Javier Pastor

El anunciohace unas horasde la compra de la aplicación de meteorología Dark Sky por parte de Apple ha causado cierto revuelo. Con esa comprala aplicación dejará de estar disponible en Android, y su API —que muchas otras apps utilizaban— también dejará de estar disponible.

La adquisición cambia por tanto el enfoque de esta empresa y su producto, y lo cierto es quecuando las grandes de la tecnología se van de compras y adquieren otras empresas puede pasar de todo: hay fracasos sonados, integraciones exitosas y, lamentablemente, productos y servicios que fueron alabados y acaban desapareciendo del mapa.

Google suele integrar, pero da algunos sustos

Google es especialmente prolíficaen adquisiciones de empresas. Muchas de ellas acaban siendo integradas en servicios que Google estaba preparando o simplemente acaban reconvertidas en esos nuevos servicios. Ocurrió con 60db (convertidoen Google Podcasts), Oyster (quepasó a formar partede Google Play Books), Timeful (mejoróInbox o Calendar), Softcard (destinadoa Google Pay) o Songza (queayudó a impulsarPlay Music).

En esa lista enorme de adquisiciones Googletambién ha dado algunos duros golpes a la comunidad de usuarios. Quien suscribe recuerda con tristeza el caso de Bump, aquella aplicación genial quepermitía transferir archivosa base de conectar dispositivo origen y destino con unos golpecitos. Tras la compra desapareció. El cliente de correo Sparrow era espectacular en Mac OS X, y Google también lo compró parahacerlo desaparecer del mapa.

Hablando de mapasno podemos olvidar aquella compra de Panoramioque puso a la startup española como ejemplo del emprendimiento en nuestro país —la compra de VirusTotalfue otro caso de éxito en este escenario—. Su integración en Google Maps o Google Earth fue destaacable, peroen 2016 acabaron cerrando el servicio. Más casos curiosos con mapas:cuando Google compró Wazetodo apuntaba a que lo acabaríaintegrando en Google Maps, pero hoy en día siguen siendo dos servicios separados que compiten entre sí para regocijo de los usuarios, que pueden acudir a uno u otro según lo prefieran.

Microsoft ya no es la que era (para bien)

La llegada de Satya Nadella tuvo un impacto enorme en la filosofía de adquisiciones de Microsoft. Hubo movimientos comprometidos a principios del milenio (aQuantive para competir con AdSense) ycompras desastrosascomo la de Nokia en 2013, pero con la llegada de Nadella la filosofía delas adquisiciones cambió de forma notable.

De hecho muchas de ellas, incluso las más grandes, han tratado siempre de sumar y de diversificar y ampliar la estrategia de Microsoftmás que la de responder a movimientos de rivales. Lacompra de Xamarinfue un anticipo de ese interés por las plataformas y comunidades de desarrollo: laadquisición de GitHuby su (al menos hasta ahora) buena gestión han demostrado el acierto de estas operaciones.

En los últimos tiempos ha habido más aciertos que han contribuido por ejemplo aimpulsar la presencia de Microsoft en Android o iOS. Lacompra de Sunrise Calendaryde Wunderlist—que convivió durante un tiempocon Microsfot To-Dohastadesaparecer— han permitido a la firma de Redmond introducirse en el segmento de la productividad en el móviljunto a Swiftkey, empresa que compró en 2016.

Ha habido también casos queni siquiera con Nadella al timón se han logrado enderezar. La compra de Skype por la mareante cifra de 8.500 millones de dólares (aún más mareante en 2011,cuando se produjo la adquisición) era prometedora para Microsoft, pero el producto ha acabado difuminándose.

De hecho estas semanas de confinamiento por el coronavirus Skype podría haber sido una herramienta clave que sin embargoha perdido relevancia frente a sus competidores. En Microsoftparecen haber dejado un poco de lado a Skype para centrarse en Microsoft Teams, y el tiempo dirá qué ocurre finalmente con Skype.

