parejapor un comportamiento provocativo e incívico dentro de la discoteca, motivo real de su expulsión mucho antes que la homofobia. Para demostrarlo colgaban diversos fragmentosde las cámaras de seguridaddel bar en el que podía observarse a la pareja y a sus amigas relacionándose con el grupo de hombres en cuestión, teórico autor del acoso homófobo. Los vídeos también se han viralizado.

Se pueden veren este hilo. Son fragmentos cortados y editados, por lo que también conviene cogerlos con pinzas. No obstante, La Luna afirma que cuenta con más de tres horas de grabación desde que Devermut entran en el local. En ellas se apreciaría como Devermut chocan provocativamente con el grupo de hombres en repetidas ocasiones, y como estos no reaccionan tanto a “un beso” como a las permanentes llamadas de atención por su parte. Tras numerosos enfrentamientos entre ambos grupos, episodio del móvil incluido, los porteros les desalojan sin violencia ni contacto físico.

Según ellas estaba acorraladas por tíos, se puede ver en las imágenes que no es verdad.pic.twitter.com/A95aBqT0tI

Como es obvio, se trata deuna versiónde los hechos, no dela realidad. La Luna sí parece muy convencida de ella, en cualquier caso.En un comunicadocolgadoen su perfilde Instagram, el local explica que su expulsión vino dada por “no respetar las medidas de seguridad del COVID-19”, “molestar a otros clientes” y “utilizar malas formas para dirigirse al personal del local”. No por “razones discriminatorias”. Dado el impacto que la controversia ha tenido en su imagen pública, van a denunciar “a los autores de las injurias y calumnias” difundidas “sin pruebas”.

¿Cómo de lejos puede llegar? Hace unos minutos Devermut ha subido a su cuenta de IGun vídeoen el que, a su vez, desmontan la versión del local. Su atención se centra en este caso en el comportamiento de uno de los hombres protagonistas del incidente. Cuando una de ellas se acerca al grupo para grabarse con su móvil, el hombre en cuestión le besa sin su consentimiento. El gesto habría desencadenado la reacción de la pareja y de sus amigas, lo que, según ellas, explicaría los vídeos difundidos por La Luna. La publicación viene acompañada de este texto:

El acoso habría pasado así de homófobo a machista, o a una suma de ambos. Una escalada bastante rápida de los acontecimientos. A esta hora la denuncia ha granjeado a Devermut tantos apoyos como detractores,parodias de sus publicacionesexplicativas incluidas.

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