Tres hermanos pueden despedirse de su madre; los otros tres, no: el drama de los funerales en confinamiento
Andrés P. Mohorte
España atraviesa la mayor crisis de mortandad de su historia reciente. Oficialmente, más de 22.000 personas han perdido la vida a causa del Covid-19. El número de fallecimientos durante el último mes y medio es muysuperior, aunque es difícil estimarlo con exactitud. Una tragedia de escala nacional que se entremezcla con un confinamiento y con unparón económicodonde la prioridad es evitar las aglomeraciones.
¿Cómo se conjuga? Con restricciones dramáticas.
La ley. Consciente de que uno de los focos de la epidemia fue unfuneralen Vitoria, el gobierno restringió el acceso a los entierros y velatorios no en su decreto sobre elEstado de Alarma, el 14 de marzo, sino en una legislación específica posterior publicadaen el BOEel 22 de marzo. En aquella semana intermedia la regulación quedó de la mano de las comunidadesautónomas, que ya restringieron el acceso.
Sólo tres personas. Por lo general, y dado el confinamiento en todo el país, se permitía el acceso a familiares directos. No fue hasta el 29 de marzo, medianteorden ministerial, cuando el gobierno fijó condiciones: la participación en una comitiva “para el enterramiento o cremación” se restringía a “un máximo de tres familiares o allegados”, además del “ministro de culto” de la confesión respectiva.
Además, se suspendían los velatorios. Era un detalle importante, si bien tardío. Las comunidades habían adoptado políticas dispares. Castilla-La Mancha y Aragónpermitíanhasta un máximo dediezpersonas; Andalucía losanulóa partir del 20 de marzo; Madrid,el 26;
En la práctica. Muchas funerariasparalizaronsus servicios de cara al público. El efecto legislativo fue inmediato: miles de familiares no podrían velar o despedirse de sus difuntos. Sólo tres de ellos, generalmente los más cercanos, tendrían el privilegio. Lo ilustraba ayer Emilio Morenatti conuna foto: en Barcelona, tres hermanas pudieron acceder al cementerio durante el entierro de su madre; las otras tres, no.
La imagen de la desolación.
Siblings Maria, Javier and Carina attend the burial of their mother Amparo at Montjuic cemetery in Barcelona. Only three of the six siblings of the Rumeu family were allowed to attend the funeral of their mother due to the social restrictions imposed by the Spanish government.pic.twitter.com/Fw42hNokap
Duelo interrumpido. El fenómeno es común entre nietos, primos, tíos. Familiares de segundo grado que, en España, tienen un peso nuclear en la familia. Lorelatabael periodista López Frías tras el fallecimiento de su abuela: “¿Te parece triste recordar un entierro? Más triste todavía es que no te dejen celebrarlo”. De ahí que hayan surgidogrupos de ayudadigitales para negociar en compañía, y desde un punto de vista psicológico, el duelo interrumpido por el confinamiento.
Es una paradoja macabra. En el mayor pico de mortalidad de su historia, España no puede celebrar funerales.
Condiciones. Desde el primer día, los servicios funerarios protestaron por la ausencia de material sanitario recomendado por las autoridades sanitarias. “Las empresas funerarias estamos utilizandostocksde este material que no es infinito. Es imposible reponer y, si nadie lo remedia, no podremos realizar el manejo de cadáveres”,protestabanel 19 de marzo. Una peticiónrepetidadías más tarde.
Como en otros casos, el sector está saturado.Ni siquierada abasto en el número de ataúdes solicitados.
Imagen: Bernat Armangue/AP