Vídeos de calidad dosmilera grabados con cámaras de juguete: TikTok ya ha llegado a la nostalgia
Andrés P. Mohorte
Si la nostalgia fuera una enfermedad, la primera cohorte generacional en presentar síntomas habría sido laboomer. Suyo fue el primer anhelo de una juventud perdida, de un pasado mejor, inoculado ya en su adolescencia tardí a ala Generación X y a losmillennial. Siguiendo la analogía, para loszoomerno habría esperanza: el virus correría por sus venas desde su nacimiento, haciéndolos irremediablemente proclives a un pasado no ya mejor, sino tan siquiera vivido. Y TikTok es un buen ejemplo.
Hacia atrás. Una de las últimas tendencias que corretean por la red social consiste en compraruna cámara de juguetediseñada expresamente para niños. Es pequeña, viene recubierta por una gruesa y colorida carcasa de plástico y graba vídeos y hace fotografías. De muy mala calidad, dado que su propósito es lúdico. Pues bien, resulta que los vídeos son tan, tan pobres que se asemejan a aquellos producidos por las cámaras de vídeo familiares comercializadas a principios de los ‘00.
La clase de estética que apasiona a unzoomer.
La fiebre. El hashtag#kidscameraya suma más de 19 millones de visualizaciones. La mayor parte de los vídeos consiste en ununboxingdonde se presenta al producto y se narran sus virtudes. “Una señal para que os compréis una cámara cutre y hacer vídeos dosmileros de vuestro verano”,explica @yonitest,tiktokeraespañola, mientras estrena el aparato con una canción de The Drums de fondo (por si faltabanvibesdosmileros).Otros vídeoshacen exactamente lo mismo para el público anglosajón.
Reply to @marlimcas My 279peso cam quality 💯##kidscamera##shopeebudol
Aesthetics. El resultadoson vídeoscon una calidad cuestionable que sin embargo cumplen su función. Las cámaras de juguete, con sus filtros incorporados, sus líneas distorsionadas, sus figuras desenfocadas, su fecha y hora en la parte inferior de la imagen, trasladan a sus usuarios a la ilusión de un verano grabado ocasionalmente, al ralentí, fragmentado. Todos aquellos meses de agosto transitados entre playas concurridasy centros comercialesquedan ahora glorificados por una nostalgia estética, muy afín a la filosofía del videoclip musical y de TikTok.
Es normal. Nada que otras generaciones no hayan hecho. Si Nokia ha conseguido recuperarel 3310y los teléfonos con tecla es por un motivo. Lo mismo se puede decir de la fiebre por las mini-consolas de pasado, como la Play Stationo el Tamagochi. Lo que durante un breve periodo de tiempo (cada vez más corto) se considera una tecnología obsoleta y a superar se convierte más adelante en un tótem de un pasado donde las cosas eran más simples. Llámalovinilo, coche sin dirección asistida osalas de cine.
La nostalgia.Sabemos muchosobre esa “dulcificación del pasado”. La psicología lo ha explicado como un valor refugio al que acudimos para despejar las dudas de presente. La tecnología actual, con todas sus virtudes, también nos ha hechomás ansiosos, más dependientes de la validación social ymás adictosa estar conectados. Una cámara de vídeo infantil, con su airedosmilero, es una receta fantástica a los males que atribuimos a nuestra era. Aquellos tiempos que percibimos hoy más simples, aunque no lo fueran, no volverán, pero podemos evocarlos mediante su estética.
Dosmiles. Lo llamativo de loszoomerses su querencia por una década, los dosmiles, que apenas vivieron. Lo hemos visto a través de los videoclips, del regreso de laestética poligonera, del chándal yde los pantalonesde cintura muy baja, de la permanente fiebrepor Linkin Park, de el interés revitalizadoen MySpace, de Paris Hiltono de la música, esehyperpopque bebe tanto de las excesivas producciones dosmileras que con tantísima finura se adapta a las necesidades de una red social tan centrífuga como TikTok.