Robinhood es la app de trading de moda entre los adolescentes. Y está reventando los mercados
Andrés P. Mohorte
Como tantos otros sectores de la economía, los mercados saltaronpor los airesa mediados de marzo. Primero el coronavirus y más tarde el confinamiento de países enteros, paralización de la actividad económica mediante, provocaron que las bolsas se hundieran hastaun 8%, en un nuevolunes negro. Desde entonces se han recuperado de formaespectacular, impulsados, en parte, por un actor con hambre de inversión.
Robinhood. Durante la cuarentena, miles de personas en todo el mundo se sumergieron en fiebres consecutivas derepostería, masa madre o actividad deportiva, entre otras. Una de ellas fue la inversión en bolsa. Aplicaciones comoRobinhood, una plataforma que permite a personas comunes y corrientes participar en los mercados comprando y vendiendo acciones de empresas indexadas, disfrutan hoy de un pico depopularidad.
Entre sus principales usuarios,millennials. Y adolescentes.
Hertz. Su repentino protagonismo en los mercados podría estar teniendo efectos drásticos en la valoración de algunas compañías. Un ejemplo evidente lo ofrece Hertz, dedicada al alquiler yrentingde vehículos. La empresa ha observado cómo su volumen de negocio se hundía a causa de la epidemia. A finales de mayo se declaróen bancarrota, obligándose a una reestructuración radical y a encontrar nuevas fuentes de financiación.
Excepción. Tradicionalmente, las empresas declaradas en ruina acuden a líneas de crédito poco generosas para mantener a flote su negocio. Hertz no. La compañíaobtuvouna concesión excepcional del juzgado encargado de supervisar su bancarrota: podríavenderhasta 250 millones de sus acciones, valoradas en unos $1.000 millones, en los mercados. De forma típica, las acciones de una empresa arruinada valen muy poco.
Pero vivimos tiempos extraños.
Puja al alza. Poco después de declararse en bancarrota, la valoración de Hertz se hundió a 0,40$ la acción. Fue entonces cuando su principal accionista, Carl Icahn,vendióla totalidad de sus participaciones en la compañía a 0,72$ la acción (tras haberla comprado años atrás y perdiendo en el camino unos $1.800 millones). Una decisión lógica. Pero a la postre errónea: a principios de junio las acciones de Hertz se disparabanun 1,450%y superaban los $6. Una escalada vertiginosa.
El precio caería paulatinamente en los días posteriores. Ahora mismo se ubica en los$2,11la acción.
Hertz has $4BN in non-auto debt. The bonds traded up on news the stock offering will proceed, but remained below 50 cents. This means the equity is now worth about negative $2 Billion according to hedge funds… and $400MM according to Robinhoodpic.twitter.com/S3c5nDd1NU
¿Qué sucede?Sucede Robinhood. Hertz fue el términomás solicitadoen la aplicación durante las dos últimas semanas. El número de usuarios con acciones a su nombre pasó de los 40.000 a los 160.000 en un puñado de días, fruto de una tendencia másgeneral: la compra por parte de pequeños inversiones, no especializados y no profesionales (“day-traders”) de acciones en compañías al borde o directamente en bancarrota.
Inversiones extremadamente arriesgadas, dado que el valor de sus adquisiciones podría ser nulo dentro de poco.
Todos juntos. Pero inversiones que han levantado el rendimiento de los mercados, muy en especial del S&P 500 (yaen positivotras un inicio de año calamitoso). A 10 de junio ya habíarecuperadomás de 20 billones en valoración, un 43% al alza desde su hundimiento en marzo. Hay una llamativadesconexiónentre las previsiones económicas (calamitosas) y la subida de los mercados, una desconexión que ayuda a explicar, sólo en parte, el interés de algunos actores en desastres como Hertz.
Perfil. Hay otra explicación: irracionalidad. Gran parte de los usuarios de Robinhood sonaficionadosal deporte con mucho tiempo libre tras la suspensión de las competiciones. Diversos analistas, como un profesor de legislación sobre bancarrotas enel Financial Times, coinciden en que Hertz, de forma muy explícita, se ha dirigido a ellos sin disimulo:
Paraotrosni siquiera es “invertir”, sino “apostar”, una jugada desesperada, casi suicida, tanto por parte de Hertz como por parte de sus nuevos inversores, muy alejados de lostradersprofesionales y experimentados. Otras empresas como JCPenney, Whiting Petroleum,GNCo Chesapeake Energy, también arruinadas, hanexperimentadorepuntes semejantes. Inversores repentinos dispuestos a financiarles cuando sus acciones podrían valer virtualmente nada al final del día.
Tendencia. Otros análisis se han mostradomás escépticosrespecto al impacto de Robinhood y los inversores “irracionales”. Según Barclays, su influencia en el “rally” reciente de los mercados esnula. Lo cierto es que la aplicación sí ha hecho algunas apuestasvencedoras. El caso de Icahn es claro, pero hay otrossemejantes: Warren Buffettvendiótodas sus acciones en las principales aerolíneas estadounidenses; los usuarios de Robinhood apostaron contra él; y ganaron.
A los pocos días la valoración de las cuatro aerolíneas sedisparaba.
Adolescentes. Sea “dumb money” o no, una anécdota resume el sentir general del mundo financiero durante los últimos días. Joseph S. Mauro, ex-Goldman Sachs,tuiteóque su hijo de diez años se había quedado sin amigos con los que jugar en Fortnite. ¿La razón? Todos estaban muy ocupados invirtiendo en Robinhood. El mensajeha funcionadomuy bien como símbolo de un mercado, ahora mismo, al borde del absurdo.
My son just told me that he can only play@FortniteGamein the evening… because half of his squad started trading. He is 10.@RobinhoodApp#TrueStory