Una “victoria” con miles de votos sin contar: qué está pasando en las elecciones de Estados Unidos

Andrés P. Mohorte

De tanto en cuanto sucede. Estados Unidos acude a las urnas y el resultado es inextricable. Pasó hace veinte años y ha vuelto a pasar esta noche. A esta hora es imposible saber qué candidato obtendrá el suficiente número de compromisarios para ganar el Colegio Electoral. Pese a ello, uno de los dos, Donald J. Trump, actual presidente, ha sido rotundo: la victoria es suya, hay un intento de fraude en ciernes y el recuento debería detenerse, en tanto que el resultado es claro.

¿Qué está pasando?

Las encuestas. Primero, el contexto. La mayoría de encuestas entregaban la victoria a Joe Biden.El agregadorde FiveThirtyEight, uno de los modelos predictivos más prestigiosos del país, “favorecía” las posibilidades demócratas en un 90% de los escenarios. Esto no significaba que Trump no tuviera posibilidades de ganar (un 10% sigue siendo un porcentaje nada desdeñable), sino que su camino hacia la reelección estaba repleto de obstáculos. Necesitaría circunstancias muy favorables.

La estrategia. ¿Cómo obtenerlas? Dos opciones: o bien movilizando a su electorado o bien desincentivando el voto entre las bases demócratas. La campaña republicana optó por lo segundo. La estrategia rotó en torno al voto por correo: tanto los legisladores locales de un puñado de estados clave como el propio presidente impulsaron o bien sistemastorpesycomplejospara emitirlo o bien un climade desconfianzay suspicacia en torno a sufiabilidad. Ahí se jugaban su éxito o fracaso.

Un ejemplo de muchos: Trump, ya en mayo, escribíalo siguiente.

¿Por qué?Porque el voto por correo, este año, tenía un claro acento liberal. En agosto, en tornoal 70%de los votantes que deseaban remitir su sufragio por carta se declaraban demócratas. Se trataba de una cuestión de especial relevancia en 2020.Más de 100 millonesde estadounidenses han votado anticipadamente a causa de la pandemia, un 76% más que en 2016. Si aquel inmenso causal de participación era mayoritariamente demócrata, como se esperaba, cualquier irregularidad en su recolección y escrutinio podría favorecer las opciones de Trump.

El orden. Se daba otra particularidad. En un puñado de estados clave a mitad de camino entre los demócratas y los republicanos (Wisconsin, Michigan y Pensilvania) el voto por correo secontaríadespuésde haber cerrado las urnas y de haber contabilizado los sufragios físicos. Es decir, resultabaplausibleque Trump obtuviera una ventaja inicial en el recuento… Antes de que el correo decantara la balanza en favor de Biden.

La campaña del presidente entrevió una oportunidad.

El plan. Durante los días previos a las elecciones algunos asesores de Trump, como Jason Miller,sugirieronen los medios de comunicación una negativa a aceptar cualquier recuento posterior a la noche electoral. Es decir, cualquier recuento del voto por correo, cuyo escrutinio tiende a ser aparatoso y muy paulatino en algunas regiones:

Una idea reafirmada por el propio Trumpmás tarde. Sólo lo votado y recontado durante la noche electoral tendríavalidez. Cualquier desarrollo posterior de los acontecimientos, como era previsible, sería inválido. Trump confundía a propósito el recuento del voto con el voto en sí mismo, con el objetivo de restar legitimidad al recuento por correo:

En este contexto,un reportajede Axios levantó la liebre: la campaña de Trump estaba dispuesta a declararse victoriosa de forma prematura, sin esperar a que miles de votos por correo fueran contabilizados. Una vez tomara la delantera en Michigan, Carolina del Norte o Pensilvania, estados que debían dirimir quién llegaba a la Casa Blanca, proclamaría su triunfo.

Y sucedió. Es lo que ha pasado esta noche. Al cierre de las urnas y antes de que el escrutinio en lugares como Wisconsin incluyera el voto por correo, previsiblemente demócrata, Trump ha dado una rueda de prensa histórica en la que ha hecho suya la victoria,ha denunciadoun supuesto fraude electoral, ha solicitado detener el conteo en algunos estados donde llevaba la delantera a Biden y ha anunciado que llevaría a la Corte Suprema, de mayoría conservadora, el asunto.En sus palabras:

Tambiénse pronuncióen las redes, acusando al Partido Demócrata de “robar” las elecciones. El escenario es inédito en la historia de Estados Unidos. No tanto la disputa de los resultados o la enorme confusión en torno a un puñado de miles de votos, como los acontecimientosde Floridahace veinte años ilustran, sino la decisión de uno de los dos candidatos de arrogarse el triunfo antes de que el recuento haya terminado.

¿Qué puede pasar?A esta hora de la mañana, aún demasiadas cosas. El mejor ejemplo lo ofrece Wisconsin. Cuando Trump ofrece su rueda de prensa, una vez contabilizados los votos físicos,contabacon una ventaja de ~100.000 votos. La inclusión de los sufragios por correo ha revertido la situación. Con el 95% escrutado, Bidenha tomadola delantera por ~20.000 votos. Gran parte de los votos ausentes provenían de Milwaukee y otras zonas urbanas, por lo general de tendencia demócrata.

Otros estados. Hay al menos otros cinco estados clave donde el recuento no ha terminado y donde Trump cuenta con una ligera ventaja. SonNevada,Michigan, Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia. Existe la posibilidad de que en todos ellos Biden se imponga una vez se escruten los votos ausentes, pero también de que Trump retenga su delantera. En muchos de ellos el proceso será lento, fruto de las particularidades ya ancestrales de Estados Unidos (en un condado sehan quedadosin tinta para la impresora y han paralizado el conteo para comprar más).

Pase lo que pase, los márgenes van a serdiminutos, menores en ocasiones al 1%. Estados como Wisconsin o Nevada se pueden dirimir por un exiguo puñado de votos.

WI Presidential Election ResultsBiden (D): 50% (1,572,151 votes)Trump (R): 49% (1,553,512 votes)Estimated: > 95% votes inMore results here:https://t.co/WSml3RdgJ2

¿Qué pasará?A priori, el viento sopla a favor de Biden, que puede remontar desventajas abultadas en estados como Pensilvania graciasal escrutiniodel voto por correo en su ciudad más poblada y abrumadoramente demócrata, Filadelfia. La mayoría de los 1.400.000 votos aún no contabilizados en el estado provienen de sus barrios suburbiales y de clase media, tradicionalmente liberales, lo que permitiría a Biden neutralizarlos 700.000votos de ventaja con los que cuenta ahora mismo Trump (al 75% escrutado).

Es un doble efecto: no sólo el voto por correo, aún por sumar, tiene un claro sesgo demócrata, sino que además queda por incluir el de condados muy urbanos y progresistas. Son buenas noticias para Biden.

Pero, pero. En cualquier caso, las encuestas han fallado. Los sondeos concedían a los demócratas ventajas de hasta ocho puntos en Wisconsin o Michigan. Los resultados serán mucho más ajustados, lo que evidencia,de nuevo, la incapacidad de los encuestadores para identificar correctamente al votante de Trump. Similares lecturas se pueden extraer del Senado, cuyo controlaspirabaa consumar el Partido Demócrata. No será así.

Las previsiones han fracasado. Y no es un fracaso menor, sino quizá el más sorprendente de la historia de Estados Unidos, más aún que el de 2016.En palabrasde Henry Olsen, uno de los principales analistas de The Washington Post, dos días antes de las elecciones y en un largo análisis donde predecía una cómoda victoria de Joe Biden:

Algo sí debían temer.

Imagen: GTRES

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