De los fracasos de Yahoo a las “asimilaciones” de Facebook

Si ha habido una empresa que haya desaprovechado oportunidades en este ámbito, esa es Yahoo!.La lista de meteduras de pata por parte de esta empresa es enorme y comenzó muy pronto. Compraron Overture en 2003 para competir con AdWords y fracasaron. Compraron Kelkoo en 2004 y la vendieron en 2008 a un cuarto del precio al que la compraron. Compraron Geocities y Broadcast.com en 1999 y se estrellaron de plano. Con Flickrtuvieron una oportunidadde redimirse, pero también acabaron estropeándola.

Lo mismo ocurrió con otras muchas operaciones, pero no solo con las que completaron,sino más bien con las que no lograron completar. Los intentos de Yahoo! por hacerse con Google fallaron, pero también perdieron la oportunidad de comprar Facebook cuando pudieron hacerlo. Y para completar esa singular falta de visión, declinaron la oferta de 44.000 millones que Microsoft ofrecía para comprarles.

La política de compras y adquisiciones de Facebook ha sido distinta, y en muchos casos parece haber ido destinada a deshacerse de rivales de que no podían quitarse de encima salvo con esa adquisición.WhatsApp es un buen ejemplodeadquisición multimillonariaque competía con Facebook Messenger y que (curiosamente, y con mucho acierto) la empresa mantuvo activa.

Algo parecido ocurrió con Instagram —un acierto aún mayor y mucho más barata,apenas mil millones de dólares de nada— ytambién con Oculus, quizás menos exitosa pero igualmente relevante.

En todos los casos hay una escenografía similar: las adquisiciones han acabadoalienando estos productosa las líneas maestras de la estrategia de Zuckerberg y de Facebook, lo que ha provocado queuno tras otro los fundadores y anteriores CEOs de estas empresas hayan acabado saliendo de la empresay,a menudo,poniéndolaacaer de un burro.

Secretismo e integración inflexible en Apple

La última de nuestras grandes protagonistas, Apple, ha seguido un camino distinto que en cierta medida se asemeja al de Google:mucha integracióny mucha conversión de empresas y servicios externos en servicios y productos propios.

Lo hemos visto con Dark Sky, una empresa que es especialmenteinteresante por su reputación y precisiónen esa meteorología “hiperlocal” que por ahora seguirá estando disponible para iOS pero quepodría acabar formando parte integralde los servicios y aplicaciones de iOS.

Lo curioso es el anuncio asociado a esa compra: la apreciada aplicación móvil deja de estar disponible para Android,algo que por ejemplo no ocurrió con Shazamcuando Apple la compró en 2017. La herramienta sigue disponible en Google Play a pesar de que el asistente de Google ya ofrece una función similar… o quizás por ello.

Muchas de las adquisiciones de Appleson ciertamente misteriosas y mantienen el habitual secretismode la compañía a la hora de hablar de futuros productos. Las últimascomo la de Xnor.ai(para edge computing), o Drive.ai (para coches autónomos) son movimientos enese ámbito de la inteligencia artificialen el que Apple parece estar interesada sin que haya de momento productos o servicios que hayan aprovechado al máximo esa inversión.

Otras adquisicionesacaban convirtiéndose en productos de Appleque tienen un recorrido más o menos exitoso. Entre los últimos ejemplostenemos a Texture, quese convirtió en Apple News+y que de momento parece no haber despegado del todo. No ocurrió lo mismocon Beats, a partir de lo cual Apple lanzó Apple Music.

En muchos casos, no obstante,las adquisicones son relativamente pequeñasy afectan a empresas con productos que complementan productos que Apple ya tenía en marcha y que enriquece gracias a esas operaciones. La lista de adquisicones de Apple es enorme, pero pocas son operaciones de gran calado económico a excepción de las que por ejemplo llevó a cabo con la citada Beats (3.000 millones de dólares), la mayor inversión de Apple (que se sepa) en este tipo de operaciones.

Las adquisiciones son por supuesto habituales entre otras empresas tecnológicas, pero queríamos hacer un repaso de algunas de las más relevantes de los últimos años para tratar dereflejar los distintos argumentos que provocan estas operaciones. En muchos casos interesa el producto (y/o las patentes), en otras el talento que la empresa adquiere con la compra (‘acqui-hiring’) y en otras, claro, deshacerse de la competencia a golpe de talón.