¿Un transporte ecológico, familiar y económico? Alemania lo tiene claro: bicicletas cargo

Andrés P. Mohorte

Alemania afronta multitud de contradicciones en materia medioambiental. Gran parte de su población apuesta por alternativas renovables y vota a partidos que hacen de la cuestión ecológica su principal política (el éxito delos Verdeso la agenda sostenible de SPD y CDU lo ilustra). Al tiempo,, el peso desu poderosísimosector automovilístico y su alta dependencia energéticadel carbón, muy arraigado en los usos económicos del país, hacen que sus medidas sean menos intensas de lo que debieran.

Pero hay un aspecto en el que los alemanes han decidido tomar la delantera: ciudades más sostenibles.

¿Cómo?Apostando con gran entusiasmo por la bicicleta, pero por una tipología muy especial: la bicicleta cargo. Lo cuenta en esteestupendo reportajeThe Guardian. En 2018 pasado se vendieron más de39.000 bicicletaseléctricas cargo a lo largo y ancho del país, números que tienen poco parangón histórico. En contraste, tan sólo se colocaron en el mercado 36.000 coches eléctricos, en no pocos sentidos la gran apuesta de la industria automovilística frente a la transición verde.

Las familias germanas han dicho no a las cuatro ruedas. Sólo necesitan tres.

¿Por qué?No cuesta adivinarlas. Las bicicletas cargo eléctricas cumplen con tres requisitos básicos para triunfar en los modelosde movilidada los que se orientan las ciudades: son económicas (cuestan entre 2.000€ y 5.000€, cifras inferiores a las ofrecidas por los coches eléctricos); son familiares, en tanto que permiten transportar a dos niños; y son sostenibles (su impacto medioambiental es menor, más allá de las baterías).

Dadas las circunstancias, resulta comprensible que su cuota de mercadohaya crecidoun 80% de un año para otro, muy por encima de las e-bikes (36%),apuesta durade la industria ciclista.

Incentivos. Su popularidad coincide con los subsidios aprobados por el gobierno para incentivar la compra de EV. Trasel escándalode las emisiones destapado hace cuatro años, Alemania diseñó una subvención dehasta 4.000€para todos los conductores que desearan sustituir su coche convencional por uno eléctrico. Ha funcionado regular. En su lugar, ejecutivos regionales como elde Berlíno Baden-Württemberg han optado por ayudas a la compra de bicicletas cargo. En el primer caso, por ejemplo, las autoridades entreganhasta 1.000€si es un modelo eléctrico.

La lista de espera es eterna, y el único requisito es acreditar que la bicicleta sustituirá de forma regular al coche.

Reconversión. Se trata de un cambio cultural. El coche seha mantenidocomo un poderoso símbolo de estatus y prosperidad hasta bien entrado el siglo XXI. Ahora cotiza a la baja. Lo saben bien los fabricantes: Volkswagenya comercializasu propia versión de bicicleta cargo (eléctrica), conocedor de los tiempos cambiantes que se avecinan. La apuesta de la industria por los vehículos eléctricos, con el éxitode Noruegaen mente y las regulaciones cada día más severas, apuntalan la tendencia.

¿Competencia?Suponen las bicicletas cargo una amenaza a la hegemonía del vehículo privado. Si hay una lectura a extraer del fenómeno alemán es que los coches eléctricos siguen muypor encimadel poder adquisitivo de la mayoría. La industria se está rompiendo la cabeza para reducir sus costes (desdecatenariashasta extraños modelos atres ruedas), pero por las ciudades han decidido emprender su transición sin ellos. Laspeatonalizaciones, loscarriles bici, los nuevos modelos de urbanismo apuestan por una ciudad menosorientadaal coche (EV o no).

Por ahí se han colado las bicicletas cargo. Naturalmente, las condiciones de Alemania y otros países del norte, donde llevan siendo unescenario habitualdurante décadas, favorece su penetración. Pero sus soluciones (familiar, sostenible, económica, apta para las medias distancias) son igualmente válidas en el resto de países.

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