Tras meses defendiendo cuarentenas de 14 días, España y otros países europeos se plantean reducirla a diez, siete o incluso cinco
Javier Jiménez
Acortar la cuarentena ante la sospecha de un posible contagio de 14 días a diez. Eso es lo que,según reconoció Fernando Simón el lunes, está estudiando el equipo del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad. “Se está valorando el riesgo que implica” la medida, aunque para “bajarla a cinco o siete días” como quieren hacer en otros países “tardaremos más”.
Efectivamente.En Alemania algunos virólogos ya están planteandoreducir la cuarentena a solo cinco díasy, en Francia,el mismo ministro de Sanidad, Olivier Véran, ha anunciadoque el paísdecidirá el viernessi reduce la duración a siete días como ha propuesto del consejo científico del país.
La pregunta parece clara:¿Estamos haciendo cuarentenas demasiado largas o es una medida de motivación económica?
Europa piensa que sí
Véran, por su parte,defendióque la decisión no da prioridad a cuestiones económicas, sino que es un reconocimiento de que “somos sobre todo contagiosos en los cinco primeros días después de los síntomas o del positivo, y luego eso disminuye de forma significativa”. Según sus datos,tras los primeros cinco días, menos del 5% de los infectados son “potencialmente contagiosas, y de forma muy baja”.
EN el mismo sentido, el conocido virólogo alemán Christian Drostenpropuso acortar la cuarentenaobligatoria a cinco días porque,la evidencia reciente muestra insistentemente que la mayoría de personas ya no son contagiosas pasados cinco días de la aparición de síntomas. A pesar de que el test PCR sea positivo, “el período contagioso comienza dos días antes de la aparición de síntomas y acaba, si lo contemplamos de manera realista, cuatro o cinco días después”,explicaba.
Aunque, evidentemente, no se puede descartar del todo un riesgo residual de contagio, acortar la cuarentena parece “una medida razonable”.La medida se encuentra al “límite” (epidemiológicamente hablando), pero parece la única manera eficaz de evitar que grandes capas de la población acaben confinados durante semanas sin sentido. Drosten también argumentó que, a efectos prácticos, lo que dicen los datos es que mucha gente se salta la cuarentena larga en cualquier caso. Haciéndola más corta podría conseguirse una mayor adhesión a la recomendación médica.
En España,Simón explicóqueactualmente ya se aplica esta medida en algunos casosde Covid-19: “Si tras 10 días, los pacientes están tres sin síntomas y la PRC es negativa no es necesario continuar con el aislamiento”.De lo que se trata ahora es de extender esa recomendación a nivel general. El principal escollo para ello, según el director del CCAE, es que “entre los expertos existe división de opiniones”: algunos sostienen una posición quizá “excesivamente temerosa” apostando por el riesgo mínimo y otros defienden que a partir del séptimo día “la carga viral es muy baja y las personas ya no son infectivas”.
¿Economía o salud?
Estas propuestas,que coinciden con larentréede la economía europea tras el verano,han sido recibidas con desconfianza. Es cierto quelos mejores datos y guíasde los que disponemosparecen avalarla idea de que la infectividad de los enfermos cae tras los primeros cinco días; pero también es cierto que aún haymuchas cosas que desconocemos sobre las dinámicas del virusy los investigadores más cautos piden retrasar medidas que aumenten el riesgo de forma precipitada. Sobre todo,en países que no puedan controlar bien los brotes.
La decisión, sea como sea, es difícil porque, aunque es necesario reactivar la economía y evitar que tengamos que volver a congelarla, cada vez somos más conscientes de lo imperfectos que aún son nuestros modelos sobre el virus y la evolución de la pandemia. Eso se traduce en que,aunque la tendencia a reducir las cuarentenas cuenta ahora con buenos argumentosyaparece como una medida fundamental,la posibilidad de que haya que retirarla en pocas semanas sigue estando encima de la mesa. Y no va a dejar de estarlo próximamente.
Imagen | Clinic