¿Y si no conseguimos tener una vacuna contra el coronavirus? Así de probable es que se vuelva endémico
The Conversation
Se están desarrollandomás de 175vacunas contra el coronavirus y casi todos los gobiernos centran sus estrategias para hacer frente a la pandemiaen la idea de que llegará el día en el que exista una vacunaque nos proteja del virus y nos permita volver a la normalidad en nuestras vidas.
Pero no existe ninguna garantía de que vaya a ocurrir. Inclusoen los casos más prometedorestodavía no podemos estar seguros de que una vacuna vaya a proteger a la población de forma permanente contra la COVID-19 y permitir la erradicación gradual de la enfermedad o por lo menos reducirla a brotes limitados. Las vacunas podrían reducir la gravedad de los síntomas oproporcionar una protección temporaly deberíamos plantearnos que ocurriría si este fuera el caso.
Algunas personas creen que una vez que una cantidad suficiente de población haya contraído la COVID-19 y su cuerpo haya producido una respuesta inmune al virus habremos alcanzado la “inmunidad de rebaño” y el virus ya no podrá seguir propagándose. Sin embargo,se trata de una mala comprensión delo que significa realmente la inmunidad de grupoy la forma en la que se propagan los virus, haciendo que no sea un objetivo realista para el control del coronavirus.
La inmunidad de grupo es lo que nos permite eliminar virus mediante el uso de vacunas. El porcentaje de población que es necesario vacunar para alcanzar la inmunidad de grupose calculaen base alíndice reproductivo básico (R0).
Se trata del promedio de personas a las que cada persona con el virus infectaría en condiciones normales o sin ningún tipo de intervención sanitaria o gubernamental, teniendo en cuenta la capacidad de infección de la enfermedad y su forma de propagación.
Cuanto más alto sea el R0, más gente necesitaría volverse inmune mediante una vacuna para detener la propagación del virus. También es necesario tener en cuenta que algunas personas no se podrían poner la vacuna por motivos médicos y queotras personas se negarían a ponérsela.
Numerosas enfermedades han sido erradicadas en muchos países gracias a la inmunidad de grupo a través de los programas de vacunación. Sin embargo, la inmunidad de rebañono es algo que se pueda conseguir dejando que el virus se propaguede forma natural.
Pongamos como ejemplo elsarampión, una enfermedad causada por un virus que ha existido en los seres humanos durante siglos. Se trata de una enfermedad altamente infecciosa con un R0 de 15, lo que significa que un niño con sarampión puede infectar de media a otros 15. Por lo tanto,alrededor del 95%de las personas necesitan ser resistentes a la enfermedad para que toda una población alcance la inmunidad de grupo.
La mayoría de las personas que se recuperan de una infección por sarampión producen una buena respuesta inmunológica que les protege durante el resto de su vida. Pero aún así, antes de que existiera la vacuna, el sarampión era una enfermedad infantil muy común. Cada nueva generación de niños era susceptible y no había suficientes personas que se volvieran inmunes de forma natural como para producir la inmunidad de grupo.
En los años 30 hubo unefecto temporal de inmunidad de grupoen una localidad de los Estados Unidos. Sin embargo se trató de una excepción, por lo que la mayoría de países pusieron en marcha programas de vacunación universal contra el sarampión que han permitidoeliminar casi del todo la enfermedad.
Los científicos creenque el valor R0 del SARS-CoV-2 está entre 4 y 6, algo similar al del virus de la rubéola. El porcentaje de vacunación necesario para crear inmunidad de grupo y erradicar la rubéola es del85%.
Inmunidad natural frente al coronavirus
Sabemos queotros coronavirus(incluyendo el Sars, el Mers y algunos virus del resfriado común) no producen una respuesta inmunológica permanente como es el caso del sarampión. Segúnalgunos estudios sobre la COVID-19, incluso en los lugares donde se han concentrado un gran número de casos y fallecimientos durante los últimos meses,menos del 10% de la poblaciónmuestra signos de contar con una respuesta inmunológica contra la infección.
Es algo que sugiere que los índices naturales de resistencia al virus están muy lejos del 85% necesario para la inmunidad de grupo. Por lo tanto, sin vacuna el viruspodría volverseendémico, presente de forma permanente entre la población al igual que los coronavirus que causan los resfriados.
Las investigaciones demuestranque algunas personas pueden contraer la misma cepa de un resfriado común varias veces en un solo año. La mayoría de los países se han visto sorprendidos con brotes de COVID-19 incluso cuando pensaban que tenían la situación más o menos bajo control.
Así que es posible que la evolución actual de la COVID-19 consista en más focos locales de infección con un probable aumento de casos durante los meses de invierno. Sin embargo, a no ser que los primeros casos se identifiquen y sean aislados rápidamente, dichos focos probablemente se acaben extendiendo por zonas geográficas bastante amplias.
Por eso es vital seguir respetando lasmedidas de salud públicacomo el distanciamiento social, el uso de mascarillas y lavarse las manos para reducir el virus a niveles tan bajos que cualquier nuevo brote pueda ser fácilmente contenido.
Lo ideal sería que, de tener éxito, el virus acabara erradicándose sin capacidad de propagación, tal y como ocurrió con el virus del SARS-CoV responsable delbrote de Sars de 2002-2004. Sin embargo, la COVID-19 es más contagiosa y menos mortal, haciendo que seamucho más difícil de controlarque el Sar ypuede que tampoco sea posible eliminarlautilizando los mismos métodos.
Teniendo en cuenta queal menos 700.000 personashan fallecido a causa del coronavirus en todo el mundo hasta la fecha y que muchas personasmuestran secuelas a largo plazocomo resultado de la enfermedad, si el virus se vuelve endémico deberíamos tratar de prevenir la mayor cantidad de infecciones posibles. Una vacuna podría proporcionar una forma de acabar con la pandemia, pero sin ninguna perspectiva de alcanzar la inmunidad natural de grupo podríamos tener quelidiar con la amenaza de la COVID-19 durante mucho tiempo.
Fotos:UAT,Adrian Salido Zarco,Albert Gea.
Autora:Sarah Pitt, profesora titular de Práctica microbiológica y ciencias biomédicas y miembro del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Brighton.
Este artículo ha sido publicado originalmente enThe Conversation. Puedes leer el artículo originalaquí.
Traducido por Silvestre Urbón.