Trazamos tantos brotes laborales como sociales. Pero apenas representan el 3% de los casos totales
Andrés P. Mohorte
¿Dónde nos estamos contagiando? Un año después del inicio de la epidemia seguimos sin conocer respuestas precisas. Contamos conciertas vaguedades: sabemos que los contagios son más probables en espacios cerrados y poco ventilados, allá donde pasamos largas horas con otras personas charlando o comiendo sin mascarilla. Pero también sabemos que la trazabilidad es errática. Lo vimos hace algunos meses. Si las “reuniones sociales” representaban el 50% de los “brotes” era porque…
Sólo estábamos mirando allí.
Nuevos datos. Los ofrece la Comunidad de Madrid, la tercera de España por población y una donde el estudio serológico del Ministerio de Sanidad apunta a un mayor porcentaje de la población contagiada desde marzo. Ayer por la nochepublicó por primeravez su registro de “brotes” y los contagios asociados. Es una información interesante no tanto por el número absoluto (unos 13.000 casos repartidos en 1.500 brotes, unifamiliares o colectivos) sino por el lugar donde se han registrado.
A la cabeza aparecen las situaciones “sociales”. E inmediatamente detrás las “laborales”.
En cifras. Las reuniones familiares o sociales, un paragüas amplio que podemos traducir por “el ocio”, son acreedoras de 265 brotes desde finales de junio, fecha de inicio de la serie. Los laborales, con 249, no quedan muy atrás. Se trata de una actualización bastante sustancial respecto a los datosofrecidos por el Ministerio(donde el peso del entorno familiar o social era muchomás agudo) y respecto al discurso (y las restricciones) enarbolado por las autoridades, con mucho peso en las actividades de ocio.
El problema. ¿Misterio resuelto, no, nos contagiamos tanto comiendo con los amigos como yendo a la oficina todos los días? Puede parecer una conclusión evidente, intuitiva, pero debe ser tomada con extrema cautela. La razón radica en la “base muestral”, por así decirlo: los brotes registrados por la Comunidad de Madrid y sus contagios asociados no superan el 2,8% de los totales identificados por la consejería de Sanidad desde el comienzo del verano. Una fracción ridícula de los 480.000 contagios conocidos y cuyo origen, en su gran mayoría,desconocemos.
Limitaciones. Si podemos extraer una conclusión rotunda sobre estos datos es que trazar es complicadísimo cuando la epidemia está tan extendida. Los países que han aplicadouna estrategia CovidZero, como Australia o Nueva Zelanda, han podido hacerlo porque la cadena de contagios era conocida al ser diminuta (cerrando una ciudadpor una veintenacasos). En cuanto se descontrola, ni siquiera estudiantes-modelo de la epidemia, como Japón, son capaces ya de trazar a gran escala.
Esto relatabaThe Japan Times sobre lo sucedido en algunas prefecturas de Japón a finales de enero, en boca de los encargados del rastreo:
Aquí, aún más. Si esto sucede en Japón, muy por debajo de los 100 casos de incidencia acumulada durante casi toda la epidemia, qué podrán contar los rastreadores españoles, con más de 40.000 casos diarios en el pico de la epidemia. El problema es tan agudo que a principios de julio, cuando Sanidad declaraba poco más de 12.000 contagios al día,el 50% de los afectadosdesconocía haber tenido contacto alguno con alguien que hubiera dado positivo. Literalmente estamos caminando a ciegas.
Los datos de rastreo y brotes, por tanto, son muy limitados, y no sirven para grandes conclusiones. Por más que parezcan intuitivos: reuniones sociales, trabajo, centros sanitarios y viviendas unifamiliares se reparten los brotes en Madrid. Aunque las medidas parezcan sólo encaminarsehacia una de las cuatrocategorías.
Imagen: Fotogramma/ABACA/GTRES