Suicidio canino: el puente escocés desde el que se tiran perros sin que nadie sepa por qué
Andrés P. Mohorte
Los vecinos de Milton, una pequeña localidad ubicada al noroeste de Glasgow, Escocia, se han habituado durante lustros a una estampa surreal. De tanto en cuanto el dueño de algún perro clama lo imposible: su animal se ha suicidado. Siempre sucede a la luz del día y en el mismo punto,el puente Overtoun, una estructura de quince metros de altura a las afueras del pueblo. Las mascotas, por algún motivo, sienten el irrefrenable impulso de tirarse, muriendo en el camino.
¿Suicidio?La historia se remonta a mediados de los años cincuenta, cuando se registraron los primerossuicidios. Desde entonces se han contabilizado másde cincuentamuertes y alrededor de 600 supervivientes. Durante los últimos años suscitado un interés global gracias a unreciente reportajedel New York Times. En él, diversos vecinos,especialistasy etólogos tratan de dar una respuesta a tan acuciante cuestión: ¿por qué centenares y centenares de canes se arrojan al vacío?
Las opciones.La teoría más aceptada entre quienes han analizado la cuestión esla siguiente: pequeños mamíferos como el hurón o el visón fueron introducidos en la región durante la década de los cincuenta; frecuentan las vegas de los ríos; al caminar sobre el puente, los perros perciben su presencia mediante el olfato; su instinto les invita a perseguirlos; y su escasa visión espacial (no diferencian bien las alturas) hace el resto. Vuelan tras su presa. Vuelan hacia su muerte.
¿Es así?La explicación deja sin responder preguntas. Si se trata del olor de otros animales, ¿por qué sólo se tiran sobre el puente Overtoun y no sobre cualquier otro puente de la región, donde también fueron introducidas especies exóticas? ¿Por qué siempre desde el mismo punto exacto, a mitad de camino entre las dos orillas del camino? ¿Y por qué numerosos humanos, incluidos investigadores,declaranpercibir una “extraña sensación” sobre el puente, signifique lo que signifique?
Esoterismo. Por supuesto, la comunidad local ha desarrollado toda suerte desupersticiones. El puente estámaldito, y custodia a su vez una antigua casa señorial tambiénmaldita. Un extravagante vecino, Paul Owens, ha escritoun libro(de increíble portada) en el que atribuye los suicidios a un fantasma. En concreto, a la “Dama Blanca de Overtoun”, una mujer que murió en 1908 atormentada por la pérdida de su marido. Un siglo después seguiría cobrándose el trauma con los pobres perros.
¿Perroshumanos?Como en tantas otras ocasiones, la idea de perros cometiendo un brutal acto de suicidio nos resulta atractiva.Tendemosa proyectar nuestras percepciones en los animales: ya sea interpretando gestos arbitrarioscomo muescasde dolor o identificando comportamientos emotivos en ellos. El pato hembra que cuidaba de un pequeño perro porpuro “altruismo"es un buen ejemplo.
Pero no sonsuicidios, y esto conviene recalcarlo. Lo cierto es que la idea del “suicidio” animal es muydiscutible. Muchos animales se quitan la vida, pero a menudo lo hacen como una formade protegeral resto de su grupo. Al igual que la cuestión altruista, resulta difícil entrever actos suicidas sin una percepción de la propia existencia. Sea como fuere, nos resultairresistiblepensar en el puente de Overtoun y en los perros suicidas. Y así será hasta que se resuelva el misterio.
Imagen:Dave Souza/Commons